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El plan de ANC y Òmnium: desobediencia civil y 'diplomacia de proximidad'
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LOS RADICALES CONFLUYEN EN LA UNILATERALIDAD

El plan de ANC y Òmnium: desobediencia civil y 'diplomacia de proximidad'

El objetivo es tensionar la sociedad civil, cuyo grado de movilización decayó en las últimas semanas, cosa que ha hecho saltar las alarmas entre las fuerzas soberanistas

Foto: Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, en el juicio del 'procés'. (EFE)
Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, en el juicio del 'procés'. (EFE)

Desobediencia civil, diplomacia de proximidad, movilización continua en las calles y, sobre todo, unilateralidad. Todos estos ingredientes serán el principal componente de la política catalana durante los próximos meses. En ese cóctel explosivo, cada entidad, cada Administración y cada partido tienen su propia responsabilidad. La meta es solo poner entre la espada y la pared al Estado español y avanzar en la ruptura con España. Y, sobre todo, tensionar la sociedad civil, cuyo grado de movilización decayó en las últimas semanas y ha hecho saltar las alarmas entre las fuerzas soberanistas.

De momento, Òmnium Cultural ya ha organizado para los días 4 y 5 de julio las Jornadas sobre la Desobediencia Civil. "Cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecerla", dice el lema reproducido en los carteles propagandísticos del acto, una frase de Ghandi que deja una gran incógnita en el aire: ¿quién determina que una ley es injusta? ¿Un ciudadano al que no le guste una norma? ¿Un partido político? ¿Una entidad cívica sin representatividad social oficial? ¿O un Parlamento elegido democráticamente con los votos de la mayoría de la población?

Foto: Marina Roig. (EFE)
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La Asamblea Nacional Catalana (ANC) no se queda con los brazos cruzados. Esta entidad, que es la otra gran fuerza social utilizada por los grandes partidos y por el Govern para movilizar la calle, inició esta semana cursillos para ser ‘embajador’ del ‘procés’. Estos comenzaron esta semana en Manresa y están coordinados por el Foreing Friends of Catalonia (FFC), que contra lo que pudiera parecer es otra entidad soberanista que opera en Cataluña.

“Tú también puedes ser embajador. Cómo hacer diplomacia de proximidad”, dicen los carteles anunciadores de esta actividad. Las charlas son pronunciadas por Pat Vila, una activista coordinadora de FFC. Esta organización ya funciona desde verano pasado, cuando empezó a invitar a periodistas extranjeros y les proporcionó estancia gratis en Cataluña así como entrevistas con los capitostes del 'procés', una iniciativa que intentó hacerse pasar por apolítica pero que estaba manejada desde el principio por la ANC y el Govern.

placeholder Cartel que llama a la manifestación. (EC)
Cartel que llama a la manifestación. (EC)

En su página, que solo está disponible en catalán e inglés, detalla que la primera publicidad de este grupo fue la creación de una cuenta en Twitter en febrero del año pasado y diariamente traduce a cinco idiomas (inglés, alemán, francés, italiano y holandés) los tuits más relevantes de “personalidades significativas que se hayan destacado por la difusión y defensa de la causa catalana”.

“Salgamos a derrocar al Estado”

La otra gran pata del ‘agit-prop’, la movilización permanente en la calle que reclaman tanto la ANC como Òmnium, tiene en la CUP uno de sus agentes más activos. Los cuperos, que han sufrido un severo varapalo en las municipales al quedarse fuera del Ayuntamiento de Barcelona (tenían tres concejales), vuelven a pensar en las movilizaciones callejeras para recuperar el protagonismo perdido. De hecho, las candidaturas de la CUP perdieron 100.000 votos desde 2015 y tienen 40 concejales menos.

El núcleo duro de la CUP, articulado en torno al pequeño partido Endavant, se desmarca ahora del Govern de Quim Torra, al que llama ‘Govern efectiu’. Le acusa de “subyugar todas las voces disidentes del independentismo críticas con su retorno al autonomismo y al abandono de lo que significó el 1-O”. Los radicales apuestan no solo por la desobediencia sino también por la movilización permanente como arma para enfrentarse al Estado.

Foto: Mossos d'Esquadra de patrulla. (EFE)

La propia Mireia Boya, exportavoz de la CUP, se destapaba este jueves por la mañana con un mensaje en las redes sociales que resume la hoja de ruta radical: “Me despierto pensando que tras las palabras de todos ayer en el Tribunal Supremo tenemos la obligación moral de estar a la altura en la reacción a la sentencia. Y sí, salgamos a derrocar al Estado”. Poco antes, había llamado a la “desobediencia civil masiva y no violenta” y subrayaba que los ultraindependentistas no aceptarán la excusa de que todo lo que pasó iba de farol, la afirmación de que se ha acabado la lucha, y descartan entrar en una fase de diálogo.

Para Endavant, “la Generalitat se muestra fiel a un Estado español que desencadena una operación represiva contra los derechos nacionales y sociales de nuestro país; una represión, recordémoslo, que no apunta solo a líderes políticos y sociales, como hay cierto interés en hacer creer, sino que es un escarmiento contra la gente de la calle, contra el pueblo organizado; que la Generalitat critique a la policía española por las detenciones del 16 de enero pero que actúe de la misma manera con su policía es de una hipocresía y de un cinismo enorme solo apto para el más insensible de los gobiernos”.

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Manifestación convocada por el sindicato independentista Intersindical-CSC en Barcelona. (EFE)

“No cederemos a la represión ni al chantaje colaboracionista", afirma un escrito de Endavant. "Entendemos que la desobediencia no es solo un acto personal, sino también un acto colectivo y es, además, la herramienta que tenemos para luchar contra las leyes y persecuciones judiciales injustas frente a la movilización popular y el proceso hacia la independencia”, prosigue.

De la misma manera, Poble Lliure, el otro partido con peso específico dentro de la CUP, apuesta por la radicalización de las acciones. En las elecciones del 26-M, según un escrito de reflexión de este partido, ha habido un retroceso de la izquierda equidistante, debido “a su negativa a asumir posiciones claras de ruptura en el conflicto democrático entre el pueblo catalán y el Estado transfranquista”.

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El Foreign Friends of Catalonia promueve actos sobre 'diplomacia de proximidad'. (EC)

Con una curiosa lectura de los resultados, asegura Poble Lliure que “donde estas opciones han manifestado más sintonía o proximidad con el movimiento popular republicano, estas opciones han mantenido posiciones o incluso han avanzado (el caso de Barcelona con Jaume Asens y las denuncias del 1-O o el caso Terrassa con la recomposición de este espacio político encabezado ahora por Jordi Ballart)”. Pero resulta que precisamente Asens, cabeza de lista de Podemos en las generales, perdió casi 200.000 votos en la demarcación de Barcelona, pasando de nueve a seis diputados y bajando de primera a tercera fuerza.

Ante ello, los radicales insisten, como dejó plasmado la diputada Maria Sirvent este jueves en el Parlament valorando un año de gobierno de Torra, en que “son precisas recetas valientes para hacer frente a la inminente crisis económica, democrática e institucional”. Y apuesta por “construir soberanías para poder ejercer la autodeterminación, y no Governs que las vendan al mejor postor”. En otras palabras, crear la realidad paralela con ‘soberanías de la calle’ que se contrapongan a las instituciones, lo que significa más tensión, más conflicto y más inestabilidad.

Desobediencia civil, diplomacia de proximidad, movilización continua en las calles y, sobre todo, unilateralidad. Todos estos ingredientes serán el principal componente de la política catalana durante los próximos meses. En ese cóctel explosivo, cada entidad, cada Administración y cada partido tienen su propia responsabilidad. La meta es solo poner entre la espada y la pared al Estado español y avanzar en la ruptura con España. Y, sobre todo, tensionar la sociedad civil, cuyo grado de movilización decayó en las últimas semanas y ha hecho saltar las alarmas entre las fuerzas soberanistas.

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