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Puigdemont dinamita el deshielo con Moncloa y deja en evidencia al PDeCAT

Ayer, los partidos catalanes con representación en Madrid vivieron un sainete en el Congreso de los Diputados que certificó que en la negociación nada se mueve sin el permiso de Waterloo

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont (i) firma una tarjeta a un simpatizante durante el acto de celebración de la Diada en Bruselas. (EFE)
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont (i) firma una tarjeta a un simpatizante durante el acto de celebración de la Diada en Bruselas. (EFE)

¿Pacto? ¿Qué pacto? Carles Puigdemont dinamitó en la tarde de este miércoles cualquier posibilidad de iniciación del deshielo entre Cataluña y el resto de España. Al fugado no parece interesarle que la política adquiera tintes de normalidad. De ahí que desautorizase al jefe de filas del PDeCAT en el Congreso y retirase una moción que ya tenía apalabrada con el PSOE y que era similar a otra que el Parlament de Cataluña aprobó hace dos meses. Los intereses políticos personales sobrepasan cada día más a los intereses sociales y abocan a la política catalana a un escenario de arenas movedizas de las que nadie sabe cómo salir.

Durante los últimos días, socialistas e independentistas habían abierto una puerta que podía facilitar futuros pactos y el inicio del deshielo en las relaciones. El acuerdo a que llegaron el PDeCAT y el PSOE era para aprobar en el Congreso una moción en la que apostaban por un diálogo, siempre y cuando se realice "dentro de la legislación" vigente.

Foto: Carles Puigdemont. (EFE)

La iniciativa parecía dar alas a las teorías del PP, partido que sostiene que el PSOE ya negocia fuera de foco con los independentistas y que incluso hay un pacto secreto para garantizar el apoyo de PDeCAT y ERC a los Presupuestos de Pedro Sánchez. Desde las filas socialistas se niega este extremo. Es más: apuntan que “la moción propuesta a que se había llegado en un principio es la continuación de otra moción similar aprobada en el Parlamento catalán el pasado 5 de julio, en la que se pedía un espacio de negociación y se instaba al Govern a negociar con el Gobierno español. La diferencia es que ahora, al ser en el Congreso, se instaba al Gobierno español a negociar con el Govern. Pero de ahí a decir que hay un pacto secreto o negociaciones ocultas va un universo”.

Los socialistas aseguran que Sánchez jamás ha pactado nada con Puigdemont ni con los independentistas, y que solo existe la voluntad de sentarse a una mesa y hablar de posibles soluciones. “Hablar nunca puede ser malo, siempre es positivo. Y si se desencalla la situación, mucho mejor”, aseguran fuentes socialistas consultadas por este diario.

Desautorización a Campuzano

Pero lo de hablar tendrá que esperar. Tras el congreso del PDeCAT de mediados de julio, en el que Puigdemont decapitó a Marta Pascal como líder de la formación (llegó a enviar mensajes diciendo que bajo ningún concepto debía continuar al frente del partido, aunque en público siempre lo negó), también quedó ‘tocado’ el líder posconvergente en el Congreso, Carles Campuzano, que fue quien pilotó las negociaciones para la moción que había de aprobarse este jueves. Campuzano subrayó la normalidad que presenta abrir un diálogo político “en el que todos pueden defender sus ideas, aspiraciones y proyectos libremente, sin imposiciones ni impedimentos. Solo hay una salida al conflicto, y es el diálogo para acordar la vía legal y democrática para que los catalanes determinen su futuro”.

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Justificaba el apoyo a la moción basándose en que desde 2012 no se había aprobado en el Congreso una moción similar, que insta a todas las partes a negociar, dejando todo abierto. Pero su jefe de filas no está por la labor. A Puigdemont lo del diálogo dentro de la legislación vigente no le convence. Le interesa el conflicto y marcar perfil. Decirle a la CUP que, para desobediente, ahí está él. Por ello, ordenó a su persona de confianza, Miriam Nogueras, que rectificase a Campuzano y retirase el apoyo a la moción ya pactada con el PSOE.

Lo primero que llama la atención es la referencia a la manifestación de este 11 de septiembre. Ahí está la clave para que una moción aprobada en julio en Cataluña no se apruebe ahora en Madrid. Es el intento desesperado de Puigdemont de atraerse el voto movilizado y sensibilizado por el 11-S, en un momento en que las encuestas dan ganador a ERC y él cae a tercera posición, muy alejado de los republicanos y de Ciudadanos. “Centenares de miles de personas gritaban 'independencia' y 'libertad presos políticos'. Por tanto, estamos aquí para dar salida política a este mandato dentro de este contexto de absoluta anormalidad. Y queremos hacerlo con diálogo y no con estética del diálogo. No estamos aquí para blanquear a nadie”, afirmó Nogueras. En otras palabras, ha de buscarse una solución anormal debido a la situación de anormalidad. Por ejemplo: negociando fuera de las restricciones de la ley.

Foto: Carles Puigdemont da un discurso en su casa de Waterloo tras volver de Alemania. (Reuters)

Aseguró Nogueras que “retiramos la moción porque, para nosotros, el PSOE juega con el diálogo y para nosotros el diálogo es una cosa seria y nos la tomamos muy seriamente. Con ella, no solo no abren vías de diálogo, que era el objeto de esta moción, sino que las cierran, porque hoy el PSOE en el Senado ha votado absolutamente impedir cualquier intento, y para nosotros la moción que presentábamos era un intento de referéndum de autodeterminación”. Por tanto, afirmó la persona de Puigdemont en el Congreso, el PDeCAT quiere diálogo y mucho diálogo, pero solo con sus normas. “Creemos que dentro del marco legal se puede hacer un referéndum de autodeterminación pactado”. Y para justificar definitivamente la desautorización a Campuzano, terció: “Se ha perdido el hilo de confianza [con el PSOE] que podía haber con esta moción”.

El independentismo, dividido

En las filas del independentismo más radical, la sensación es que Puigdemont trata de salvar los muebles. “Ese pacto demuestra que el independentismo está dividido. Se ve claro que los grandes partidos van por un lado, por el de la negociación, el lado en el que nada cambia. Ahí hay que poner a la dirección de ERC, del PDeCAT y una parte de Junts per Catalunya. Luego hay otro sector que es una parte de JxCAT y la CUP, que vamos por otro lado”, arguyen las fuentes consultadas por este diario. En este sentido, Puigdemont está alineado con los duros de JxCAT y ahora, además, controla al PDeCAT, por lo que tiene capacidad para desactivar cualquier intento de diálogo que no pase por sus intereses personales.

Foto: Puigdemont posa en su residencia temporal de Berlín. (EFE)

El sainete vivido en la tarde de este miércoles es un fiel reflejo de la veleidad de los postulados del ‘expresident’ fugado, más atento al tacticismo que le reporte votos que a la pacificación y normalización de la vida política. Pero Cataluña es especial: llevamos casi tres meses de absoluta inactividad del Parlament, porque no se convocan plenos debido a las peleas entre independentistas; gran parte de las comisiones parlamentarias están bloqueadas porque hay varios diputados suspendidos por orden judicial que no han sido sustituidos; el propio presidente de la Generalitat apoya la creación de una fantasmagórica Asamblea de Cargos Electos que sustituya al legítimo Parlament, y, además, existe un Govern que invierte más horas en videoconferencias o en viajes a Waterloo (a departir con Puigdemont) que en solucionar los problemas de los ciudadanos.

La situación de la política catalana, pues, es única en el mundo. Y lo más preocupante: cualquier inicio de vía de diálogo que no contemple las imposiciones de Puigdemont es automáticamente boicoteado. De ahí también los ataques a ERC en los últimos días, por razonar que hay que buscar una salida negociada a la situación.

¿Pacto? ¿Qué pacto? Carles Puigdemont dinamitó en la tarde de este miércoles cualquier posibilidad de iniciación del deshielo entre Cataluña y el resto de España. Al fugado no parece interesarle que la política adquiera tintes de normalidad. De ahí que desautorizase al jefe de filas del PDeCAT en el Congreso y retirase una moción que ya tenía apalabrada con el PSOE y que era similar a otra que el Parlament de Cataluña aprobó hace dos meses. Los intereses políticos personales sobrepasan cada día más a los intereses sociales y abocan a la política catalana a un escenario de arenas movedizas de las que nadie sabe cómo salir.

Carles Puigdemont
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