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Los constitucionalistas dan por enterrado el 'procés' saliendo a la calle en Barcelona
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Los constitucionalistas dan por enterrado el 'procés' saliendo a la calle en Barcelona

Las manifestaciones independentista y constitucionalista, la fuerza de los hechos y los datos de asistencia indican que la sociedad catalana está polarizada y se encuentra en un punto de cisma

Foto: Asistentes a la marcha constitucionalista del domingo 27 en Barcelona.(Reuters)
Asistentes a la marcha constitucionalista del domingo 27 en Barcelona.(Reuters)

La mañana del domingo, el céntrico Paseo de Gracia de Barcelona se llenó de manifestantes que enarbolaban banderas de España, de la Unión Europea y ‘senyeras’. La Guardia Urbana aseguró que se habían congregado unas 80.000 personas. En cambio, Sociedad Civil Catalana (SCC) apuntó que “a ojo de bueno cubero habían sido unas 400.000”. Resulta difícil a pie de calle rebatir esos números tan dispares, pero se podría afirmar sin miedo a errar que toda esa gente no habría cabido en el estadio Santiago Bernabéu, que tiene una capacidad para unos 81.000 espectadores.

Unos miles arriba, unos miles abajo, lo cierto es que la manifestación fue masiva. Hasta el punto de que la cabecera de la marcha no pudo llegar al escenario donde se finalizaba por el cúmulo de personas apiñadas en la calle. Hubo que hacer un pasillo de seguridad para que los activistas, políticos y periodistas pudieran llegar al escenario donde se ofrecerían los discursos que pusieron el epílogo al acto. La pancarta y sus primeras filas no pudieron cubrir ni los dos tercios del trayecto planeado.

Foto: Imágenes de la multitudinaria manifestación. (EFE)

Tras haber asistido a las manifestaciones independentista y constitucionalista de este fin de semana, la fuerza de los hechos y los datos de asistencia indican que la sociedad catalana está polarizada y se encuentra en un punto de cisma. Existen dos hemisferios que en este momento están lejanos y apenas se comunican.

Sin embargo, gran parte de los discursos que se escucharon en el acto de este domingo apuntaban lo siguiente: “Hemos salvado Cataluña, hemos resistido y las calles son de todos”. Uno de los lemas de la marcha era precisamente: “Prou procés, basta de procés”. Se trata de un ‘wishful thinking’ o un pensamiento ilusorio u optimismo que choca de frente con lo que se vivió el sábado en la marcha independentista y con los disturbios violentos de la noche que dejó decenas de heridos entre vándalos y policías.

placeholder Los manifestantes constitucionalistas despliegan una gran bandera de España en Barcelona.(Reuters)
Los manifestantes constitucionalistas despliegan una gran bandera de España en Barcelona.(Reuters)

En Twitter, también hacía gala de ese optimismo Manuel Valls, exprimer ministro de Francia y hoy concejal por el Ayuntamiento de Barcelona. "Unidos acabaremos con el 'procés'", escribía Valls.

Por supuesto, en la manifestación soberanista no había banderas de España, pero es que tampoco se vieron enseñas de la Unión Europa ni siquiera ‘senyeras’. El grueso de las telas eran esteladas independentistas, aparte de banderas de Euskadi, de Escocia o republicanas, entre otras. Son dos universos paralelos, en cuanto a símbolos y discursos se refiere, que apenas se tocan.

El deseo de tender puentes vino de la mano de los constitucionalistas. En el escenario, la escritora Nuria Amat decía que “aquí y ahora todos somos Cataluña”, pero enseguida invitaba a rechazar “la independencia en favor de la convivencia”.

El día anterior, en la marcha soberanista, en ningún momento se apeló a la coexistencia y a la concordia, ni se llamó al diálogo ni se pidió que la violencia en las calles se parara. Los cánticos que corearon los asistentes y los organizadores siempre defendieron la ‘llibertat’ de los políticos presos y a la independencia sin mayores matices. Se trata de su apuesta política y vital. España es un Estado fascista para los soberanistas y ni siquiera habrán escuchado las llamadas a la convivencia del domingo. Los independentistas cantaron: “Las calles siempre serán nuestras”; mientras que los constitucionalistas coreaban: “Las calles son de todos”. En las formas se vislumbra muchas veces el fondo.

Respaldo a la Policía Nacional

Uno de los cánticos más repetidos en la protesta del domingo fue el “Barcelona no se quema”. El presidente de SCC, Fernando Sánchez Costa, solicitó un aplauso para los Mossos heridos el sábado noche que fue ampliamente secundado por los concentrados en el Paseo de Gracia. "Todos somos 'mossos'; somos una riada de agua para acabar con los que queman Barcelona", apuntó Sánchez Costa.

Pero tampoco en la defensa del orden público y la seguridad se ponen de acuerdo ambos bandos. Varios dirigentes independentistas han exigido la dimisión del consejero de Interior de la Generalitat de Cataluña, Miquel Buch, por lograr una buena coordinación entre los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional con el fin de disolver disturbios de los violentos. Esa cooperación fue fundamental para que el sábado pasado los vándalos se disolvieran rápidamente en contraste con lo que había ocurrido una semana antes cuando montaron barricadas que pusieron en jaque a las fuerzas del orden.

placeholder Altar de ofrendas a la Policía Nacional: flores, bombones y banderas.(M.G.R.)
Altar de ofrendas a la Policía Nacional: flores, bombones y banderas.(M.G.R.)

En la otra parte del cisma, el apoyo es absoluto a los cuerpos policiales. Al finalizar la manifestación constitucionalista, miles de personas se trasladaron a la Jefatura Superior de Policía, en Vía Laeitana, para rendir pleitesía a los agentes. Les llevaron bombones, flores y otros regalos. Al mismo tiempo que les daban las gracias mediante diversos cánticos al calor de muchos “viva España”. En un bar próximo a la Jefatura, varios manifestantes intentaban invitar a café a los agentes, aunque estos se resistían.

Ese mismo lugar fue la noche anterior el escenario de la violencia más extrema vivida tras la marcha separatista. Tres minutos fueron suficientes para sembrar el terror entre propios y extraños. Una carga policial contundente repelió las continuadas provocaciones de los CDR más agresivos que les estaban insultando, lanzando botellas de vidrio, latas de cerveza y petardos voladores.

Un mismo escenario acogió dos obras de teatro muy diferentes en un lapso de apenas 15 horas. Ambas piezas representan fielmente el cisma que vive hoy la sociedad catalana.

La mañana del domingo, el céntrico Paseo de Gracia de Barcelona se llenó de manifestantes que enarbolaban banderas de España, de la Unión Europea y ‘senyeras’. La Guardia Urbana aseguró que se habían congregado unas 80.000 personas. En cambio, Sociedad Civil Catalana (SCC) apuntó que “a ojo de bueno cubero habían sido unas 400.000”. Resulta difícil a pie de calle rebatir esos números tan dispares, pero se podría afirmar sin miedo a errar que toda esa gente no habría cabido en el estadio Santiago Bernabéu, que tiene una capacidad para unos 81.000 espectadores.

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