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Llarena mete al Parlament en un atolladero con la suspensión de los seis diputados
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JxCAT quiere que el pleno decida

Llarena mete al Parlament en un atolladero con la suspensión de los seis diputados

Los diputados suspendidos pueden retener su acta, pero no votar ni cobrar del Parlament. Si no fuesen sustituidos, el soberanismo perdería seis votos y, de paso, la mayoría absoluta

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra, en una sesión de control en el Parlament. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, en una sesión de control en el Parlament. (EFE)

El auto de fin de la instrucción del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena ha sumido en la confusión a todos los grupos parlamentarios. El Parlament esperaba la suspensión de los diputados encausados, la esperaba desde hace meses, y ahora se ha encontrado con una resolución interpretable en muchos sentidos y que coloca al presidente de la cámara, Roger Torrent, en una situación muy delicada, ya que podría incurrir en alguna ilegalidad si da un paso en falso, según apuntan fuentes de diversos grupos parlamentarios.

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La suspensión que dicta Llarena afecta a Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull y Raül Romeva, además de a Carles Puigdemont, pendiente de la entrega por parte de Alemania. Los diputados pueden retener su acta, pero no pueden ni votar ni cobrar del Parlament. Si estos diputados no son sustituidos, el soberanismo perdería seis votos y la mayoría absoluta en el Parlament. La única manera de retener esta mayoría sería que parte de los suspendidos, al menos cuatro, renunciasen a sus actas.

Pero el problema es que el auto de Llarena no resulta claro, tal y como señalan fuentes parlamentarias. Por ejemplo, Llarena plantea que la Mesa del Parlament opte por la posibilidad de que los diputados suspendidos sean sustituidos temporalmente. Pero la figura del diputado suplente no está reconocida por la legislación española. La Mesa del Parlament, que encabeza Roger Torrent, tiene que decidir cómo implementar la orden del TS.

Por ahora, JxCAT ya ha adelantado que el que tiene que decidir es el pleno del Parlament. El vicepresidente de la cámara, Josep Costa, es el estratega jurídico, pero por sus decisiones históricas lo lógico es que arrastre primero a la Mesa y luego al pleno a la desobediencia. Vienen, de nuevo, días complicados para la política catalana. Costa siempre se ha especializado en poner a Roger Torrent en la situación más incómoda posible y lo más cerca de bordear la ilegalidad.

El presidente del Parlament querrá jugar sobre seguro. Fuentes parlamentarias apuntaban que solicitará un dictamen a los letrados de la cámara para saber cómo debe actuar en el nuevo marco de la suspensión. Se prevé que otros grupos se sumen a esta iniciativa. Uno de ellos podrían ser los socialistas catalanes.

Grieta para Cs

En todo caso, el nuevo auto de Llarena favorece a los extremos y no facilita la estrategia de diálogo que estaba impulsando Pedro Sánchez desde Moncloa. Así, JxCAT y ERC podrán volver a instalarse en el victimismo para hacerse perdonar el autonomismo en el que ha caído Quim Torra tras la cumbre en Madrid.

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El auto es una mina de oro, sobre todo para Cs. Ahora los de Inés Arrimadas tendrán una base legal para recurrir en el TC cualquier votación con que la mayoría soberanista intente imponerse con los seis diputados encarcelados o fugados que hasta ahora estaban delegando su voto.

Cs pasará de ser irrelevante a volver a tener gran protagonismo en la vida política catalana. Hasta que se clarifique la cuestión, el partido naranja vuelve a tener una oportunidad, tras unas semanas descolocado después de la moción de censura.

Puigdemont

Otro que recibe alas es Carles Puigdemont. Desde Alemania, el expresidente catalán ya se ha pronunciado: “Esta decisión describe el nivel de calidad democrática del Estado. El voto de los ciudadanos, maltrecho por una 'justicia' que sigue haciendo política. Será largo, pero vamos a ganar. La república debe hacer prevalecer los derechos fundamentales que la monarquía del 155 pisotea”. El ambiguo fallo de Llarena facilita que los independentistas vuelvan a poner el énfasis en su discurso en la falta de democracia en España.

El auto de fin de la instrucción del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena ha sumido en la confusión a todos los grupos parlamentarios. El Parlament esperaba la suspensión de los diputados encausados, la esperaba desde hace meses, y ahora se ha encontrado con una resolución interpretable en muchos sentidos y que coloca al presidente de la cámara, Roger Torrent, en una situación muy delicada, ya que podría incurrir en alguna ilegalidad si da un paso en falso, según apuntan fuentes de diversos grupos parlamentarios.

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