La Guardia Urbana enfada al soberanismo al cifrar en 350.000 los asistentes a la marcha
La asistencia, aunque no pueda calificarse de fracaso, supone un revés para el independentismo. Cuando el Govern fue encarcelado salieron a la calle 750.000 personas
El independentismo echó el resto este sábado en Barcelona. La manifestación unitaria fue un éxito... relativo. Se había anunciado que había más de 400 autocares llegados de toda Cataluña. Según la Guardia Urbana, la manifestación congregó a 350.000 personas. La asistencia, aunque no pueda calificarse de fracaso, sí representa un serio revés para el soberanismo. Hace dos años, cuando el Govern fue encarcelado, ese mismo lugar reunió, según cifras oficiales, a 750.000 personas (los números, por tanto, deben ponerse en cuarentena). En 2017 se fletaron más de 900 autocares. La asistencia, pues, es sensiblemente menor.
En realidad, el recuento de este sábado es generoso. Si se cuenta como si todo el trayecto estuviese lleno (diez manzanas de casas, con 1,5 kilómetros de largo por 30 metros de ancho), a cuatro personas por metro cuadrado, podrían salir menos de 200.000 personas, ya que no había público por las calles adyacentes. Las fotos aéreas son bastante elocuentes.
Entre los organizadores, el enfado es monumental y achacan el recuento a la baja a una manipulación política "de los socialistas", que se manifiestan mañana (por este domingo, cuando hay convocada una manifestación de signo contrario por Sociedad Civil Catalana). Así lo dijo directamente Marcel Mauri, vicepresidente de Òmnium. “En 2017, en el mismo trayecto, nos dijeron que había 750.000 personas y ahora, con un mando socialista en la Guardia Urbana nos dicen sólo 350.000. Esto es inadmisible, una vergüenza por la que pediremos explicaciones”, clamó para justificar el pinchazo soberanista.
Y la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, redundaba en el mismo enfado. “La culpa es del responsable de la Guardia Urbana, Albert Batlle. Ya comenzó el 11 de septiembre, dando la cifra de 600.000 personas, cuando estimaciones objetivas daban mucha más afluencia. LA ANC nunca ha entrado en guerras de cifras, pero comenzamos a pensar que aquí hay intencionalidad. A ver qué cifra dan de la manifestación de mañana” (en referencia a la convocada por Sociedad Civil Catalana).
Lo cierto es que en esta ocasión ha habido menos de la mitad de asistentes que en noviembre del 2017, cuando encarcelaron a los Jordis y a 8 miembros del Govern. Ese bajón en el momento en que ya hay una sentencia (a lo que hay que añadir una inminente campaña electoral) y tras una etapa de fortísimas movilizaciones y de tensionar la calle desde todos los partidos e instituciones, evidencia un claro desgaste del soberanismo.
Los políticos, en segunda fila
Bajo el sencillo lema ‘Llibertat’, la manifestación partió con retraso. En la cabecera, la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie; el vicepresidente de Òmnium Cultura, Marcel Mauri; el presidente de la Asociación Catalana de Municipios (ACM), Lluís Soler; el presidente de la Asociación Catalana de Municipios (AMI), Josep Maria Cervera; y el secretario general de Intersindical-CSC, el exterrorista Carles Sastre. Y justamente, tras Paluzie y Mauri, asomaba la cabeza Joan Canadell, presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, que no sujetaba la pancarta pero que no renunciaba a estar en los lugares de mayor visibilidad.
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— RTVE (@rtve) October 26, 2019
En segunda fila, estaba el presidente de la Generalitat, Quim Torra, que avisó de que “el martes, se posicionó el Govern; el miércoles, el Parlament; y hoy 850 alcaldes del país, todo el municipalismo. Todos nos hemos conjurado para seguir adelante y conseguir el derecho a la autodeterminación. Llegaremos tan lejos como la gente quiera”. Torra había protagonizado por la mañana un acto en la Generalitat junto a 800 alcaldes independentistas, reunidos en el Palau para mostrar su disconformidad con la sentencia. “Solo juntos podemos acabar lo que comenzamos”, arengó el ‘president’. Tachó el juicio de “político” y afirmó que la sentencia había sido escrita “con antelación”. Por lo que llamó a “superar la dinámica de la queja y la lamentación para entrar en una dinámica positiva, constructiva y tomar la iniciativa”.
El presidente del Parlament, Roger Torrent, por su parte, aseguró que “volveremos a demostrar que lo que une a una mayoría de ciudadanos es la reivindicación de amnistía, libertad y autodeterminación”. Ajeno a las tensiones entre JxCat y ERC, subrayó que “seremos capaces de mostrar la unidad estratégica de la agenda política que comenzó con la sentencia”.
El vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, advirtió de que “por muchas sentencias que haya, este país seguirá de pie y ejerceremos las veces que haga falta el derecho a voto para defender la democracia y la autodeterminación. ERC estuvo representada también por su líder parlamentario, Sergi Sabrià, por el consejero de Educación, Josep Bargalló, y por el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián. Por su parte, la líder de JxCat en el Congreso, Laura Borràs, respondió a la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, sobre que Madrid no se sentará nunca a hablar sobre el derecho de autodeterminación, diciendo que “aquí no existen ni ese derecho ni otros”.
El exdiputado de la CUP Albert Botran recordó que ésta no es sólo una manifestación contra la sentencia, sino un “toque de atención” al Govern de la Generalitat porque “no estuvo a la altura de la respuesta popular a la sentencia”. En la zona convergente, se pudo ver también al ‘expresident’ Artur Mas. Y, por su lado, asistía también una amplia representación de la UGT, con su secretario general, Camil Ros (antiguo candidato de ERC), a la cabeza.
Había carteles con lemas diversos, como ‘Prou represió’ (Basta de represión), ‘Libertad presos políticos’, ‘La represión no es democracia’, ‘Amnistía’,o simplemente con un dibujo de la corona tachada simbolizando el rechazo a la Monarquía . Y más pancartas con ‘Independencia es libertad’ e incluso alguna con ‘Buch Dimisión’ (también uno de los lemas coreados), refiriéndose al consejero de Interior de la Generalitat. Los lemas más coreados, ‘Libertad presos políticos’, ‘libertad’, o ‘in, inde, independencia’.
Solidaridad con los detenidos
Paluzie ya advirtió antes de iniciarse la manifestación que “a mayor represión del Estado español, más movilización en las calles de Cataluña”. Luego, en el escenario, recordó: “Nos hace falta respuesta política institucional a la altura del momento histórico que estamos viviendo. Desde la calle seguiremos defendiendo todos los derechos, de forma transversal inclusiva. Pero desde las instituciones necesitamos propuestas políticas que recojan el clamor que hoy está en la calle Marina”.
La presidenta de la ANC defendió y se solidarizó con todos los detenidos por los episodios violentos de la semana pasada y terció: “También apoyamos a los jóvenes venidos de fuera, a quienes se detuvo y a los que se les quiere expulsar por haber defendido este país”. Se refería a los alborotadores de otros países de Europa que participaron en las algaradas del centro de Barcelona.
También afirmó que “la represión busca invisibilizar y por eso queremos recordar hoy los nombres de todas las personas encarceladas”. A continuación, fue citando el nombre de pila de cada uno de los detenidos por los disturbios mientras el público gritaba con fuerza la consigna ‘¡Libertad!’ tras cada uno de los nombres. Paluzie terminó recordando que “a más represión, más movilización.” Y anunció que “seguiremos de pie mientras dure la represión y la vulneración de todos los derechos”.
Marcel Mauri, por su parte, dijo que la manifestación “es un mensaje muy claro a las instituciones del Estado: presión, represión y encarcelamientos no frenan voluntad de mayoría ciudadanía de ejercer los derechos que están en riesgo”. Recordó que hay “casi 50 encarcelados y más de 1.000 perseguidos por la justicia” y subrayó que “este conflicto no se resolverá con jueces ni con represión ni con violencia policial, sino con diálogo que abra las puertas a una solución política. Nunca se puede negar el diálogo. Haría bien el Gobierno español en escuchar el clamor del pueblo de Cataluña”. Y fiel a las consignas que mantuvo su organización, aseguró que “ya lo dijo tanto la ONU como Amnistía Internacional: los presos y presas políticos han de volver a casa. ¡Ya basta de represión!”.
Blanca Bragulat, esposa de Jordi Turull, también tomó la palabra para asegurar que “la violencia no nos representa ni ahora ni nunca. Hemos sido, somos y seremos, un pueblo que afronta las injusticias con determinación y coraje, siempre desde el pacifismo”. Se solidarizó con todos los “injustamente encarcelados” y terminó subrayando que “ninguna sentencia, por dura que sea, cambiará las convicciones de millones de ciudadanos, Seguimos determinados para escoger libremente el futuro de nuestro país”.
Mientras, la plataforma Alerta Solidaria aprovechó para desplegar a sus activistas a lo largo de la manifestación para “recoge dinero para la caja de resistencia”, fondos que irán destinados a “cubrir los gastos” de los ‘represaliados’.
El independentismo echó el resto este sábado en Barcelona. La manifestación unitaria fue un éxito... relativo. Se había anunciado que había más de 400 autocares llegados de toda Cataluña. Según la Guardia Urbana, la manifestación congregó a 350.000 personas. La asistencia, aunque no pueda calificarse de fracaso, sí representa un serio revés para el soberanismo. Hace dos años, cuando el Govern fue encarcelado, ese mismo lugar reunió, según cifras oficiales, a 750.000 personas (los números, por tanto, deben ponerse en cuarentena). En 2017 se fletaron más de 900 autocares. La asistencia, pues, es sensiblemente menor.