Colau gana tiempo insistiendo en la fórmula imposible del pacto a tres con ERC y PSC
La decisión se está aterrizando a las bases de Barcelona en Comú, quienes tendrán la última palabra sobre el acuerdo, que será ratificado por la militancia
Ada Colau sigue insistiendo en la fórmula de un acuerdo entre todas las izquierdas para formar el próximo Gobierno municipal en el Ayuntamiento de Barcelona, que además de los 'comuns' incluya a ERC y PSC. Una fórmula que rechazan de plano tanto republicanos como socialistas, pero de la que Barcelona en Comú evita moverse desde el día después de las elecciones, mientras negocia por separado con cada uno de estos actores. La actual alcaldesa es consciente de que debe elegir entre gobernar con Ernest Maragall, la lista más votada con apenas 5.000 votos por encima de Barcelona en Comú, y los mismos concejales, o hacerlo con los socialistas de Jaume Collboni y el apoyo, supuestamente sin contraprestaciones, de Manuel Valls para establecer así un cordón sanitario al independentismo. Hay debate interno y el adelanto de las elecciones autonómicas, previsiblemente a otoño, condiciona las estrategias.
La decisión se está aterrizando a las bases de Barcelona en Comú, quienes estos días se reúnen para debatir las diferentes opciones. Tendrán la última palabra sobre el acuerdo, que será ratificado por la militancia. La pregunta y las diferentes opciones que se someterían a votación todavía están por definir y dependerán de cómo avancen las negociaciones. Colau gana tiempo al no moverse de su posición de partida, tratando de ocupar el centro, y los republicanos comienzan a mostrar ciertas cesiones.
Este lunes acudieron a la reunión de los equipos negociaciones con la disposición de no incluir a los neoconvergentes de JxCAT en un hipotético acuerdo con los 'comuns'. Era una de las principales exigencias de Barcelona en Comú. Una concesión, sin embargo, de la que los 'comuns' dijeron no fiarse, según declaraba la número dos de Colau este lunes, Janet Sanz. Tras insistir a los medios de comunicación en la opción del tripartito tras reunirse con ERC, los republicanos movieron ficha lanzando una convocatoria a Collboni para celebrar una reunión formal. Hasta el momento, no entraba en la hoja de ruta de ninguna de estas organizaciones sentarse a una misma mesa de negociación, y el socialista rechazó la invitación.
El matiz de Maragall es que no se hablaría de pactos, sino que su objetivo era "conocer su posicionamiento", en referencia al cabeza de lista de los socialistas. A última hora de ayer, no se había trasladado una respuesta. Una señal, sin embargo, de que los bloques no eran tan sólidos, y es que esta misma semana voces de peso en los 'comuns', como la del exdirigente Xavier Domènech, subrayaban, citando al republicano Joan Tardà, que "gana el que no bloquea".
Las negociaciones están siendo acompañadas de presiones externas de todo tipo, tanto a través de declaraciones públicas —principalmente en redes sociales— como a través de manifiestos firmados por intelectuales y personalidades de reconocido prestigio, tanto a favor de un pacto entre ERC y Barcelona en Comú como de un tripartito de izquierdas, en línea con la reivindicación de Colau. Hay nombres cercanos al universo de los 'comuns' tanto en uno como en otro manifiesto.
Cada gesto se mira con lupa y lo simbólico adquiere un valor determinante, puesto que, como añadía Domènech, "el único movimiento posible es que ERC acepte que el PSC tiene que formar parte de la ecuación", aun a sabiendas de la negativa de los socialistas a acordar con los independentistas. Janet Sanz aseguraba que era posible un tripartito y conminaba, desde una posición de centralidad, a que los actores aludidos superasen "los bloqueos y las líneas rojas".
Lo que sigue rechazando Maragall es la posibilidad de repartirse el bastón de mando con Colau, dos años de legislatura cada uno. La considera la peor de las ideas y argumenta que a mitad de legislatura volvería a reproducirse la misma situación, al no contar con mayorías absolutas. Las desconfianzas son mutuas. Los socialistas, por su parte, quieren reeditar un tándem de gobierno con Colau como alcaldesa, sin repartos a mitad de legislatura.
Este martes, se reunirán los equipos negociaciones de Barcelona en Comú y del PSC, con la pelota en el tejado de los de Collboni. Dejar la decisión final en manos de una consulta a las bases es un factor que no deja de incrementar la presión sobre los socialistas, puesto que el último referéndum de calado a la militancia de los 'comuns' tuvo como resultado romper el pacto de gobierno entre Colau y Collboni. Todo está en el aire, a la espera de cómo se desarrollan las negociaciones y el debate interno en los 'comuns'. Federalistas y soberanistas discuten pros y contras, en un diálogo que se muestra menos conflictivo tras la escisión del sector Sobiranistes para incorporarse a las listas de ERC. Como telón de fondo, la inminencia de unas elecciones autonómicas en otoño, lo que dificulta la decisión, pues condicionaría la estrategia electoral del partido. Quedan todavía casi dos semanas de por medio hasta que el próximo 15 de junio se constituya el nuevo Gobierno municipal.
Ada Colau sigue insistiendo en la fórmula de un acuerdo entre todas las izquierdas para formar el próximo Gobierno municipal en el Ayuntamiento de Barcelona, que además de los 'comuns' incluya a ERC y PSC. Una fórmula que rechazan de plano tanto republicanos como socialistas, pero de la que Barcelona en Comú evita moverse desde el día después de las elecciones, mientras negocia por separado con cada uno de estos actores. La actual alcaldesa es consciente de que debe elegir entre gobernar con Ernest Maragall, la lista más votada con apenas 5.000 votos por encima de Barcelona en Comú, y los mismos concejales, o hacerlo con los socialistas de Jaume Collboni y el apoyo, supuestamente sin contraprestaciones, de Manuel Valls para establecer así un cordón sanitario al independentismo. Hay debate interno y el adelanto de las elecciones autonómicas, previsiblemente a otoño, condiciona las estrategias.
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