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"Si mi tienda tuviese ruedas, me la llevaba a Madrid"
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"Ya no sé si decir bon día o buenos días"

"Si mi tienda tuviese ruedas, me la llevaba a Madrid"

La mayoría de los negocios del centro han amanecido cerrados. Había mucho miedo a sufrir destrozos entre algunos propietarios

Foto: Muchas tiendas han cerrado; otras, están en 'servicios mínimos'. (EFE)
Muchas tiendas han cerrado; otras, están en 'servicios mínimos'. (EFE)

A las once de la mañana, en la terraza del Bar Estudiantil de Plaza Universidad costaba encontrar mesa. Decenas de chavales envueltos en esteladas preparaban allí la jornada, planeando entusiasmados un nuevo día de aventuras. No había piquetes para los camareros que les servían cafés y cervezas serpenteando y saltando sobre la parafernalia revolucionaria (banderas, pósteres, folletos) que se acumulaba en el suelo. Los principales protagonistas de las marchas a estas horas son precisamente ellos: muchachos muy jóvenes, algunos adolescentes de instituto, que sienten que están haciendo historia. A media mañana, su principal actividad revolucionaria es abuchear un helicóptero.

En una esquina caían dos botellines al suelo y las mesas circundantes daban un brinco desproporcionado. El chasquido de los cristales suena familiar después de varias noches de disturbios. Recuerda, por ejemplo, a lo ocurrido anoche a unas manzanas de distancia, en Pau Claris con Valencia, donde los Mossos lo pasaron peor para contener a los radicales. A pesar de la diligencia del Ayuntamiento (aparecen nuevos contenedores cada mañana para sustituir a los que ardieron) todavía hay algún macetero por el suelo, canicas de cristal y un trozo de madera con dos clavos en un extremo. Un grupo de latinoamericanos en mono de trabajo intenta sellar las grietas de la fachada de una sucursal de La Caixa.

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La mayoría de los negocios del centro han amanecido cerrados. Había mucho miedo a sufrir destrozos entre algunos propietarios. Al final, la mayoría de quienes abrieron dicen no haber tenido por ahora problemas de piquetes. "A ver qué pasa por la tarde. Si no tengo más remedio, bajo la persiana", dicen en una pastelería de la Calle Casanova. Los más despreocupados son, una vez más, los inmigrantes que regentan tiendecillas de barrio: bodegas de alimentación, de móviles, de souvenirs. Incluso los manteros del Pes de la Palla siguen en su sitio.

Entre quienes han abierto, muchos tienen ganas de hablar. Marga, que regenta una tienda de ropa en una de las zonas afectadas anoche, dice que si pudiese se marcharía de Cataluña para siempre. "Si la tienda tuviese ruedas, me la llevaba a Madrid. Es insoportable esto. Esta semana, desde el lunes me han dejado sin clientes. Y por la mañana no sé si me voy a encontrar la tienda reventada. Ya no sé si decir 'bon día' o 'buenos días' cuando la gente entra por la puerta. A veces saludo en inglés, como si fueran extranjeros, para ver en qué idioma me responden".

placeholder Miles de personas participando en las 'Marchas por la libertad'. (EFE)
Miles de personas participando en las 'Marchas por la libertad'. (EFE)

Los servicios mínimos han respondido en general sin problemas. En Poble Sec, una madre asomaba esta mañana en la guardería sin saber qué iba a encontrarse. Al final han llegado más niños y ha podido dejar al suyo. Ella se quedará en casa adelantando trabajo, igual que su marido. Celia, una abogada que tiene despacho en Les Corts, ha hecho algo parecido. "No he pasado por el despacho pero tengo un grupo de Whatsapp en el que somos todos autónomos y vamos a trabajar desde casa la mayoría. A mí la sentencia me parece una barbaridad jurídica, pero esto de paralizar todo, de destrozar la economía y tirar adoquines a la policía no creo que vaya a servir para nada. Al revés", dice.

Foto: Un grupo de manifestantes realiza una sentada en la Plaza de España de Barcelona. (EFE)

De los tipos que encienden piras por la noche no hay ni rastro a mediodía. Ni en las calles, ni en las marchas. A unos británicos se lo explican al hacer el' check-in', en pleno Raval, como si fuese una información turística. "Por el día no pasa nada, sale la gente pacífica. Quedaos por la zona y cuando caiga la tarde os volvéis a la habitación porque puede ser peligroso. El resto de la ciudad ya la veréis más tranquilos mañana". Queda optimismo.

A las once de la mañana, en la terraza del Bar Estudiantil de Plaza Universidad costaba encontrar mesa. Decenas de chavales envueltos en esteladas preparaban allí la jornada, planeando entusiasmados un nuevo día de aventuras. No había piquetes para los camareros que les servían cafés y cervezas serpenteando y saltando sobre la parafernalia revolucionaria (banderas, pósteres, folletos) que se acumulaba en el suelo. Los principales protagonistas de las marchas a estas horas son precisamente ellos: muchachos muy jóvenes, algunos adolescentes de instituto, que sienten que están haciendo historia. A media mañana, su principal actividad revolucionaria es abuchear un helicóptero.

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