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El nuevo manual secesionista recomienda acosar a funcionarios y acusar a jueces
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NACE LA ACCIÓN DIRECTA NO VIOLENTA (ADN)

El nuevo manual secesionista recomienda acosar a funcionarios y acusar a jueces

La intención última es desacreditar las instituciones y provocar un caos de tal forma que el culpable parezca el propio Estado

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante un pleno en el Parlament de Cataluña. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante un pleno en el Parlament de Cataluña. (EFE)

“La lucha ‘no violenta’ funciona destruyendo a un oponente. No físicamente, sino identificando las instituciones que el oponente necesita para sobrevivir y socavando aquellas fuentes de poder. Se ha demostrado que la lucha no violenta es tan poderosa y efectiva como la violencia”. Ese es uno de los extractos del último manual que utiliza el independentismo para dinamitar las instituciones democráticas del Estado y provocar la ruptura de Cataluña con España.

La intención última es desacreditar las instituciones y provocar un caso de tal forma que el culpable parezca el propio Estado. Una estrategia calcada del estadounidense Gene Sharp, ideólogo de los manuales de los golpes de Estado no violentos y sobre cuyas teorías se basaron movimientos disidentes, tal y como explican los independentistas, como los de Bosnia, Birmania, Estonia o Zimbabue. Pero también bebe de las fuentes de Sun Tzu, el gran estratega chino, o de Michael N. Nagler.

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El manual alerta de que se han de buscar “acciones productivas”, por lo que llama a realizar “acciones pequeñas pero que sean suficientemente grandes, significativas y suficientemente fáciles como para poder ganarlas; actuar cuando haya beneficios, en caso contrario, mejor quedarse quieto; y actuar coordinadamente: las acciones aisladas hacen muy poco”. Para ello, se necesita “mucha organización y planificación realista con los recursos y capacidades disponibles; recursos; franqueza y confianza; estructura del sistema de comunicación, ya que a veces es necesario el secretismo; distribución de responsabilidades; paciencia; no tener miedo”.

Recuerda que muchas veces hacen falta campañas intermedias para apoyar la gran campaña que tiene como objetivo el secesionismo. Y apuntan a que ejemplos de esas actuaciones son “la campaña de la sal de Gandhi o la protesta del requesón (derechos por la vivienda en Israel)”.

Uno de los apartados del manual propone ejemplos prácticos de cómo comportarse en esta estrategia. Así, establece varios apartados para enumerar acciones que se han de hacer. En el ámbito de la protesta, destaca que se han de realizar declaraciones formales, actos públicos simbólicos, presión sobre los individuos, procesiones, tributo a los muertos, asambleas públicas, utilizar símbolos en el vestir, acoso a funcionarios, sátira y burla, marchas, desfiles y caravanas, funerales burlescos, mítines de protesta y volverse de espaldas o guardar silencio.

Las principales acciones anti-España

En el apartado de métodos de intervenciones no violentas, destaca, por ejemplo, “hacer presión moral, protesta y presión sin coerción”, “juicios al revés, acusando al acusador”, “acoso violento: molestias ‘no violentas’ constantes y presiones públicas y privadas”, “ocupación de espacios públicos haciendo sentadas” (ya sea en la vía pública o en edificios oficiales), “invasiones pacíficas de un inmueble o de áreas prohibidas” (la ocupación de los locales de las instituciones europeas en febrero pasado, en una acción liderada por ANC), “ataques aéreos no violentos, como dejar caer ‘flyers” (se han utilizado no solo papeles sino botes de pintura contra las fuerzas de seguridad) o “interposiciones no violentas entre el adversario y su actividad” (la ocupación de vías de tren o cortes de carreteras).

En el apartado de “no cooperación económica”, destacan los boicots de consumidores o de suministros, el “negarse a pagar impuestos, realizar listas negras de comerciantes”, secundar huelgas, “falsificación política de dinero y documentos”, realizar ‘dumping’ (vender por debajo del precio de coste), “patrocinio o apoyo selectivo”, crear mercados alternativos

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Foto: EFE.

En otro apartado de “no cooperación política”, el manual especifica las acciones a realizar: “Rechazo a las autoridades; no cooperación de los ciudadanos con el Gobierno” o “sobrecargar los sistemas administrativos, sobrecargar los servicios y presentar sugerencias y quejas”. También se llama a “publicar la identidad de los agentes secretos, buscar encarcelamientos para saturar las cárceles por solidaridad”, desobedecer las “leyes neutras en un estado avanzado del movimiento”, realizar la tarea de cada uno “sin tener en cuenta nuevas instrucciones ilegítimas” y, especialmente, “establecer la doble soberanía y gobiernos paralelos”. Otra de las medidas es “retirar señales y añadir otras nuevas”.

En el apartado de “no cooperación social”, proponen no cooperar "en actos sociales, costumbres e instituciones, boicot a los actos sociales o deportivos, establecer nuevos modelos de comportamiento social (modificar los patrones de conducta), sobrecargar las instalaciones o servicios públicos, ‘tortuguismo’ en realizar actos legítimos, poner trabas (por ejemplo, clientes haciendo sus compras lo más lentamente posible), interrupción verbal de juntas, reuniones, servicios religiosos…".

Cómo el Govern sigue las consignas

La mayor parte de estas acciones son secundadas por los radicales e incluso por el propio Govern. La más llamativa es la utilización de los lazos amarillos como símbolo distintivo para saber quién es soberanista (y marcar a quien no lo es). Pero también la elaboración de listas negras para fomentar el boicot a las empresas españolas o el acoso incluso violento hacia funcionarios, como los ataques a las sedes de partidos constitucionalistas o la campaña en contra del juez Pablo Llarena. Otra de las acciones llevadas a cabo indistintamente por partidos e instituciones catalanas es la de “juzgar al juzgador”: los intentos de desacreditar tanto al instructor, Pablo Llarena, como al Supremo que está juzgando a los reos del 1-O representan una ofensiva en toda regla contra las reglas del juego democrático en que se utilizan desde los impulsos sentimentales de los ciudadanos hasta los medios de comunicación propios intentando desacreditar la Justicia española por tierra, mar y aire.

También se ha producido en la población de Torrelameu la retirada de la señal ‘Stop’ de tráfico para reemplazarla por otra que pone ‘Pareu’, que no está homologada. Incluso se han creado realidades paralelas, como la creación del Consell de la República para funcionar como ‘órgano ejecutivo en el exilio’ en el caso de que la Generalitat sea intervenida. La realidad paralela institucionalizada por Quim Torra [que practica el boicot activo a la Casa Real e incluso a actos oficiales del Gobierno español] da carta de naturaleza a esa doble soberanía de que habla el manual. Y, por si fuera poco, el texto enumera también las herramientas a utilizar para quebrar al Estado español: “Manifestaciones, marchas, cadenas, actos simbólicos; no cumplir las normas que vulneren los derechos humanos y la libertad [la excusa a la que Torra apela a menudo], realizar boicots, no obedecer órdenes judiciales ni leyes…”.

De los lazos a las vacas, ovejas, mariposas y flores... amarillas

El pulso que el ‘president’ mantiene con la Junta Electoral Central (JEC) a costa de los lazos amarillos y proclamas políticas que cuelgan en centros oficiales es otra prueba del abono del Govern a esta lucha callejera. Una de las herramientas propuestas, curiosamente, es la de “ridiculizar el poder haciendo ayunos o gobiernos paralelos”. Ayunos como el que Torra plasmó encerrado durante un fin de semana en Montserrat en diciembre pasado o gobiernos paralelos como el que intenta articular en camaradería con el fugado Carles Puigdemont.

Compendio de guerrilla urbana

En la planificación de acciones, el manual propone preparar la acción directa no violenta (ADN). Esta es “la acción directa, no cooperación y presión para coaccionar al adversario mediante la negativa deliberada a realizar una función”. La intención es que el mayor número de personas posible se niegue a colaborar “con las estructuras, instituciones, leyes, regímenes que crean y mantienen la injusticia. Se trata de romper las fuentes de poder del adversario, donde se vea privado de los medios de mantener su posición y pierda el control de la situación”.

Los puntos del ADN no tienen desperdicio. A la hora de escoger una acción contra el Estado, esta ha de ser con un objetivo: “Concreto, claro, realizable/alcanzable. Ha de ser la culminación de una campaña progresiva de acciones y actividades”. Y hay varias acciones: “De denuncia, de cara a los medios de comunicación, de concienciación, de presión…”. Antes de llevar a cabo una acción contra el Estado, recomienda “visitar el lugar de la acción varias veces, tomando el máximo de datos: fotografías, croquis, dibujos, tomando medidas, observar la presencia de cámaras de seguridad…”. También se ha de acotar el tiempo “teniendo en cuenta nuevos replanteamientos, en función de la meteorología, la seguridad o las detenciones”.

El uso de la violencia es contraproducente durante una campaña de desafío político, por lo que es preciso acudir a otros métodos contra el Estado

Establece, asimismo, que en las acciones haya un “grupo de apoyo invisible”, del que dice que sus componentes “no han de ser identificados como participantes en la acción. Su objetivo es observar cómo se desarrolla la acción, recogiendo todo tipo de información: del resto de participantes, de la policía, de la gente de la calle y los posibles fallos o errores”. También reclama “disponer del máximo de información detallada de todos los agentes implicados tanto por comunicación interna como externa; grupos de acción, abogados, comisarías, medios de comunicación”. Por último, alienta “establecer mecanismos de toma de decisiones y de comunicación, definir portavoces o interlocutores ante situaciones imprevistas para las relaciones con la prensa, la policía, los funcionarios o personas involucradas en el conflicto. Decidir qué se dice, quién y cómo de manera concreta, pero no dejar nada a la improvisación ni bajo la responsabilidad en el momento de transmitirlo a terceros”. Se trata, en resumen, de todo un cursillo de la nueva guerrilla urbana.

El manual alerta de que “el uso de la violencia es contraproducente durante una campaña de desafío político”, por lo que es preciso acudir a otros métodos contra el Estado. Recomienda utilizar el humor y la burla porque “crean un gran dilema en el oponente: si reacciona, se queda como un estúpido, y si no lo hace, otra gente comenzará a burlarse de él también”.

“La lucha ‘no violenta’ funciona destruyendo a un oponente. No físicamente, sino identificando las instituciones que el oponente necesita para sobrevivir y socavando aquellas fuentes de poder. Se ha demostrado que la lucha no violenta es tan poderosa y efectiva como la violencia”. Ese es uno de los extractos del último manual que utiliza el independentismo para dinamitar las instituciones democráticas del Estado y provocar la ruptura de Cataluña con España.

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