El activismo celebra el colapso de Cataluña pese al fracaso de la huelga general
Al filo de las nueve de la noche, los grupos de Whatsapp hablaban de “un nuevo éxito” del independentismo. El único logro palpable fue el colapso por la fuerza de trenes y tráfico
Un sector del independentismo, el que aboga por elevar la presión para “construir la República Catalana”, se mostraba anoche exultante por haber logrado su objetivo: colapsar los transportes en gran parte de Cataluña, cortando autopistas y vías de tren durante horas ante la mirada compresiva de las fuerzas del orden desplegadas a su alrededor. Se notaba que la iniciativa en la calle no la llevaban ayer los voluntarios de las “entidades” (ANC y Omnium), sino activistas que llaman a "controlar el territorio".
Al filo de las nueve de la noche, los grupos de Whatsapp mediante los que se organizan las protestas hablaban de “un nuevo éxito”. “Hoy hemos demostrado que la liberación de los presos políticos es un clamor unánime. Somos gente de paz y hemos de continuar mostrándoselo al mundo. Damos por acabadas todas las concentraciones (...) y mañana seguimos alerta”, decían.
Lo cierto es que huelga general convocada por el sindicato minoritario CSC tuvo una respuesta ciudadana casi anecdótica, muy alejada de la movilización del 3-O y con una mayoría de comercios, oficinas e industrias funcionando a pleno rendimiento. Pocos secundaron el parón, con excepción como las registradas en localidades del interior como Vic, los estudiantes universitarios y ciertos cuerpos funcionariales de la Generalitat. El Gobierno destacó la participación del colectivo de enseñanza, que situó en el 31,5 por ciento. Por la noche, TV3 anunciaba mediante un rótulo que la programación había quedado afectada por la huelga, pero segundos después aparecían en pantalla cuatro comentaristas valorando los hitos de la movilización.
Lo que sí tuvo impacto fueron los piquetes, algunos con barricadas, organizados para cortar por la fuerza el tráfico en avenidas, carreteras, autopistas y vías del tren. Grupos de activistas de la CUP, sindicatos estudiantiles y Comités de Defensa de la República (CDR) lograron paralizar sin demasiado esfuerzo la estación de Girona desde primera hora de la mañana y la de Sants (Barcelona) por la tarde. Al menos una veintena de tramos de autopista quedaron paralizados también, generando enormes colas. Miles de viajeros se vieron obligados a esperar durante horas y llegaron a casa masticando el cabreo.
La presencia de Mossos d’ Escuadra y Guardia Urbana fue masiva durante todo el día, pero solo llegaron a intervenir en situaciones muy concretas. Según explicaron varios agentes a El Confidencial, se trataba de evitar escenas como las del 1-O. En ocasiones eran los propios policías quienes cortaban el tráfico, en teoría para redireccionarlo hacia zonas transitables y evitar el caos, pero generando la sensación de que estaban abriendo paso a los activistas. Vecinos que querían ir a trabajar o que regresaban a sus casas por la tarde, acabaron increpándoles a voz en grito por su pasividad.
Tambén fueron a trabajar ayer independentistas activos, personas que condenan con energía la aplicación del 155 y que han acudido a muchas manifestaciones. Lo hizo Marga, empleada en las oficinas de una agencia de viajes de Barcelona. “No quiero perder otro día de sueldo y además esta huelga no estaba secundada por los grandes sindicatos. Eso no quita que esté enfadada por los presos políticos y todo lo que está pasando. Volveré a las manifestaciones, pero hoy no. El sábado seguramente sí”, decía a media mañana.
Fuentes del soberanismo político consultadas por este diario le quitaban importancia al pinchazo de la convocatoria ("tampoco nos hemos volcado") y destacaban que la jornada hubiese transcurrido “sin episodios de violencia”. Desde la movilización civil se subrayaba la labor de los CDR, que están llevando el peso de las movilizaciones, una responsabilidad que hasta ahora recaía en Ómnium y ANC. “Las entidades están en el punto de mira de la ofensiva judicial y está bien que no se expongan”. Para el sábado, sin embargo, están preparando una gran manifestación con más de 500 autobuses confluyendo a Barcelona y que pretenden equiparar en participación a las Diadas.
Un sector del independentismo, el que aboga por elevar la presión para “construir la República Catalana”, se mostraba anoche exultante por haber logrado su objetivo: colapsar los transportes en gran parte de Cataluña, cortando autopistas y vías de tren durante horas ante la mirada compresiva de las fuerzas del orden desplegadas a su alrededor. Se notaba que la iniciativa en la calle no la llevaban ayer los voluntarios de las “entidades” (ANC y Omnium), sino activistas que llaman a "controlar el territorio".
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