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"¡Cataluña va a ser la nueva valla de Melilla!": inmigrantes asustados por la independencia
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"¡Cataluña va a ser la nueva valla de Melilla!": inmigrantes asustados por la independencia

La mayoría de los extranjeros ven con indignación y asombro la deriva soberanista, aunque otros la apoyan y la ven con simpatía e incluso entusiasmo

Foto: Rachid Ahmidouch, en el Chill out bereber. (Daniel Borasteros)
Rachid Ahmidouch, en el Chill out bereber. (Daniel Borasteros)

Alamil está indignado. Es uno de los más de 200.000 marroquíes que viven en Cataluña. “¡Los soberanistas nos engañan, pero a mí no me la cuelan!”, exclama sobre las promesas del independentismo a un colectivo, el de los inmigrantes, que suma más de un millón de personas. Desde 2012 los partidos en la órbita soberanista llevan cortejando a los extranjeros. Al parecer, con cierto éxito en los mítines y comparecencias “hermanadas”. Entre otras cosas, con promesas de pronta nacionalización a la nueva “patria”. Pero un recorrido por las asociaciones, los comercios y los individuos que pululan por los estrechos callejones del centro de Barcelona no confirma exactamente esa impresión, aunque la ANC se ufane de contar con" una sectorial" de extrajeros.

“Esto va a ser como crear otro muro de Melilla”, sostiene Luis Villacrés, ecuatoriano. “Nadie puede hablar por los demás, pero la verdad es que los latinos no nos sentimos nada identificados con el procés y somos mucho más partidarios de un nuevo estatuto dentro de España”, sostiene este hombre que entiende que “los pakistaníes, los árabes o los asiáticos estén ilusionados porque tienen más difícil obtener la nacionalidad española…aunque eso no se lo cree nadie”. En su opinión "esto es una cuestión de intereses y a los sudamericanos no nos conviene".

"Si eres del Rif te solidarizas. Aunque, claro, lo mismo porque nosotros pedimos derechos básicos, como hospitales y ellos ya tienen de todo"

Este sí es el caso de Rachid Ahmidouch, responsable del Chill out bereber y también peña barcelonista de Alhucemas. Esto resulta ser una tetería con un gran escudo del Barcelona junto a la tele. “Si has visto la represión en el Rif te solidarizas con lo de aquí”, sostiene este hombre con pantalones vaqueros cortos y zapatillas deportivas verdes. “Claro, no es exactamente lo mismo porque nosotros pedimos derechos básicos, como hospitales y aquí ya tienen de todo, pero simpatizamos con los aires de rebeldía, aunque al final para ellos sea más cambiar una bandera por otra”, comenta a la puerta de su local. “Ahora, no se equivoque, que tampoco simpatizo con la CUP”, prosigue su discurso, que poco a poco pierde épica independentista y se acerca a un sincero: “Soy de izquierdas y no me gusta el PP, pero es verdad que habría un futuro incierto”.

Quien si lo tiene absolutamente claro es la alemana Silke. Su caso es realmente muy extraordinario. Solo habla catalán. Bueno, y alemán, claro, porque es de Colonia. Allí, en su ciudad natal, contrató a una chica que estaba de erasmus para que le diera clases del idioma. Usó el cómic ‘Asterix y Cleopatra’ para hacer sus primeros pinitos en la lengua de Ausias March. Sintió esa necesidad después de irse a la costa catalana en 1991 a hacer yoga con unos amigos: “Solo hablaban catalán y yo quería comunicarme con ellos. No querían hablar español”, recuerda -siempre en catalán, por supuesto-. Para charlar con ella, un hombre tiene que hacer de traductor y trasladarle las preguntas del redactor del español al catalán.

La alemana de la ANC

Silke, de sonrisa cálida y bromista, viene siempre que hay un acontecimiento relevante a Barcelona desde 2008. Pasa largas temporadas ayudando, aunque su trabajo como productora de documentales en una televisión pública de su país le impide “vivir siempre aquí”. Entre sus singularidades se encuentra la de ser “colaboradora de la ANC. Por supuesto, está en "cada manifestación y cada acto simbólico importante".

En este recorrido por las distintas sensibilidades de los inmigrantes es obligatorio hacer parada en un supermercado regentado por paquistaníes. Sus asociaciones, algunas, están ligadas al independentismo y muchas de las promesas van dirigidas a ellos, al igual que a los africanos, por sus mayores dificultades para obtener la nacionalidad española. Pero en el supermercado, igual que en las carnicerías, los dependientes sonríen, pero no opinan. No tienen nombre, no tienen nada que decir: “Eso no entendemos, no sabemos nada”. Los asiáticos (los que trabajan en los comercios), por su parte, son directamente máscaras mudas.

Los latinos se quejan de que nadie cuenta con ellos: nadie les supo decir si podían votar o no en la consulta ilegal del 1 de octubre

Así, sin nombre y sin nada que decir, se sienten los colectivos latinos. Muchos de ellos preguntaron por su posible participación en la consulta sin garantías del pasado 1 de octubre, pero nadie les supo decir si podían votar o no: “Si usaban el censo de las municipales podíamos votar, pero si no no”, explica Luis Villacrés, que revela que muchos de sus compatriotas se marcharán de Cataluña si se independiza “porque habrá menos trabajo”. De hecho, revela que en la última asamblea forzada por el comité de empresa de SEAT, los obreros preguntaron si era cierto el rumor de traslado a Alicante y se mostraron muy dispuestos a seguir a la factoría “allá donde vaya”.

El argentino Mario Soria es uno de los portavoces de los inmigrantes de la ANC. En total son diez dirigentes y unos 200 simpatizantes. Soria reconoce que hay muchos emigrados que no comparten sus tesis, aunque cree que "la violencia y perversidad del Estado el día del referéndum han conmovido a más gente". En su análisis también concede que su sectorial está "un poco desactivada, pero confiamos en reactivarnos dentro de un par de semanas".

Nunca cumplen nada

Alamil, representante de ITRAN, una de las más potentes asociaciones de marroquíes, desgrana de donde viene su desconfianza: “Nunca cumplen nada. Cataluña es la única comunidad donde no hay una mezquita con minarete. No tenemos cementerio. No han controlado a los imanes. ¿Cómo pueden pensar que preferimos estar solo con ellos?”.

Sin embargo, desde la asociación de rumanos UNIREA, se disculpan y prefieren no dar su opinión porque en ese momento están teniendo "una reunión tensa precisamente sobre este asunto". En definitiva, el célebre "monotema" también ocupa a este sector de inmigrantes que supone el segundo en cuanto a número en Cataluña con 90.000.

Alamil está indignado. Es uno de los más de 200.000 marroquíes que viven en Cataluña. “¡Los soberanistas nos engañan, pero a mí no me la cuelan!”, exclama sobre las promesas del independentismo a un colectivo, el de los inmigrantes, que suma más de un millón de personas. Desde 2012 los partidos en la órbita soberanista llevan cortejando a los extranjeros. Al parecer, con cierto éxito en los mítines y comparecencias “hermanadas”. Entre otras cosas, con promesas de pronta nacionalización a la nueva “patria”. Pero un recorrido por las asociaciones, los comercios y los individuos que pululan por los estrechos callejones del centro de Barcelona no confirma exactamente esa impresión, aunque la ANC se ufane de contar con" una sectorial" de extrajeros.

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