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Vuelve Carod: los gurús del secesionismo estudian cómo "dinamitar" Europa
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LA IMPORTANCIA DE 'ASALTAR' LA UE

Vuelve Carod: los gurús del secesionismo estudian cómo "dinamitar" Europa

El independentismo intenta llevar el conflicto catalán al corazón de la UE, provocar que Europa vea ese conflicto como algo propio y no como una cuestión interna de España

Foto: El exvipresidente de la Generalitat de Cataluña y exlíder de ERC. (EFE)
El exvipresidente de la Generalitat de Cataluña y exlíder de ERC. (EFE)

El independentismo libra la que puede ser su última batalla en las instancias europeas. El hecho de que tanto Carles Puigdemont como Oriol Junqueras, los representantes de las dos formaciones soberanistas más grandes optasen por encabezar sendas candidaturas en las últimas elecciones europeas no es una cuestión baladí: es el intento del independentismo de llevar el conflicto catalán al corazón de la UE, provocar que Europa vea ese conflicto como algo propio y no como una cuestión interna de España y hacer que las instituciones comunitarias tomen partido de alguna manera.

Nunca han escondido los 'indepes' que la batalla exterior es la 'madre de todas las batallas' y que su éxito depende del reconocimiento internacional: o alguien reconoce a Cataluña como sujeto político o el 'procés' habrá acabado. El empeño ahora será, pues, provocar que a Europa le duela Cataluña, que sea consciente de que tiene un grave problema dentro de sus fronteras. Y por ese frente apuestan todos los teóricos del independentismo, desde Josep Lluís Carod-Rovira hasta otros menos conocidos.

Foto: Junqueras en la última sesión del juicio del procés. (EFE)

"Si queremos que intervenga Europa e imponga un referéndum, es preciso que Europa vea que el conflicto catalán está perjudicando los intereses de toda Europa, que vea que no es solo un asunto interno español, que vea que tiene una trascendencia supranacional, que se dé cuenta de que supone un riesgo creciente para Europa". Así se expresa en una interesante reflexión Ramir de Porrata-Doria, uno de los gurús de la ruptura, que antes que gurú fue empresario, doctor ingeniero de telecomunicaciones y responsable de Análisis Estratégico del Cercle Català de Negocis (CCN), además de integrar la lista de JxCAT en las últimas autonómicas.

Gonzalo Boye, coordinador de la defensa internacional de Carles Puigdemont, escribía el pasado 15 de marzo que "nuestra legislación ya no es un conjunto de normas territorialmente limitadas, sino que forman parte de un conjunto mayor que regula una serie de derechos y libertades que ni pueden afinarse desde fiscalía ni pueden controlarse desde atrás". En otras palabras, explicaba que "España juega en Europa y, por tanto, las reglas locales han de ser interpretadas a la luz de las reglas europeas". De ahí que sea tan importante conmover a las instituciones comunitarias a la hora de abordar el conflicto catalán.

Pero el independentismo, aunque sea el independentismo letrado, obvia que el artículo 4.2 del Tratado de la UE, que dice textualmente que "la Unión respetará las funciones esenciales del Estado, especialmente las que tienen por objeto garantizar su integridad territorial". Y llevar el conflicto catalán por esos derroteros es entrar en arenas movedizas.

Las tres vías

De Porrata augura tres vías para culminar el nuevo 'procés'. La primera es ensanchar la base social para hacer un referéndum "inevitable"; la segunda, mantener el pulso al Estado y provocar la desestabilización de Europa, "que acabará imponiendo un referéndum". Y la tercera, seguir la vía unilateral, con tres alternativas: "por iniciativa de los políticos, por iniciativa de la gente o por iniciativa conjunta".

Respecto a la vía del ensanchamiento de la base social del independentismo, el ideólogo señala varias medidas a tomar: "Aplicar políticas sociales desde la Generalitat que beneficien a todos los catalanes, tanto unionistas como independentistas, penetrar en sectores sociales poco afines haciendo trabajo de calle, de proximidad, ayudando a las personas; captar a políticos de otras formaciones que tengan un seguimiento en sectores sociales 'de frontera'".

Esta es la vía "idónea" desde un punto de vista teórico, porque "cuanto más seamos, más fuerza tendremos para superar al Estado". Además, al ser una vía pactada "no habrá represión" y "los costes de transición entre la autonomía catalana y el Estado catalán son mucho menores". Pero, sin embargo, esta vía tiene inconvenientes. "Primero, muchos unionistas lo son por sentimiento identitario, por lazos afectivos con su amada España. No cambiarán de parecer aunque la Generalitat aplique políticas sociales. Por ejemplo, después de que el 'conseller' Comín, de ERC, impulsase la construcción del Hospital de Viladecans, el partido que más creció en Viladecans el 21-D no fue ERC, sino Ciudadanos".

Foto: Adriana Lastra, con el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, este 13 de junio en el Congreso. (EFE)

Por si fuera poco, emerge la duda de cuál es el porcentaje de base social necesario para forzar un referéndum. "Es altamente improbable que el Estado acepte un referéndum aunque seamos el 90% por diversas razones: no considera a Cataluña como un sujeto político. Considera a Cataluña como una posesión; argumentará que la Constitución no lo permite". Por tanto, concluye que esta vía deja la decisión en manos del Estado, o sea, "del adversario". Y eso "es muy arriesgado".

De Porrata se muestra partidario de ensanchar la base, pero eso es insuficiente. "La vía 2 se basa en mantener el pulso con el Estado y, fruto de la inestabilidad resultante, Alemania como líder europeo, seguida por otros Estados europeos, deciden intervenir imponiendo un referéndum en el Estado español". En este punto, tanto De Porrata como otros teóricos del independentismo, como Bernat Deltell, recuerdan que ha habido intervenciones europeas entre bambalinas para interferir en el 'procés': llamadas de Merkel a Rajoy y Sánchez, manifestaciones del presidente del Bundestag, Wolfgang Schaubel, de la ministra de Justicia, Katarina Barley, del SPD y de Die Linke. Este pequeño partido es el que presentó hace pocos días una moción en el Bundestag para que el Gobierno alemán busque una solución negociada al "conflicto de Cataluña con el Estado español".

En esta estrategia, De Porrata coincide con otros teóricos del independentismo, como el exvicepresidente del Govern y expresidentes de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira. El pasado 8 de mayo, Carod-Rovira explicaba en un artículo que "vincular nuestro futuro al de España es un error de magnitud colosal". Y apostaba por una vía dura: "Hemos de hacer que la intransigencia española constituya un problema insalvable para Europa. Hemos de conseguir que el problema español incomode a Europa, que sea Europa quien vea temblar, realmente, los fundamentos políticos, los intereses económicos y la credibilidad democrática (…) Es preciso que todos se den cuenta de que la negativa española a encontrar una solución pacífica y democrática para resolver el contencioso catalán constituye un factor permanente de inestabilidad en la Unión Europea".

placeholder Josep Lluís Carod-Rovira. (EFE)
Josep Lluís Carod-Rovira. (EFE)

Confrontar España y Europa

El intento de internacionalización está muy vivo. Gonzalo Boye señalaba el 7 de junio que "es el momento de confrontar este proceso con las leyes de Europa, aquellas ante las cuales el Tribunal Supremo se ha estrellado en diversas ocasiones". Su estrategia es confrontar la legalidad española con las instituciones de la UE. "Lo que hay que preguntarle al TJUE es si lo resuelto en Alemania [sobre la extradición de Puigdemont] es vinculante para el Supremo, si es compatible con los principios básicos de la UE (libertad, seguridad y justicia sin fronteras) que promulga el artículo 2 del Tratado de Lisboa".

Siguiendo este hilo argumental, De Porrata es consciente de que la vía de la protesta no es suficiente y de que "es necesario asumir riesgos y tomar decisiones valientes", al mismo tiempo que concreta que "es preciso actuar en diversos frentes". En concreto, en los frentes judicial, político, económico y social. El judicial se basa en "poner en evidencia la prevaricación judicial española", además de llevar a la justicia española ante los tribunales internacionales y en "forzar errores judiciales españoles, por ejemplo, el intento de bloqueo al 'president' Puigdemont en las elecciones europeas".

"Es el momento de confrontar este proceso con las leyes de Europa, aquellas ante las cuales el TS se ha estrellado en diversas ocasiones"

En el frente político, destaca "votar masivamente en todas las elecciones para demostrar a Europa que somos más del 50%". Otra de las medidas es "tumbar leyes españolas en el Congreso, siempre que no perjudiquen intereses de los catalanes". Asimismo, destaca como otras medidas el "incomodar profundamente a los estamentos europeos (por ejemplo, la prohibición de la conferencia de los presidentes Torra y Puigdemont en el Parlamento Europeo, el impedimento de entrada al Europarlamento al presidente Puigdemont y a Toni Comín). Y, desde luego, “apuntarnos masivamente al Consell per la República".

En el frente económico enumera el tumbar los presupuestos generales del Estado si este no se doblega a negociar el derecho a la autodeterminación. Además, propugna "abandonar a las empresas del Ibex y contratar a Parlem, Caixa d’Enginyers, Som Energia, etc.". Por último, "conquistar centros de poder: cámaras de comercio, patronales y sindicatos". En el frente social, apuesta por "seguir una estrategia activa y multitudinaria de desobediencia civil, como hicimos el 1-O, como propone Jordi Cuixart"; y "aplicar paros de país selectivos y bien organizado".

El independentismo libra la que puede ser su última batalla en las instancias europeas. El hecho de que tanto Carles Puigdemont como Oriol Junqueras, los representantes de las dos formaciones soberanistas más grandes optasen por encabezar sendas candidaturas en las últimas elecciones europeas no es una cuestión baladí: es el intento del independentismo de llevar el conflicto catalán al corazón de la UE, provocar que Europa vea ese conflicto como algo propio y no como una cuestión interna de España y hacer que las instituciones comunitarias tomen partido de alguna manera.

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