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Quim Torra, en la diana de la Diada: "Cuando el pueblo manda, el Gobierno obedece"
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Quim Torra, en la diana de la Diada: "Cuando el pueblo manda, el Gobierno obedece"

Más allá de la guerra de cifras tradicional y las proclamas, el 11-S dejó ayer un nuevo mensaje: la lucha por el control de las calles y del 'procés' a partir de ahora

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra, encabeza la ofrenda floral del Govern al monumento a Rafael Casanova con motivo de la Diada. (Reuters)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, encabeza la ofrenda floral del Govern al monumento a Rafael Casanova con motivo de la Diada. (Reuters)

El independentismo salvó los muebles. Podría haber sido mejor, evidentemente, pero después de siete años, el soberanismo sigue arrastrando multitudes, pese a quien pese. No fueron tantos manifestantes como años atrás y solo la cabecera se veía realmente llena, pero lo cortés no quita lo valiente. Y el espacio tampoco era mucho: la calzada central de la Diagonal. Hubo algunas disensiones entre los propios independentistas sobre la anchura de la concentración. La Guardia Urbana, supergenerosa a la hora de contar esteladas, cifró en un millón de personas la asistencia, lo que dio alas a los organizadores para echar el resto: esa era una cifra que ni soñaban. Y la dieron por buena.

Un millón de personas participan en la ''ola sonora'', según la Guardia Urbana

Pero la calzada central es muy fácil de contabilizar: seis carriles de coches más los parterres pueden sumar como máximo 20 metros, por seis kilómetros (un poco exagerados, ya que los propios foros independentistas hablaban de cuatro kilómetros) de longitud, 120.000 metros cuadrados. A cuatro personas por metro, arroja un total de casi medio millón de manifestantes. Si tenemos en cuenta que en la mayoría del recorrido las cuatro personas por metro (por eso apenas se filtraron fotos cenitales, donde se veían claramente las carencias) era una cifra algo alta, que cada cual saque sus conclusiones. Aun así, reunir a cientos de miles de personas tras años de movilizaciones es una labor ciclópea.

Pero el interés ahora se centra en el futuro próximo: los distintos sectores independentistas han abierto su particular veda adelantada y se preparan para una dura lucha intestina sobre quién controlará las calles este otoño. Ayer por la tarde, mientras Ben Emmerson, el abogado de los imputados que ha llevado el caso a la ONU, pedía a Pedro Sánchez que libere a los “presos políticos” (como si en España el Gobierno de turno decidiera cárcel y no los jueces), algunos círculos de los comités de defensa de la república (CDR) ya se movilizaban dando órdenes: “Id hacia el paseo Lluís Companys, al concierto de Òmnium Cultural, cortad la carretera del paseo y del paseo Sant Joan. Sobre todo, e importante también, necesitamos gente que se quede en la avenida Diagonal para que no la abran al tráfico”, ordenaban desde la plataforma Crides 2018-2019. “Todos al tramo 23. Ahora”. Otra alerta pedía: “18:30 horas, en la plaza Urquinaona”.

Pasadas las nueve de la noche, ante la diversidad de festejos y actos y la precaria organización de la acampada prevista (incluso algunos organizadores mostraron su decepción por este motivo), la plataforma decidió “a las 22:15 horas, todos a paseo de Gracia con Diagonal y a las 23:30 horas, todos a la plaza Sant Jaume, donde se ha de hacer efectiva la república y donde hemos de conseguir que se arríe la bandera española. Después de eso, a descansar para el otoño caliente que se avecina”.

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Los CDR quieren mandar

De lo que no hay duda es de que los CDR quieren estar al mando. “Hartos de simbolismos. No queremos estatutos. No queremos autonomía. No queremos ser un Estado federal. Votamos y ganamos. ¡Haced efectiva la república! Desobedeced en los despachos como nosotros lo hacemos en las calles. Ni un paso atrás. Ni 155 ni renuncias. No queremos migajas, queremos el pan entero”, advertía un escrito de los comités ayer tarde, tras la manifestación.

Un manifiesto aprobado por los CDR señalaba, asimismo: “Estamos dispuestos a llegar donde sea necesario, el mandato popular no se negocia (…) Y cuando el pueblo manda, el Gobierno obedece. Basta de intereses partidistas, basta de proyectos autonomistas, basta de pasos atrás. Desobedeced en los despachos como nosotros lo hacemos en las calles, ya estamos hartos de simbolismo (…) Salid a la calle, participad en asambleas y preparaos para el otoño caliente. En octubre nos haremos escuchar”. Un aviso en toda regla al ‘president’ Quim Torra, que ayer ya advirtió a Pedro Sánchez de que su Govern irá “hasta el final” para hacer efectivo el “derecho de autodeterminación”. Pero esto no convence a los comités, que no están dispuestos a que la ANC siga liderando la movilización popular, porque consideran que sirve a intereses partidistas del PDeCAT y sus dirigentes y que solo defiende verdaderamente a un puñado de privilegiados.

De ahí que la manifestación que comenzó a las 18:30 en la plaza Urquinaona, comandada por la CUP, sea clave para entender la situación, ya que evidencia la ruptura interna del bloque independentista. Por eso se convocó esa otra manifestación independiente de la gran concentración de la Diada, para dejar constancia de que la 'izquierda independentista' está en las trincheras. Y ello evidencia también la voluntad de la CUP de movilizar la calle frente al soberanismo que considera ‘procesista’ de los grandes partidos, a los que apoyan la ANC y Òmnium. La intención es que el brazo movilizador de la CUP, los CDR, se haga cargo de la situación y encauce una huelga a comienzos de octubre que paralice toda Cataluña.

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Esta huelga se está organizando todavía. “El 1 de octubre de 2018 haremos una huelga general para exigir el mandato del pueblo trasladado a las urnas el 1 de octubre”, advertían ayer a través del canal Aturem el País (paremos el país), abierto especialmente para organizar este evento.

Reclamación en el Parlament

También desde algunos sectores está diseñada la estrategia para los días posteriores: “Una vez acabada la manifestación del 11 de septiembre, iniciaremos el camino hacia la victoria. Lo haremos así: al día siguiente de la Diada, el día 12, nos plantaremos ante el Parlament de Cataluña, haciendo una larga cola para presentar en el registro de la Generalitat una reclamación exigiendo a nuestros representantes que hagan efectivos los votos del 1 de octubre, ratificados en las elecciones del 21 de diciembre”, afirmaban desde los sectores independentistas radicales. Y añaden: “Tenemos 70 escaños —mayoría absoluta— para la independencia y exigimos que se materialice el mandato de las urnas. El día 12 será, pues, el pistoletazo de salida de esta campaña que en los días siguientes podréis hacer desde todos los ayuntamientos de Cataluña, desde vuestras villas y ciudades y desde cualquier registro de la Generalitat. Participemos masivamente, presentemos nuestra reclamación y hagamos saber a nuestros representantes (dejando constancia escrita) que no pararemos hasta la victoria. Solo con la desobediencia civil y la unilateralidad podremos conquistar la liberación nacional”.

Este posicionamiento es planteado por la nueva plataforma La Remor, que ya ha convocado para el 1 de octubre próximo una concentración ante la Delegación del Gobierno en Barcelona. Esta plataforma, crítica con los partidos independentistas e incluso con la CUP, acaba de nacer con la idea de plantear un escenario de enfrentamiento con el Estado español “evitando que el conflicto se resuelva con una renuncia encubierta a la independencia de Cataluña”. Además, considera que “ha comenzado una nueva etapa. Los que la lideraron en la etapa anterior han de asumir errores, explicar la verdad y dejar paso a nuevos discursos y nuevas caras que puedan organizar una nueva estrategia”.

La ANC reacciona contra la CUP

La ANC, consciente de la maniobras de los cuperos, se adelantó a los acontecimientos y, tras la manifestación de ayer, envió un mensaje a sus simpatizantes: “Nosotros somos fieles al mandato del 1 de octubre. Nosotros siempre estamos. Ahora queremos que haya una voluntad mayoritaria del Parlament. Porque nosotros estamos. Firmes y decididos”. Y su presidenta, Elisenda Paluzie, lo dejaba claro en su discurso de clausura: “Los partidos os pedimos que prioricéis el interés de país antes que el de partido. Que os preparéis para un embate democrático. Que estéis unidos y que no malgastéis las victorias que hemos conseguido”.

Foto: La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie. (EFE)

Luego, en una entrevista en TV3 tras la manifestación, era más clara: “Se ha de volver a reemprender una estrategia y hacer un discurso coherente, sin pasos atrás”. Toda una declaración de intenciones que los camaradas de la CUP no se creen. Por eso le plantarán batalla. Otro ‘embate democrático’ (la expresión bélica que Paluzie y Torra han puesto de moda este otoño) que tendrá que asumir la máxima dirigente del independentismo cívico. Porque ya lo dejaron negro sobre blanco las juventudes de la CUP hace pocos días: “Convirtamos el 11 de septiembre, el 1 de octubre y el juicio contra el independentismo en un acto masivo y popular de confrontación con el Estado español y sus fuerzas de orden, cuerpos policiales, partidos políticos, jueces y empresas”. O sea, al soberanismo se le abren, de repente, dos frentes, uno interno y otro externo. Lo dicho: un auténtico otoño caliente.

El independentismo salvó los muebles. Podría haber sido mejor, evidentemente, pero después de siete años, el soberanismo sigue arrastrando multitudes, pese a quien pese. No fueron tantos manifestantes como años atrás y solo la cabecera se veía realmente llena, pero lo cortés no quita lo valiente. Y el espacio tampoco era mucho: la calzada central de la Diagonal. Hubo algunas disensiones entre los propios independentistas sobre la anchura de la concentración. La Guardia Urbana, supergenerosa a la hora de contar esteladas, cifró en un millón de personas la asistencia, lo que dio alas a los organizadores para echar el resto: esa era una cifra que ni soñaban. Y la dieron por buena.

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