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El largo camino hacia el conflicto: "Estoy hasta los cojones de cartitas entre políticos"
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UN NUEVO PLAZO pospone EL PROBLEMA

El largo camino hacia el conflicto: "Estoy hasta los cojones de cartitas entre políticos"

La ciudadanía empieza a mostrar hartazgo con el 'procés', que lleva encallado varios días en la burocracia epistolar de los presidentes

Foto: Aspecto del bar La taverna, en el Raval.
Aspecto del bar La taverna, en el Raval.

09:20. Bar La taverna, calle Joaquín Costa, en el corazón del Raval barcelonés. Suena la cafetera, llegan los parroquianos, la televisión emite los goles del Barça de anoche. En 40 minutos expira el plazo para que la Generalitat informe al Gobierno de España sobre si declaró o no la independencia el 10 de octubre. En el local, dos mesas llenas: en una hay varios albañiles que están trabajando en la rehabilitación de una fachada cercana; en la otra, cuatro personas bien vestidas con aspecto de jubilados. Los primeros miran la televisión a ratos, sobre todo cuando sale Messi; los segundos no le quitan ojo al aparato, aunque priorizan la charleta sobre el tiempo.

09:40. Llueve a mares fuera. Empezó ayer y no ha parado. Empiezan a llegar al bar más y más operarios. Era mi objetivo de hoy: palpar cómo vive el 'procés' la gente que se levanta de madrugada y ni fu ni fa la independencia. Algunos entran y preguntan a la camarera mientras les sirve el café: "Aún no han dicho nada", les explica. "Esperemos que digan algo ya, que estoy hasta los cojones de cartitas entre políticos", dice un recién llegado sin saber lo que le espera.

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. (Reuters)

09:55. TV3 publica la carta de Puigdemont. Es interesante, porque en el último párrafo admite que no se declaró la independencia, pero que lo hará si se aplica el artículo 155. No hay reacción. La televisión muestra en un 'ticker' con fondo rojo las novedades de la Generalitat, pero pocos se paran a leerlo. Todos están esperando una comparecencia pública para prestar atención, pero eso no va a suceder. "¿Nos van a decir que no tenemos que trabajar mañana o qué? Porque si no es eso, me da igual", le comenta un obrero a otro entre risas.

placeholder El clima es poco propicio para manifestaciones.
El clima es poco propicio para manifestaciones.

10:20. El Gobierno responde, también por carta. Ha puesto en marcha el 155, e incluso hay plazos. El sábado se aprueba en Consejo de Ministros extraordinario y la siguiente semana se llevará al Senado. El conflicto es inminente, pero en La taverna insisten en tocar temas mundanos, como lo difícil que es subirse a un andamio con tanta lluvia o la horrible lesión de un jugador de la NBA cuyo nombre nadie acierta a pronunciar con decencia. La sensación de desconexión con la actualidad política es patente en toda la ciudad y muchos ciudadanos están perdidos en el maremágnum político-epistolar. Quizá el 'procés' se está extendiendo de más para la Generalitat.

10:35. Los canales independentistas comienzan a llamar a la movilización. Convocan concentraciones a las 6 de la tarde en el edificio de la Delegación del Gobierno, en el 'carrer' de Mallorca. Miro al cielo, que ya activó anoche su propio 155. Ayer se disolvieron varias asambleas por la lluvia y hoy la cosa está incluso peor. Sigue la cascada de llamadas a la desobediencia de las plataformas. Empiezan con "URGENT" y contienen emoticonos de prohibición, que contrastan fuerte con el clima relajado del bar. Comparece el ministro Méndez de Vigo. Se le escucha, básicamente porque cumple la expectativa de una persona con traje hablando a cámara desde un atril. Hace énfasis varias veces en la palabra "generalidad" para referirse al Govern y provoca bufidos en la mesa de los jubilados. "Puigdemont no ha contestado al requerimiento y por tanto se aprobarán las medidas para restaurar la legalidad y el orden constitucional con la aplicación del 155", dice el portavoz del Gobierno.

10:50. Empieza a vaciarse el bar. No hay reacciones al último capítulo del sainete secesionista pese a que las convocatorias se multiplican en Telegram. Las plataformas pro independencia saben que no pueden permitirse una concentración en falso a estas alturas. "Y la semana que viene, más de lo mismo", dice otro camarero mientras recoge las tazas de las mesas. "Aquí nadie va a mover el culo si desde Madrid no la cagan, esto lo tiene claro cualquier catalán, y menos con la que está cayendo ahí fuera", concluye señalando el ir y venir de paraguas en la calle.

09:20. Bar La taverna, calle Joaquín Costa, en el corazón del Raval barcelonés. Suena la cafetera, llegan los parroquianos, la televisión emite los goles del Barça de anoche. En 40 minutos expira el plazo para que la Generalitat informe al Gobierno de España sobre si declaró o no la independencia el 10 de octubre. En el local, dos mesas llenas: en una hay varios albañiles que están trabajando en la rehabilitación de una fachada cercana; en la otra, cuatro personas bien vestidas con aspecto de jubilados. Los primeros miran la televisión a ratos, sobre todo cuando sale Messi; los segundos no le quitan ojo al aparato, aunque priorizan la charleta sobre el tiempo.

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