Puigdemont logra instalar Cataluña en la inestabilidad y ya prepara nuevos nombres
La candidatura de Turull para presidir la Generalitat no es una garantía de estabilidad. Ni siquiera tiene asegurado el apoyo de la CUP
El 'expresident' de la Generalitat Carles Puigdemont ha conseguido el objetivo de instalar Cataluña en la inestabilidad. Se prevé que el presidente del Parlament, Roger Torrent, inicie otra ronda de contactos, esta vez para jugar la carta como futuro presidente de la Generalitat de Jordi Turull, quien fue 'conseller' de Presidencia y portavoz del Govern cuando Puigdemont ocupaba el Palau. También se barajan otros nombres para el cargo. Desde el colectivo catalán en Bruselas se considera que esta inestabilidad es la mejor imagen de una Cataluña sacudida por el 155. La anormalidad de una Generalitat sin responsables para compensar la imagen de normalidad que quiere dar el Gobierno de Mariano Rajoy tras varios meses de suspensión de la autonomía catalana.
La candidatura de Turull para presidir la Generalitat no es una garantía de estabilidad. Ni siquiera tiene asegurado el apoyo de la CUP, necesario porque ni Puigdemont ni el 'exconseller' de Salut Toni Comín (ERC), también huido en la capital belga, pueden votar. Pero eso no es malo para Puigdemont. Todo lo contrario. En la idea de internacionalizar el 'procés', una ausencia de Govern es la mejor imagen en el exterior para el independentismo, según estos ideólogos: una consecuencia negativa de la intervención de la Generalitat.
Jordi Turull no es el único candidato para el relevo pero tiene otra ventaja: de salir escogido permitiría, en primera instancia, la fantasía de Puigdemont de teledirigir la Generalitat desde su residencia en Waterloo. Al menos en un primer momento y en lo que afectaría a presidencia. Turull es disciplinado y su distanciamiento del PDeCAT le hace más próximo a Puigdemont y sus planteamientos.
Pero su investidura no se encuentra asegurada. La CUP en este momento está celebrando las asambleas territoriales que debaten sobre la propuesta de investidura de Jordi Sànchez, encarcelado en Soto del Real. Este fin de semana se sabrá si los 'cupaires' avalan la figura del 'expresident' de la ANC. Sin embargo, por las dinámicas de una formación tan asamblearia, cuando se decanten o no por la figura de Sànchez, Sànchez ya estará amortizado. En la práctica, es el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena quien ha hecho descarrilar la figura de Sànchez. A Roger Torrent le duele, pero la actual judicialización de la política catalana ha provocado que sea Llarena y no el Parlament quien marque los tiempos parlamentarios en Cataluña.
Interinidad y fragilidad
En caso de ser escogido, Turull será una figura frágil y marcada por la interinidad. Como es el TS el que marca los tiempos, cuando Llarena deje la causa vista para sentencia, Turull tendrá que dejar el cargo, puesto que se prevé que sea inhabilitado, justo con el resto de los encausados. Llarena convierte a Turull en un 'president' de la Generalitat temporal. Pero la CUP y la dependencia de sus votos en la cámara catalana lo convierten en débil. Incluso antes de que lo nombren.
El diputado Quim Torra se perfila como sustituto de la figura de Jordi Turull por su perfil radical, más del agrado de los anticapitalistas de la CUP
En JxCAT se es tan consciente de esta debilidad que ya se juega con un nombre que pueda obtener el plácet de los anticapitalistas. Desde la pasada semana se ha deslizado el nombre de Quim Torra, diputado de JxCAT, abogado, editor y un independentista radical. Torra dirigió el Centre Cultural el Born en Barcelona y es una persona de la confianza de Puigdemont. Torra ha pasado por delante de Elsa Artadi, ya que el perfil liberal de esta economista no casaría con las exigencias revolucionarias de la CUP.
El precio a pagar
Puigdemont también ha tenido que pagar un alto precio por esta inestabilidad política en Cataluña. Para empezar, ha tenido que aplazar de manera indefinida la creación del denominado Espacio Libre de Bruselas. Este organismo tenía que haberse creado antes de que se celebrase la investidura del nuevo presidente de la Generalitat. Pero por la negativa de ERC, ahora Carles Puigdemont ha alterado los tiempos: primero se escogerá al presidente catalán y luego se creará la Asamblea de Representantes, el Consell de la República y su presidencia, que ejercerá el propio Puigdemont. Por tanto, será difícil justificar que la legitimidad de la presidencia de la Generalitat emana de Bruselas.
Esta duplicidad administrativa en Bélgica genera diversas paradojas. Para empezar, la privatización de la presidencia, ya que este Consell de la República operará bajo la figura de una fundación privada, para evitar responsabilidades legales en Cataluña. Además, resulta un tanto rara una Asamblea de Representantes que deje al margen a más de la mitad de los catalanes y que, incluso, tenga predeterminado antes de su creación que escogerá a Puigdemont como presidente. También porque rebaja a la Generalitat a una entidad sometida a un organismo en otro país. Sin embargo, en medios independentistas se asegura que cuando el Espacio Libre de Bruselas esté operativo, hará mucho daño al Gobierno de Mariano Rajoy. Por ahora, el proyecto está paralizado. El precio de la inestabilidad.
El 'expresident' de la Generalitat Carles Puigdemont ha conseguido el objetivo de instalar Cataluña en la inestabilidad. Se prevé que el presidente del Parlament, Roger Torrent, inicie otra ronda de contactos, esta vez para jugar la carta como futuro presidente de la Generalitat de Jordi Turull, quien fue 'conseller' de Presidencia y portavoz del Govern cuando Puigdemont ocupaba el Palau. También se barajan otros nombres para el cargo. Desde el colectivo catalán en Bruselas se considera que esta inestabilidad es la mejor imagen de una Cataluña sacudida por el 155. La anormalidad de una Generalitat sin responsables para compensar la imagen de normalidad que quiere dar el Gobierno de Mariano Rajoy tras varios meses de suspensión de la autonomía catalana.