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¿Emperadores de la ambigüedad? Esto es lo que piensan (y quieren) los votantes de Colau
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Los comunes tendrán la llave del govern

¿Emperadores de la ambigüedad? Esto es lo que piensan (y quieren) los votantes de Colau

Las encuestas dicen que se convertirán en el partido bisagra tras el 21-D y decidirán el futuro de Cataluña. Pero nadie tiene aún claro cuál es su posición ante la independencia

Foto: Colau, en un acto reciente. (EFE)
Colau, en un acto reciente. (EFE)

El sábado por la mañana, Ada Colau cargó contra Carles Puigdemont y sus 'exconsellers' en una comparecencia durante la que les acusó de "tensionar y engañar" a Cataluña. Horas después, estaba manifestándose por la liberación de los 'presos políticos' y contra el 155 en la protesta soberanista organizada por las entidades ANC y Òmnium.

El 29 de octubre, Josep Borrell habló de ella como la "emperatriz de la ambigüedad", una expresión que ha calado estos días también entre muchos de sus votantes. En positivo, porque la mayoría están orgullosos de que el movimiento político que encabeza Colau sepa mantenerse "al margen de dos bandos enloquecidos y de sus instrumentos de propaganda", como lo define Xavi Rodríguez, informático y votante convencido de todo lo que lleve el sello de la alcaldesa de Barcelona.

Se suele explicar la indefinición de los comunes como un silencio calculado para mantener redes en diferentes caladeros y cosechar votos independentistas en las generales y las municipales. Colau, coinciden muchos analistas, ha tenido que aprender a caminar en el terremoto del 'procés': sin herir los sentimientos de la izquierda no independentista que les vota en las autonómicas pero sin pisar tampoco a los 'indepes' que confían en ellos para gobernar Barcelona y representar a Cataluña en Madrid. Pero parece que no es solo un equilibrio para contentar a todos, sino que su 'equidistancia' representa bastante bien a un sector de la población que se siente entre dos aguas.

Foto: Xavier Domènech. (EFE)

Le ocurre a Carlos Gutiérrez, madrileño de Leganés con 12 años viviendo en Barcelona y militante activo de Barcelona en Comù. “Yo fui a votar el 1-O y estuve varias horas en el colegio por si era necesario defender las urnas. Pero metí una papeleta rota, un voto nulo, de protesta, por lo mal que se hicieron las cosas. En general tengo claro que no soy independentista, pero sí que creo en el derecho a decidir y en resolver esto con un pacto, unas reglas claras y unas urnas”, dice.

Rubén Martínez, activista y votante de Colau, asegura que el debate sobre el soberanismo está muy encendido estos días dentro del partido. “Hay gente que viene de una tradición republicana muy fuerte a quienes les gustaría que nos definamos más por ese lado. Otros muchos no somos independentista. Estos días, nos vemos arrastrados inevitablemente a este debate, pero nosotros estamos mucho más cómodos hablando de todo lo demás, de hacer políticas de izquierda. Yo les voto porque creo que es el único partido de izquierda de verdad que hay en Cataluña”, dice.

Maria Bassa, fisioterapeuta, admite que le gustaría poder ir algún día a un referéndum legal y votar que sí. “No me considero independentista porque no soy militante ni nada parecido. Tampoco soy nacionalista, para nada. Pero si me lo preguntan y me dejan votarlo, pues sí, prefiero vivir en una república catalana que en el Reino de España. Pero esto no es algo trascendental para mí. Estoy abierta a hablar de un arreglo federal o, yo qué sé, de una república ibérica con capital en Oporto, eso me da igual si el proyecto es ilusionante”, asegura.

placeholder Durante la asamblea para decidir la lista electoral para el 21-D. (EFE)
Durante la asamblea para decidir la lista electoral para el 21-D. (EFE)

Equilibrios con Madrid

Laura, una profesora de escuela que votó a Podem en las últimas elecciones y ahora se decanta por Colau y Domènech, cree que al partido le pasa lo mismo que le pasaría al PP o Ciudadanos si hubiese un debate político trascendental sobre la religión católica. “En Cs o el PP hay gente que es muy católica y gente que es atea. Ninguno de los dos partidos saldría beneficiado de una prueba del algodón con estos temas en que se vieran forzados a decidir si quieren o no quieren retratarse con el catolicismo. Si se les pone en ese aprieto, tendrían que ser bastante ambiguos para no ofender a nadie. Pues igual que ellos no son partidos basados en una idea religiosa y no pueden definirse rotundamente, Cataluña en Común no es un partido basado en una idea nacional fuerte. Dentro del partido hay diferentes sensibilidades que además, y en eso coincidimos, no son en absoluto irreconciliables”.

La heterogeneidad y complejidad de los comunes afecta también mucho, admiten, a la postura de Madrid. Y viceversa. “Decir que hay que hacer un referéndum en Cataluña y votar que no es algo que Pablo Iglesias se puede permitir. Aquí Ada Colau ya no puede hacer eso, no puede decir claramente que la postura del partido es ir a votar pero votar que no. Quizás hace algún tiempo podría haberlo hecho. Ahora ya no. Otro factor que pesa mucho es Izquierda Unida y gente como Garzón diciendo que todo el soberanismo es un proyecto de la burguesía corrupta catalana para tapar a CiU. Ese mensaje aquí nos ofende, la verdad”.

Martínez cree que Domènech optará por buscar votos en el constitucionalismo tibio o en el soberanismo desencantado porque los extremos están totalmente definidos. “Hay mucha gente que se abstiene en las autonómicas y que creo que esta vez va a salir a votar después de todo lo que ha pasado. Y la mayoría son constitucionalistas, exvotantes desencantados del PSC y del cinturón obrero, como mi propia familia. Muchos van a salir con Arrimadas, pero también hay margen de crecimiento para Domènech por ahí y quizá más entre los que sí son soberanistas pero después de estos días se dan cuenta de que no va a ningún lado. El independentismo, por el contrario, creo que ha tocado techo y que no puede movilizarse mucho más de lo que ya ha estado estos años”, comenta.

placeholder Iglesias y Domènech. (EFE)
Iglesias y Domènech. (EFE)

Bisagra

Casi todos los análisis políticos dan ya por hecho que los comunes se convertirán en una de las piezas clave para formar Gobierno por su posición de bisagra entre los dos bandos. Escuchando a sus votantes, da la sensación de que la operación será complicada. Ninguno de los entrevistados aceptaría formar parte de un Gobierno con los partidos abiertamente constitucionalistas. “Nadie en el partido toleraría cualquier pacto con Ciudadanos o el PP. Y con el PSC nos costaría aceptarlo, de hecho hemos votado en contra de mantener el pacto en el ayuntamiento”, dice Gutiérrez.

Lo que todos los votantes consultados verían con buenos ojos es un acuerdo de izquierdas que pusiese “el eje social por encima del eje nacional” y en el que el tema del soberanismo no se enterrase del todo pero regresase a una vía pactada con Madrid. Poniendo por delante otras prioridades, como el precio del alquiler, la pobreza, la gentrificación, el turismo, el modelo de ciudad, etcétera. Hablan de un tripartito con el PSC y ERC, o incluso de un cuatripartito donde también entre la CUP. “Yo personalmente no querría que entráramos en ese Gobierno si se plantea de manera plebiscitaria, y dependería también de quién encabezase el proyecto. Pero sí, no me importaría hacer un frente de izquierdas con ERC”, matiza Gutiérrez.

El sábado por la mañana, Ada Colau cargó contra Carles Puigdemont y sus 'exconsellers' en una comparecencia durante la que les acusó de "tensionar y engañar" a Cataluña. Horas después, estaba manifestándose por la liberación de los 'presos políticos' y contra el 155 en la protesta soberanista organizada por las entidades ANC y Òmnium.

Ada Colau PSC Josep Borrell Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Nacionalismo