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La investidura de Pedro Sánchez se convierte en el primer pulso entre Mas y Puigdemont
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Rebelión de los diputados en Madrid

La investidura de Pedro Sánchez se convierte en el primer pulso entre Mas y Puigdemont

Los diputados de JxCAT en Madrid, siete y en su mayoría muy cercanos a Puigdemont, se niegan a reconocer la autoridad de Mas para una cuestión tan capital como la investidura

Foto: Artur Mas y Carles Puigdemont. (EFE)
Artur Mas y Carles Puigdemont. (EFE)

El poeta romántico alemán Friedrich Schiller dijo una vez: “Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano”. Artur Mas sacó a pasear todo su prestigio político para salvar a JxCAT, pero hasta los dioses de la política se estrellan a veces contra una pared. La pasada semana salió de Waterloo convencido de que Carles Puigdemont le había entregado las llaves de JxCAT para convertirlo en un partido de verdad. Pero la primera llave que Artur Mas ha probado resulta que no encaja en la cerradura. Es el caso de los diputados de Madrid de JxCAT, que no reconocen la autoridad de Artur Mas para decidir cuál ha de ser la postura en la investidura de Pedro Sánchez. La paz ha durado una semana y la abstención en la presidencia de Pedro Sánchez se ha convertido en el primer pulso entre Artur Mas y el residente en Waterloo, entre el independentismo interior, pragmático, y el autodenominado 'exilio catalán', que apuesta por el 'cuanto peor, mejor'.

Ayer quedó claro que los diputados de Madrid, siete y en su mayoría muy cercanos a Puigdemont, como Laura Borràs, Míriam Nogueras o Jaume Alonso Cuevillas, entre otros, no reconocen la autoridad de Mas para una cuestión tan capital como la investidura que afianzará a Pedro Sánchez en la Moncloa, según desvelan fuentes de esta formación política. Ayer, ni Laura Borràs, ni Nogueras ni otros parlamentarios quisieron atender las llamadas de El Confidencial.

El debate de investidura será en julio aunque no den los números

Por si había alguna duda, Junts per la República (JxRep), una organización que agrupa a los diputados independientes de JxCAT, se precipitó a hacer un comunicado. Había que responder a la carta de los presos respaldando a Mas. “JxRep reclama un no a la investidura de Pedro Sánchez. Por responsabilidad, por coherencia y porque sería absurdo que las víctimas de la represión saliesen al rescate del Gobierno de un Estado que criminaliza el independentismo, lo persigue y lo encarcela. La ruptura cotidiana ha de tener efectos reales en la política parlamentaria”. El texto además pone unas exigencias para iniciar el diálogo que no podría asumir ningún partido político español, como suspender la prisión preventiva de los presos o una mesa para negociar un referéndum pactado.

Razón y sentimiento

Artur Mas sabía que no le bastaba con la razón para imponer un giro de timón como este. Por eso necesitaba la baza sentimental: el apoyo de los presos. Ayer lo tuvo, pero tal como se conoció la iniciativa, si bien la carta en sí no se ha hecho pública, empezó a vislumbrarse la oposición con la que topaba su propuesta. De manera oficial, JxCAT en el Congreso solo reconoce que “el debate sobre la investidura está abierto y hay posicionamientos diferentes en el seno del grupo”, o lo que es lo mismo: no haremos lo que diga Artur Mas de buenas a primeras.

A Puigdemont le ha bastado con el silencio para demostrarle a Artur Mas quién manda en JxCAT y a quién se muestran fieles los diputados en Madrid


Carles Puigdemont calla desde Waterloo. Hace ver que está centrado en conseguir su acta de eurodiputado. Pero la partida clave se juega en Madrid. Puigdemont se encuentra cómodo jugando a la contra y torpedeando a la Moncloa. En cambio, Artur Mas y los herederos de Convergència añoran los tiempos de la bisagra pujolista. Los intentos de independencia unilateral dan épica, pero desde 2012 los políticos catalanes han ido perdiendo poder real de manera progresiva. Y esa tendencia es la que ahora Artur Mas y los que defienden la abstención para facilitar que Pedro Sánchez acceda a la presidencia y siga instalado en la Moncloa pretendían revertir.

Una semana

El pasado político de Mas es glorioso. Pero su poder real sobre JxCAT en el presente queda en cuestión. Puigdemont no se le ha enfrentado de manera directa, pero está dejando clara su ascendencia sobre los diputados en Madrid. Le ha costado una semana para demostrar quién manda, más allá de lo que se hubiese acordado en la reunión en Bruselas.

Foto: Artur Mas. (EFE)

La mayoría de los diputados en el Congreso son fieles a Waterloo. Y, además, Puigdemont controla la mayor parte de los voceros soberanistas que generan opinión entre las bases, recuerdan desde su entorno en Bélgica. Esos mismos votantes enganchados a lemas como 'Ni un pas enrera' (Ni un paso atrás) u 'Ho tornarem a fer' (Lo volveremos a hacer). La carta de los presos era el as en la manga de Artur Mas para salirse con la suya. Por ahora, no lo ha conseguido.

El poeta romántico alemán Friedrich Schiller dijo una vez: “Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano”. Artur Mas sacó a pasear todo su prestigio político para salvar a JxCAT, pero hasta los dioses de la política se estrellan a veces contra una pared. La pasada semana salió de Waterloo convencido de que Carles Puigdemont le había entregado las llaves de JxCAT para convertirlo en un partido de verdad. Pero la primera llave que Artur Mas ha probado resulta que no encaja en la cerradura. Es el caso de los diputados de Madrid de JxCAT, que no reconocen la autoridad de Artur Mas para decidir cuál ha de ser la postura en la investidura de Pedro Sánchez. La paz ha durado una semana y la abstención en la presidencia de Pedro Sánchez se ha convertido en el primer pulso entre Artur Mas y el residente en Waterloo, entre el independentismo interior, pragmático, y el autodenominado 'exilio catalán', que apuesta por el 'cuanto peor, mejor'.

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