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La posible inhabilitación de Torra pone a Moncloa a buscar otro interlocutor
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El 'president' piensa más en su salida

La posible inhabilitación de Torra pone a Moncloa a buscar otro interlocutor

Resulta altamente probable que quede inhabilitado el año que viene, ante lo cual, más allá de actitudes concretas, no ofrece incentivos para que se quiera negociar nada con él

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra. (EFE)

La futura inhabilitación de Quim Torra, que se prevé el resultado más probable del juicio que ha de afrontar el mes de noviembre en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), pesa como una losa y ha puesto a la Moncloa y a los empresarios que piden diálogo a buscar un interlocutor válido para la crisis catalana. En general, la sensación es que Torra piensa más en cómo escenificar una salida heroica de la Generalitat que en pactar un nuevo marco de acuerdo, y así no hay manera de afrontar un entorno tan complicado como el catalán, según apuntan fuentes políticas y empresariales, en especial desde las patronales.

El problema no es solo que el propio Torra haya debilitado su posición de interlocutor, por mucho que llame a Pedro Sánchez por teléfono. Por ejemplo, presentándose como un custodio del cargo o esforzándose en minar la autoridad de los Mossos en lugar de preservarla. El problema es que el 'president' tiene fecha de caducidad. El próximo 18 de noviembre, afronta un juicio por inhabilitación por haberse negado a retirar la pancarta del Palau de la Generalitat. Se prevé que Torra recurra al Tribunal Supremo, pero también que el alto tribunal no se demore en su resolución, dado que el caso sobre el papel parece muy sencillo. Es decir, resulta altamente probable que Torra quede inhabilitado el año que viene, ante lo cual, más allá de actitudes concretas, no ofrece incentivos para que se le quiera de interlocutor en un problema como Cataluña, de gran complejidad y que se prolongará en el tiempo durante años.

Foto: Quim Torra. (EFE)

Negociar con un presidente de Cataluña con el que nadie cuenta para la reelección, como prueba la operación Guardiola, y que además se verá obligado a dejar el cargo en unos meses, carece de sentido para ninguna de las partes.

Fuentes del entorno del Palau de la Generalitat aseguran que Torra piensa más en su salida y en cómo dotarla de determinada épica que en llegar a un pacto con el Gobierno español o con los sectores políticos no independentistas de Cataluña. De manera que el 'president' tampoco contaría con incentivos para mantener unas conversaciones que pudiesen llegar a buen puerto.

Negociar con un presidente de Cataluña con el que nadie cuenta, y que además se verá obligado a dejar el cargo en unos meses, carece de sentido

El 'president' puede jugar a llevar determinados sectores a su terreno. Así, por ejemplo, que unos 200 empresarios de la cena de Cecot en Terrassa se levantasen el pasado martes por la noche y empezasen a gritar “libertad presos políticos” fue un éxito. Había 1.000 empresarios en el acto, pero ese tipo de situaciones reconfortan a Torra, quien en la misma cena, siempre muy larga, dio muestras de agotamiento, según han explicado fuentes de los asistentes.

Signos de autoridad

Los empresarios quieren diálogo y emplazan a Torra a ello, como hizo ayer el presidente de Fomento del Trabajo, Josep Sánchez Llibre; y Torra alegará que no le cogen el teléfono en Moncloa, cosa que es cierta. Pero el problema de fondo es dónde encontrar un interlocutor válido para gestionar una situación a largo plazo.

Pere Aragonès sería para muchos ese nuevo interlocutor buscado, pero ni se ha desmarcado de Torra ni, por ejemplo, ha dado apoyo a los Mossos

En muchos sentidos, los ojos de empresarios y políticos de Madrid están buscando a Pere Aragonès, pero aunque este ya haya sido señalado por Oriol Junqueras como su heredero, estamos hablando de un vicepresidente que, además, no se ha desmarcado de la línea marcada por Torra y tampoco ha ganado unas elecciones. Aragonès, para muchos, es en este momento una promesa de autoridad pero no la autoridad. Aragonès, por ejemplo, se ha mostrado muy duro con la actuación de los Mossos en estos días de disturbios en Barcelona.

Mas, en el Palau Robert

Intentando llenar este vacío de poder se encuentra Artur Mas en el Palau Robert, donde tiene su despacho de 'expresident' de la Generalitat. Allí recibe a empresarios y escucha quejas, además de peticiones, según explican algunos de los que han acudido a ser recibidos en audiencia. Pero la influencia de Mas es limitada: solo una parte del PDeCAT le escucha, Torra y él mantienen una relación muy distante y en la 'conselleries' que manejan fondos carece de mano, puesto que las controla ERC. Le quedan algunas cartas, como Damià Calvet (Territori) o Àngels Chacón (Empresa), pero eso es muy poco para una Administración del peso de la Generalitat. Y su debilidad ha sido evidente a la hora de proteger a un hombre de su entera confianza, Miquel Buch (Interior), hoy foco de todas las críticas dentro del mundo soberanista.

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra (c), con los independentistas, en una de las 'marchas por la libertad'. (EFE)

De nuevo, y como siempre, el mayor obstáculo es el papel de Carles Puigdemont, quien desde Bélgica ejerce un poder real mucho mayor del que le correspondería y que supera el marco legal establecido. Su rol distorsiona cualquier política, tal y como lo está haciendo al dejar desvalidos a los Mossos en la crisis de estos días.

La futura inhabilitación de Quim Torra, que se prevé el resultado más probable del juicio que ha de afrontar el mes de noviembre en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), pesa como una losa y ha puesto a la Moncloa y a los empresarios que piden diálogo a buscar un interlocutor válido para la crisis catalana. En general, la sensación es que Torra piensa más en cómo escenificar una salida heroica de la Generalitat que en pactar un nuevo marco de acuerdo, y así no hay manera de afrontar un entorno tan complicado como el catalán, según apuntan fuentes políticas y empresariales, en especial desde las patronales.

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