La ‘pinza catalana’ comienza a fraguarse: la CUP se alinea con Torra y reniega del pacto
La facción más conservadora ‘cupera’ asegura que “ni entendemos ni compartimos la propuesta táctica de ERC y pone también el punto de mira en los comunes y en su entorno social y político
Poble Lliure, la organización mayoritaria de la CUP, se posicionó este viernes sobre el pacto de ERC con el PSOE, situándose al lado del ‘president’ de la Generalitat, Quim Torra, y en contra de dar estabilidad al Gobierno de España.
Por algo, la CUP se presentó por primera vez a unas elecciones generales con el objetivo de sembrar el caos y la confusión en el Congreso. La facción más conservadora ‘cupera’ asegura en un comunicado que “ni entendemos ni compartimos la propuesta táctica de ERC: dar estabilidad al Reino de España y dar aire a uno de sus pilares fundamentales, el PSOE”.
Sus planteamientos coinciden en su inmensa mayoría tanto con la hoja de ruta de JxCat como del propio fugado Carles Puigdemont. De esta manera, la ‘pinza’ entre los posconvergentes y la CUP, dos formaciones que deberían ser agua y aceite, comienza a fraguarse ante su nuevo rival: Esquerra Republicana. Éste puede ser el comienzo de una bonita amistad entre la derecha más recalcitrante de Cataluña y una organización que, básicamente, es antisistema y anticapitalista. Si Cataluña ya dio carta de naturaleza al oasis político durante la transición, ahora aporta a la política española una inédita ‘pinza’ que, a priori, se adivina antinatura.
Así, los anticapitalistas echan en cara una cierta ingenuidad a los republicanos y aseguran no entender “de qué manera ERC piensa forzar el escenario de negociación después de la investidura. El papel lo aguanta todo (consulta y acuerdo) y la no aprobación de unos presupuestos estatales es algo que el Estado puede aguantar perfectamente”.
El comunicado pone también el punto de mira en los comunes y en su entorno social y político. “Es una evidencia de que de este Estado y de esta correlación de fuerzas no puede salir ningún cambio estructural, sin la previa ruptura”. Reconoce, sin embargo, que ha habido “tímidos avances” pero que éstos que dejan en papel mojado las promesas de cambios estructurales de Podemos.
Vaticina, además, el sector mayoritario de la CUP que “una vez superado el trámite de la investidura, ERC y el independentismo en general se encontrarán en fuera de juego. Y con un independentismo popular agotado, dividido y desorientado. Y éste es el peor error que nos podemos permitir: el repliegue y la disminución de la movilización popular por haber generado falsas expectativas y frustración en el conjunto del pueblo catalán sobre un enésimo e hipotético intento de reforma de una estructura caduca y minada”.
Omite en esta argumentación las falsas promesas lanzadas durante todo el ‘procés’ por todas las fuerzas independentistas, que crearon realidades paralelas que una parte de los ciudadanos de Cataluña creyeron a pies juntillas. Pero esta falta de autocrítica es una de las características que ha distinguido la hoja de ruta soberanista desde el 2012.
Sólo contra la “gran burguesía españolista"
El verdadero peligro esta en otro lado: Poble Lliure saca la conclusión de que “sin movilización y sin iniciativa política, el independentismo está destinado a dejar de marcar la agenda política y, por tanto, será incapaz de forzar escenarios de negociación verdadera con el Estado”. Así, de manera parecida a las críticas que llegan desde los sectores duros de JxCAT, Poble Lliure establece que si la apuesta de Esquerra fuese sincera, “estarían desplegando una estrategia de avance en derechos sociales y populares desde la Generalitat infinitamente más ambiciosa”.
En otras palabras: el independentismo vive del conflicto y de marcar la agenda política del conflicto. Si no hay conflicto, el suflé se desiinfla. Y eso no se puede permitir.
No se queda ahí la cosa. El alineamiento con las cúpulas tradicionales que sustentan el ‘procés’ y la economía local es férrea. La organización antisistema subraya que “tal y como hemos repetido hasta la extenuación, la vía es la confrontación democrática republicana a todos los niveles (económico, social, político e institucional).
Generar costes al Estado y a sus valedores (gran burguesía españolista, Ibex 35, oligarquía) que fuercen esta negociación verdadera y generen las condiciones para que el próximo embate al Estado sea más exitoso”. Resulta curioso que los anticapitalistas pongan en el punto de mira la ‘burguesía españolista’, pero omitan la ‘burguesía catalana’, que es, al fin y al cabo, la que domina las estructuras económicas catalanas, empezando por las 300 familias “de siempre”.
La estrategia de los radicales pasa, pues, por “un período largo y sostenido de confrontación democrática y de deslegitimización constante de las herramientas del régimen. Una estrategia, no obstante, que no se concreta en una desobediencia en abstracto, sin planificar, ni pensada para el conjunto del pueblo con quien nos queremos liberar, tal y como se nos plantea desde algunas posiciones izquierdosas. Ni tampoco en la vía de la desobediencia simbólica y desde perspectivas liberales que vienen de JxCAT sin ir más allá”.
Lo que reclama Poble Lliure es que “necesitamos imperiosamente reforzar los instrumentos de organización popular capaces de marcar este camino, línea estratégica y liderazgo político para la nueva etapa”.
De ahí que, exactamente igual que la hoja de ruta de Carles Puigdemont, reclame la puesta en marcha de la Asamblea de Cargos Electos (una especie de Parlamento paralelo donde sólo tienen cabida los independentistas y en el que estarían sin representación más del 50% de los ciudadanos de Cataluña), el Consell per la República (presidido por el propio ‘expresident’ fugado en Waterloo), organizaciones “populares de masas” como la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y el “sindicalismo nacional y de clase, encabezado por la Intersindical-CSC. Demasiadas similitudes entre hojas de ruta de ideologías prácticamente contrapuestas.
Poble Lliure, la organización mayoritaria de la CUP, se posicionó este viernes sobre el pacto de ERC con el PSOE, situándose al lado del ‘president’ de la Generalitat, Quim Torra, y en contra de dar estabilidad al Gobierno de España.