El catalanismo moderado afina en Poblet un "pacto de conveniencia" con España
El encuentro no sirvió para conspirar contra Puigdemont, sino que se abordaron otras cuestiones como la economía, la educación o la organización social
Hubo un tiempo en que todos los miembros del Gobierno catalán y algunos altos cargos de Convergència Democràtca de Catalunya (CDC) se reunían una vez por mes en el monasterio de Poblet bajo la batuta de Jordi Pujol para recibir las consignas ideológicas que habían de marcar su actuación política. Les llamaban 'ejercicios espirituales' por el marco religioso del lugar y el formato en que se realizaban y a ellos no solía faltar nadie a menos que no tuviera interés por su carrera política.
La reunión de Poblet de este fin de semana de los postconvergentes tiene también un cierto olor a 'ejercicios espirituales'. Hasta el monasterio se desplazaron la senadora Marta Pascal, los exdiputados Carles Campuzano, Mercè Pigem y Jordi Xuclà y el exconsejero de Territorio y exalcalde de Sant Cugat Lluís Recoder, miembros del sector más moderado del PDeCAT y represaliados por Carles Puigdemont. Pero había también exconvergentes que ya están fuera del PDeCAT y que militan en otros partidos, como Lliures o Convergents, dos de las formaciones surgidas de sendas escisiones. De Lliures, estaba su portavoz, Roger Montañola, que según algunas fuentes tuvo que marcharse antes del final del cónclave, y Josep Solé, dirigente de esta formación y director del Instituto de Estudios Financieros. De Convergents, su secretaria de Organización, Sílvia Requena, o Jordi Cordón.
Fue, pues, un encuentro de viejos amigos y compañeros de partido. "Eran unas 250 personas, la mayor parte de las cuales habían tenido cargos de responsabilidad en los gobiernos de Artur Mas", señala a El Confidencial uno de los asistentes a la reunión. Y otro de los reunidos detalla que "fue un acto poco político. Casi podría decirse que tenía más pinta de académico, de reflexión, que de político en sí". Un tercer asistente afina más: "Había mucho profesor universitario y profesionales liberales, pero no cargos políticos ni que deben obediencia a algo o alguien. Se podría decir que fue una reunión para hacer una aportación que no sabemos si tendrá fruto político".
Otro de los asistentes vincula la asistencia a los temas tratados y a la reflexión y autocrítica que los postconvergentes hicieron: "Se trata de un encuentro intelectual con las dosis de honestidad que hacen falta para reconocer las verdades y, además, decirlas. O sea, hemos estado aquí unos 200 valientes". Lo de menos, afirman, es que hubiese destacados políticos, que al fin y al cabo no intervinieron.
El encuentro no sirvió para conspirar contra Puigdemont, sino que se abordaron cuestiones más prosaicas: la visión sobre temas como la economía, la educación o la organización social. "Se hizo una labor de análisis, aunque no se abordó la estrategia política. Y eso porque, en realidad, era un grupo de gente que se plantea qué quiere que sea Cataluña en el futuro, lo cual tiene una connotación menos política".
Cuatro documentos de trabajo
En realidad, se manejaron cuatro documentos. El primero era una ponencia económica que contiene 80 medidas. Explicaba la situación actual y hacia dónde debe irse. El segundo documento fue una ponencia política, que viene a decir que la independencia es un ideal, "pero no a cualquier precio. Hay límites". Reconoce que el independentismo ha cometido el error de creer que todo vale, "pero no se puede consentir cuando se vulnera el estado de derecho, porque eso es antieuropeo y el catalanismo siempre ha sido europeísta".
En este apartado, se abordaba también el tema de los políticos presos. En los documentos no aparece la alusión a "presos políticos" y reconoce que eso es una cuestión jurídica que habrá que ver cómo se resuelve. "No se pone el dedo en la llaga", explica uno de los presentes. El documento, sin embargo, realiza una propuesta de solución, que "solo pasa por un pacto con el Estado español, o cual quiere decir que los puentes rotos se han de reconstruir". También es rotundo al rechazar la unilateralidad. "Hay que tomar el ejemplo de Ortega y Gasset y hacer un Pacto de Conveniencia con el Estado. Nosotros decimos que divorcio no y, si hay que convivir, busquemos la fórmula más cómoda para todos".
Una tercera ponencia evaluaba el tema social, en el que se apuesta por la promoción y la exportación del talento y se minora la variable lingüística. Y la cuarta ponencia era la relativa a la cultura y valores, en la que también se abordaba el tema de la inmigración y de la necesidad de una política común europea. "El catalanismo siempre ha sido integrador, pero no podemos caer en el buenismo", afinaba la propuesta.
El miércoles pasado, una reunión de representantes de diferentes formaciones de este segmento nacionalista se reunieron en un restaurante de Barcelona y ahí sí hubo calado político. “Se trataba de explorar una confluencia con los máximos actores para poder tomar posibles acciones de todo tipo. Pero en Poblet, la gente acudió de forma individual y para realizar una reflexión más social que política”, indica uno de los asistentes que tuvo responsabilidades en la extinta CiU. En otras palabras: se abría la posibilidad de articular un centro catalanista con una estrategia totalmente opuesta a la que siguen Puigdemont y Torra, lo cual significaría reconstruir un gran centro catalanista similar al que ocupaba Convergència.
Lo más positivo
En Poblet, en cambio, se sentaron las bases de una nueva filosofía del catalanismo que busca salvaguardar el estado de derecho y es más posibilista que la senda emprendida por Puigdemont y sus seguidores. "Lo más positivo es la elaboración de documentos que nos marcan un camino para el encuentro de soluciones al grave conflicto en que nos encontramos".
El encuentro ha sido impulsado por la plataforma El País de Demà (El País de Mañana), tras la cual está Jordi Amat, uno de los gurús económicos de Artur Mas. Antoni Garrell será la cara visible de este nuevo movimiento que nace con la confianza de plantar cara a la unilateralidad: nadie de los que acudió a Poblet renuncia a la independencia, pero creen que hay que dar un giro a la política catalana y, sin abandonar esa meta, sí corregir la política de la unilateralidad y de confrontación permanente con el Estado español.
En otras palabras: se abría la posibilidad de articular un centro catalanista con una estrategia totalmente opuesta a la de Puigdemont y Torra
La cobertura organizativa del encuentro corrió a cargo de una fundación en la que tiene cargo el propio Garrell y cuenta con el apoyo jurídico del que había sido letrado mayor del Parlament Antoni Bayona.
Las fuentes consultadas coinciden en señalar que la plataforma El País de Demà está todavía en una "fase muy inicial". De momento, este encuentro ha sido la primera acción pública que realiza, aunque no se articula como un movimiento político ni como una nueva formación en el panorama político catalán.
Hubo un tiempo en que todos los miembros del Gobierno catalán y algunos altos cargos de Convergència Democràtca de Catalunya (CDC) se reunían una vez por mes en el monasterio de Poblet bajo la batuta de Jordi Pujol para recibir las consignas ideológicas que habían de marcar su actuación política. Les llamaban 'ejercicios espirituales' por el marco religioso del lugar y el formato en que se realizaban y a ellos no solía faltar nadie a menos que no tuviera interés por su carrera política.
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