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La conjura de los comisarios: así plantan cara a Torra los mandos de los Mossos
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La conjura de los comisarios: así plantan cara a Torra los mandos de los Mossos

Puigdemont y Torra quieren ‘limpiar’ la cúpula de la policía autonómica, poniendo al frente a mandos políticos y policiales acordes con sus ideas de desobediencia activa desde las instituciones

Foto: Quim Torra, saludando a un agente de los Mossos d'Esquadra. (EFE)
Quim Torra, saludando a un agente de los Mossos d'Esquadra. (EFE)

Los Mossos d’Esquadra pasan una de sus etapas más delicadas: defender el orden público les ha acarreado más lágrimas que sonrisas. En las calles, los extremistas les han llegado a lanzar cócteles molotov, cuestión obviada por todos los partidos y entidades soberanistas. Ya decía la propia presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Elisenda Paluzie, que gracias a esa ola de violencia, se hablaba del ‘procés’ en el extranjero. Declaraciones, por otro lado, que han sido contestadas por Sociedad Civil Catalana con una querella ante la Fiscalía, interpuesta este miércoles. Pero también ha habido virulentos ataques por parte de todos los partidos independentistas, sin excepción, incluidos los que forman el Govern. Y el propio ‘president’ Quim Torra ha pedido depuraciones. Una nueva lección de desgobierno, porque su consejero de Interior, Miquel Buch, ha cerrado filas para defender a su policía.

Los Mossos afrontan la mayor auditoría interna de su historia por la actuación en los disturbios

En algunos círculos políticos, se insinúa que la defensa acérrima de los Mossos d'Esquadra realizada por Buch no es otra cosa que un autoimpuesto blindaje ante el propósito de Carles Puigdemont y de Quim Torra de ‘limpiar’ la cúpula de la policía autonómica, poniendo a su frente a unos mandos políticos y policiales más acordes con sus ideas de desobediencia activa desde las instituciones.

Pero no lo van a tener nada fácil. “Hay un compromiso de todos los comisarios de que si se atreven a llevar a cabo ceses de mandos, nadie asumirá la jefatura de los Mossos. Aquí se ha trabajado con profesionalidad y lo que no vamos a permitir es que la policía sea un instrumento político en manos de algunos desaprensivos”, explica un mando de los Mossos a El Confidencial. En otras palabras, lo que ha habido es una auténtica conjura de comisarios. Si tocan a uno, tocan a todos. Es el lema de la CUP adoptado por una estructura policial harta de que se les intente instrumentalizar. “Será la guerra total contra el Govern”, advierte la fuente.

Foto: El 'coseller' de Interior, Miquel Buch (c), el director general de Policía, Andreu Martínez (d), y el jefe de los Mossos d'Esquadra, Miquel Esquius (i). (EFE) Opinión
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Y otra fuente interna señala: “Es inconcebible que quieran cambiar la cúpula ahora. ¿No se dan cuenta de que no hay cuerpo que soporte cuatro cambios en su estructura en solo dos años? Han de saber que los Mossos d’Esquadra no son una policía a la carta. Nosotros somos profesionales. Cumplimos la ley y punto”.

Ceses en cascada

Así, el pasado martes, cuando parecía inminente que Torra podía cesar a Buch y al comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, los comisarios se ponían en su sitio. Torra quiere eliminar no solo al consejero de Interior, sino que con él caería toda la estructura de mando. También deberían ser cesados el secretario de Seguridad, el director general, el comisario jefe y otro cargo clave en esta crisis: el comisario jefe de la Brigada Móvil (Brimo), sobre cuyos hombros quieren descargar la responsabilidad más alta de las cargas policiales tanto la CUP como los CDR. Y, por extensión, JxCAT, ERC y Quim Torra.

El jefe de la Brimo, Xavier Pastor, se ha convertido, así, en pimpampum de los más radicales, aunque su relevo entraría en el mismo lote que el del resto de la cúpula. Toda una paradoja para quien durante seis años dirigió la unidad de mediación de los Mossos. De estar en el centro de las controversias, apagando ‘incendios’, pasa a estar en el punto de mira de los radicales más violentos, de los partidos y de los políticos de despacho.

Foto: Un Mosso d'Esquadra ante cientos de manifestantes este lunes en el aeropuerto de El Prat. (EFE)

Y hay otra dificultad añadida: lo malo es que nadie quiere ser, en estos momentos, comisario jefe de los Mossos. Como tampoco nadie quiere ser consejero de Interior, un cargo para el que en otros tiempos existía lista de espera. A pesar de ello, en algunos círculos políticos ya comienza a correr el nombre de uno de los posibles sucesores de Buch, que tiene cargo en el Govern. Más paradojas: Miquel Buch ha recibido más muestras de apoyo y de ánimo desde las filas de la oposición que desde su propio partido.

Más presión contra los Mossos

Lo cierto es que desde la Generalitat se exhibe músculo frente a los Mossos. JxCAT y ERC aceptaron a trámite una petición de la CUP para reclamar el cese del consejero Buch, que es un modo de presionarlo para que se pliegue a intereses partidistas. Y Torra, además de pedir una comisión de investigación parlamentaria, obligó también a Interior a abrir una investigación interna para depurar responsabilidades.

Torra quiere cabezas y Buch no ha podido negarse a realizar esa especie de auditoría de la actuación de su policía. Será Jaume García Valls, jefe de la División de Asuntos Internos (DAI), quien la lleve a cabo. Es un comisario que reporta directamente al director general, Pere Ferrer, y no al comisario jefe, Eduard Sallent. Habrá que ver cómo acaba este intento de depuración del cuerpo. “Lo que nos podemos encontrar es con la paradoja de que el cuerpo de los Mossos castigue a agentes que son, al mismo tiempo, condecorados por el Ministro del Interior”, explica una de las fuentes consultadas. De momento, la comisión de Interior aprobó este miércoles que Buch comparezca para explicar los dispositivos (el consejero ya se había adelantado la semana pasada y pidió la comparecencia antes de que alguien se lo dijese).

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra (d) junto al conseller de Interior, Miquel Buch (i) (EFE)

Pruebas de fuego

La crisis llega en un momento delicado. Este miércoles, los CDR y la plataforma Picnic per la República (PxR) llamaron a un boicot activo a la presencia del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en la localidad de Viladecans. Por si fuera poco, la semana próxima, el Rey junto a la Reina, la princesa de Asturias y la infanta Sofía estarán en Barcelona para entregar los premios de la Fundación Princesa de Girona. Y el propio Sánchez cerrará campaña con un mitin en Cataluña, otros dos actos que figuran en la agenda política del independentismo y que serán boicoteados. Esas efemérides, según algunas fuentes, se harían coincidir con un vacío de poder en los Mossos d’Esquadra, que no tendrían listos los dispositivos para frustrar los planes de boicot de los independentistas.

Algunas fuentes van más allá y apuntan incluso a un interés personal de Quim Torra de tensar la cuerda para provocar una intervención de los Mossos por parte del Gobierno central. “Se trataría de utilizar la intervención políticamente, reparar su imagen —bastante dañada tras los disturbios— y tratar de convertirse en ‘mártir’ de la causa”, denuncia una de las fuentes consultadas.

Los Mossos d’Esquadra pasan una de sus etapas más delicadas: defender el orden público les ha acarreado más lágrimas que sonrisas. En las calles, los extremistas les han llegado a lanzar cócteles molotov, cuestión obviada por todos los partidos y entidades soberanistas. Ya decía la propia presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Elisenda Paluzie, que gracias a esa ola de violencia, se hablaba del ‘procés’ en el extranjero. Declaraciones, por otro lado, que han sido contestadas por Sociedad Civil Catalana con una querella ante la Fiscalía, interpuesta este miércoles. Pero también ha habido virulentos ataques por parte de todos los partidos independentistas, sin excepción, incluidos los que forman el Govern. Y el propio ‘president’ Quim Torra ha pedido depuraciones. Una nueva lección de desgobierno, porque su consejero de Interior, Miquel Buch, ha cerrado filas para defender a su policía.

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