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Montaña rusa 'indepe': "Puigdemont parecía un traidor, pero vuelve a ser de los nuestros"
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"¿este es el líder para proclamar una república?"

Montaña rusa 'indepe': "Puigdemont parecía un traidor, pero vuelve a ser de los nuestros"

Parecía que iba a acabar en gatillazo mayor que el 10-O y al final quedó en un desconcierto monumental y dejó todo para el 27-O. Fue héroe, traidor y finalmente dejó el examen para el último día

Foto: Imagen del poco ambiente que había en el Passeig Lluís Companys mientras se celebraba el pleno del Parlament. (M. L.)
Imagen del poco ambiente que había en el Passeig Lluís Companys mientras se celebraba el pleno del Parlament. (M. L.)

El de ayer iba a ser un día histórico en Cataluña. El 26-O. Podía serlo tanto o más que el 6-S y el 7-S, cuando se aprobaron las leyes para romper con España, y desde luego más que el 20-S y sus manifestaciones contra las detenciones de la Guardia Civil. Lo normal era que como día épico superara al 8-O que llenó la calle de banderas españolas. Podía estar, en ese nivel andábamos, al nivel del 1-O si Puigdemont proclamaba la república, y definitivamente debía ser más que el 3-O de la huelga general remunerada. Por la mañana, parecía que iba a acabar en gatillazo mayor que el 10-O (o como el 9-N en el mejor de los casos) y al final quedó en un desconcierto monumental y dejó todo para el 27-O (últimamente, hay muchos días históricos en Cataluña). Para la calle, la calle 'indepe', se entiende, Puigdemont fue un héroe, luego un traidor y finalmente dejó el examen para el último día.

Joan tiene una caña de pescar que ha reconvertido en estelada gigante y a la que ha puesto una luz en la punta. “Es para que se guíen los helicópteros”, sonríe. La sujeta a la cintura con una funda de un paraguas que ha atado al cinturón. Tiene su maña el invento. Está a las puertas del Parlament —no exactamente a las puertas, porque los 'mossos' lo han blindado, pero sí lo más cerca que puede estar—. Este hombre de 65 años resume el sentimiento 'indepe' del día. “Ha sido una montaña rusa. Como cuando de chaval le quería dar un beso en los morros a una chica y a veces pensaba que podría, luego que no y luego otra vez que sí”.

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. (Reuters)
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Joan —él dice que se llama así tras dudar un poco, como si no supiera si identificarse para un medio de Madrid— admite que cuando todo el mundo daba por hecho que Puigdemont convocaría elecciones, no tuvo palabras bonitas para el líder. “Pensé de todo, de traidor para arriba. Ahora ya espero que mañana declare la independencia, lo suyo es que la declare medio minuto antes de que aprueben el 155, para hacerles la pedorreta justo a tiempo”, opina. Puigdemont, dice, es de una pasta especial por ser de Girona, donde sopla la tramontana. “No es como los de Barcelona, que se hacen caquita enseguida”.

Espero que mañana declare la independencia, lo suyo es que la declare medio minuto antes de que aprueben el 155, para hacerles la pedorreta

Al lado de Joan no hay mucha gente. El día ha sido raro y la movilización, regular. Luego, la conversación deriva a las cosas que pasan a veces en estos casos. Que si “los españoles son unos africanos”, que si “nosotros estamos en el siglo XXI y ellos en el XIX”, que si “Puigdemont habla tres idiomas y Rajoy ninguno”, que si “España es un Estado que ha perdido todas las colonias y que siempre quiebra pero nosotros funcionamos” y que si “cada 50 años los españoles nos bombardean, y si no lo han hecho en los últimos 80 años es porque Europa no les ha dejado”, que si "Barcelona debería ser la capital de España". Esas cosas.

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante la comparecencia en el Palau. (EFE)

A las puertas del parque que rodea el Parlament hay grupos de independentistas, pero no muy numerosos. La Asamblea Nacional Catalana ha llamado a la movilización el viernes, así que el jueves sobre todo hay grupos de estudiantes que estaban de huelga y se fueron a la plaza Sant Jaume, ante la sede del Govern, a protestar cuando leyeron que Puigdemont iba a convocar elecciones.

La situación era extraña. Hace unas semanas, en esta misma plaza, los consejeros de Puigdemont salían del Palau como estrellas del rock, con el puño en alto al grito de "¡votaremos!". “¡Guapo!”, le gritaron entonces a Junqueras. La situación no podía ser el jueves más diferente. “Puigdemont, traidor”, “alerta PDeCAT, la paciencia se ha acabado”, gritaban ayer. 'Puigdemont, traidor. La única garantía para la autodeterminación es la clase obrera', decía una pancarta. “El 'procés' está muerto. Proclamemos la república desde los comités”, gritaba uno con un megáfono. Era mediodía, la comparecencia de Puigdemont se retrasaba y a esa hora los 'indepes' abucheaban al PDeCAT.

Foto: Estudiantes se manifiestan en la Plaza de la Universidad de Barcelona. (Rafa Méndez)

Cinco estudiantes de primero de Políticas en la Pompeu Fabra estaban allí, alguno con sus esteladas al cuello. En lo que va de curso, apenas ha habido clase entre huelga y huelga, pero la revolución es más divertida. Su decepción era palpable. Los chicos no se ponían de acuerdo sobre el escenario que se abría a esa hora. "Esto puede quedar como el 9-N, que ganó la independencia y quedó en nada, la gente se está cansando", opinó uno. "La gente se están cansando de Convergència, pero no del 'procés", respondió otro.

Ante el desconcierto, la plaza se entretenía con Álvaro de Marichalar. El noble se ha instalado en Barcelona para combatir el 'procés' y se encaraba con los manifestantes, que lo 'troleaban' pegándole en la espalda pegatinas a favor de la independencia. Ante la posibilidad de que acabara en un altercado mayor, los 'mossos' —ayer, ya sí activos ante el Palau— lo metieron a la sede del Govern, donde Marichalar se rebotó y acabó detenido por desobediencia.

Presión ciudadana en favor de la independencia

El ambiente de funeral cambió cuando, ya a primera hora de la tarde, Puigdemont salió a hablar. Alguien acercó un megáfono a la radio y se hizo el silencio en Sant Jaume. El 'president' dejó claro que había estado a punto de convocar elecciones, pero al final dejaba todo en manos del Parlament. Ni DUI ni 155. Y dos preguntas flotando en el aire: ¿qué hacemos ahora con las pancartas de 'Puigdemont, traidor'?¿Pero, a la vez, este es el líder para proclamar una república?

La decisión fue que todos se fueron al Parlament y, sobre todo, decidieron esperar a otro día histórico. Porque en nada estamos en el 27-O, en el que al fin se debe proclamar la república catalana… o no.

El de ayer iba a ser un día histórico en Cataluña. El 26-O. Podía serlo tanto o más que el 6-S y el 7-S, cuando se aprobaron las leyes para romper con España, y desde luego más que el 20-S y sus manifestaciones contra las detenciones de la Guardia Civil. Lo normal era que como día épico superara al 8-O que llenó la calle de banderas españolas. Podía estar, en ese nivel andábamos, al nivel del 1-O si Puigdemont proclamaba la república, y definitivamente debía ser más que el 3-O de la huelga general remunerada. Por la mañana, parecía que iba a acabar en gatillazo mayor que el 10-O (o como el 9-N en el mejor de los casos) y al final quedó en un desconcierto monumental y dejó todo para el 27-O (últimamente, hay muchos días históricos en Cataluña). Para la calle, la calle 'indepe', se entiende, Puigdemont fue un héroe, luego un traidor y finalmente dejó el examen para el último día.

Carles Puigdemont
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