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La abstención de la CUP deja a Cataluña al borde de unas nuevas elecciones
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O LOS FUGADOS Y ENCARCELADOS DIMITEN O HABRÁ COMICIOS EN VERANO

La abstención de la CUP deja a Cataluña al borde de unas nuevas elecciones

Los republicanos pueden ahora dar la vuelta a la tortilla y proponer un candidato propio sin la espada de Damocles que supondría quedarse aislados en el bloque independentista

Foto: Consejo político de la CUP. (EFE)
Consejo político de la CUP. (EFE)

La decisión de la CUP de no apoyar una candidatura a la presidencia de la Generalitat con la hoja de ruta que pretenden Junts per Catalunya (JxCAT) y ERC deja la política catalana a las puertas de unas nuevas elecciones autonómicas. Con la actual correlación de fuerzas es imposible que se pueda formar un Gobierno, a menos que concurran circunstancias especiales, como la abstención de uno de los grupos de la oposición que permita a los exconvergentes y republicanos elegir a un candidato a su gusto.

A corto plazo, el posicionamiento de la CUP beneficia a ERC, que se libra así del yugo de la tiranía de Carles Puigdemont, que hasta ahora ha obligado a las formaciones independentistas a obedecer sus deseos. Los partidarios de JxCAT llegaron a amenazar incluso a los republicanos con comenzar una campaña en su contra acusándolos de traidores a Cataluña si no se plegaban a los designios de su líder Puigdemont, argumentando que era el único dirigente independentista legitimado para ser investido 'president'.

Pero la decisión de la CUP hace que no sean suficientes los votos de ERC, con lo que no deben rendir pleitesía al 'expresident' fugado. Si Puigdemont o su 'valido' Jordi Sánchez no son los candidatos de la CUP, es normal que tampoco sean los candidatos de ERC. Los republicanos pueden ahora dar la vuelta a la tortilla y proponer un candidato propio sin la espada de Damocles que supondría quedarse aislados en el bloque independentista.

A corto plazo, el posicionamiento de la CUP beneficia a ERC, que se libra así del yugo de la tiranía de Carles Puigdemont

Desde el bando de los 'postconvergentes' se acusa a ERC de haber roto ya el 'pacto de Bruselas', según el cual el presidente del Parlament habría de ser republicano y el de la Generalitat, de JxCAT. Agustí Colomines, alto cargo de la Generalitat (además de director de la Fundación CatDem, la que cobraba las mordidas de CDC) y marido de la diputada Aurora Madaula, una de las 'talibanas' de la candidatura de Puigdemont, dejó escrito este viernes en un artículo de opinión una dura sentencia: "Desde el momento en que ERC decidió que no quería reeditar Junts pel Sí [la plataforma que reunía a CDC y ERC en la anterior legislatura] y que abandonaba a su suerte al Govern legítimo, ya no tiene derecho a reivindicar nada". De hecho, esta es la máxima defendida por el núcleo duro de JxCAT. Y con la renuncia de la CUP a investir a un candidato de esa endeble coalición, la situación se ha enviciado más. La confrontación en el independentismo tendrá su apogeo en las próximas semanas. JxCAT y ERC se divorcian antes de ser marido y mujer.

Tambores de elecciones

Pero la segunda lectura que se puede hacer de la 'espantá' de la CUP nada tiene que ver con movimientos tácticos: si la situación no se resuelve con un milagro, Cataluña se verá abocada a elecciones autonómicas antes de las vacaciones de verano. La situación en el Parlamento catalán queda muy clara: los independentistas, si no cuentan con los votos de la CUP, de los dos fugados en Bélgica (Carles Puigdemont y Toni Comín) y de los dos encarcelados (Oriol Junqueras y Jordi Sánchez) sumarían 62 votos, frente a los 65 votos de Ciudadanos, PSC, Catalunya En Comú Podem (CECP) y PP.

La decisión de la CUP de abstenerse en la votación de investidura no es una puerta cerrada. Más bien es una prueba para sus socios independentistas: si Puigdemont, Sánchez, Junqueras y Comín consideran que lo importante es Cataluña (el 'país', en el argot independentista), deberían dimitir inmediatamente de sus cargos de diputados y permitir que otros candidatos sin cuentas pendientes con la justicia tomen el relevo. Solo así JxCAT y ERC tendrán una mayoría suficiente como para poder investir un candidato en segunda votación en el Parlament, ya que sumarían 66 escaños frente a los 65 de la oposición.

Pero es poco probable que ello ocurra, porque ninguno de los citados quiere perder la poltrona. La excusa para no hacerlo es aducir que dejar los escaños sería transigir ante la actitud 'antidemocrática' del Estado español y, como son cargos electos, lo 'democrático' es conservar su escaño. Se cargarán la legislatura, pero continuarán teniendo sueldo a costa del erario público. Si no hay dimisiones, pues, con la actual correlación de fuerzas, Cataluña se vería abocada a otras elecciones autonómicas donde cada uno trataría de sacar ventaja de su posicionamiento.

La otra posibilidad de salvar la legislatura sería convencer a una de las fuerzas de la oposición de que se abstenga en la investidura. Aquí entra en escena el posicionamiento de CECP como la formación a la que habría que cortejar por parte del independentismo para lograr salvar el escollo. Su líder, Xavier Domènech, ya ha dicho por activa y por pasiva que no permitiría una hoja de ruta unilateral que apostase por la desobediencia para formar un nuevo Gobierno ni a un Govern con una clara orientación de derechas como el que pretende Puigdemont.

placeholder Fotografía facilitada por RAC-1 del líder de Junts per Catalunya (JxCAT), Carles Puigdemont. (EFE)
Fotografía facilitada por RAC-1 del líder de Junts per Catalunya (JxCAT), Carles Puigdemont. (EFE)

Los 'comunes' no tragan

De hecho, un universo separa las tesis de Domènech y de Puigdemont. Para empezar, CECP presenta una batería de propuestas dirigidas a "recuperar la agenda social", con medidas concretas para la recuperación económica y con actuaciones para impulsar medidas progresistas y para cohesionar a la ciudadanía de Cataluña. En segundo lugar, los 'comunes' no quieren ni oír hablar de experimentos como los de una doble estructura con un Govern bicéfalo con sede en Barcelona y en Bruselas para dar cobijo a Puigdemont y a su 'corte belga'.

placeholder La casa que ha alquilado Carles Puigdemont en Waterloo. (Google Maps)
La casa que ha alquilado Carles Puigdemont en Waterloo. (Google Maps)

Esta misma semana, el grupo de Domènech presentó una resolución que fue aprobada en la cámara legislativa cuyo primer punto señalaba que la representación de la ciudadanía no puede ser sustituida por otros organismos. En otras palabras: adiós al fantasmagórico Consejo de la República de Puigdemont. Y a su Asamblea de Representantes de la República. En cambio, apostaba por un desbloqueo de la situación para establecer un "Govern efectivo" que permita "restablecer el autogobierno intervenido por la aplicación del artículo 155".

Con la agenda social progresista parece muy difícil, en estos momentos, que los independentistas puedan cortejar a los 'comunes' y atraerlos a su órbita para que se abstengan y dejen formar Gobierno. En ese caso, Puigdemont y Junqueras solo tendría una salida lógica: o dimiten y permiten que diputados 'limpios' puedan escoger un nuevo 'president' o habrán de convocarse nuevas elecciones autonómicas.

La decisión está en el tejado de los independentistas, que se ven en la tesitura de renunciar a los protagonismos personales o de asumir que en unos meses puede comenzar una nueva legislatura.

La decisión de la CUP de no apoyar una candidatura a la presidencia de la Generalitat con la hoja de ruta que pretenden Junts per Catalunya (JxCAT) y ERC deja la política catalana a las puertas de unas nuevas elecciones autonómicas. Con la actual correlación de fuerzas es imposible que se pueda formar un Gobierno, a menos que concurran circunstancias especiales, como la abstención de uno de los grupos de la oposición que permita a los exconvergentes y republicanos elegir a un candidato a su gusto.

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