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¿En qué no se parecen las marchas 'indepes' a la manifestación de este domingo?
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LA EDAD, LA PROCEDENCIA, EL ANTAGONISTA

¿En qué no se parecen las marchas 'indepes' a la manifestación de este domingo?

Además de lo obvio (el color de las banderas), la manifestación deja imágenes en la retina que demuestran que en Cataluña conviven realidades políticas muy complejas

Foto: Manifestación este domingo en Barcelona en contra de la independencia. (EFE)
Manifestación este domingo en Barcelona en contra de la independencia. (EFE)

Después de varias semanas asistiendo a marchas independentistas y contando esteladas por las calles de Cataluña, es difícil evitar las comparaciones. Los miles de personas que este domingo han colapsado el centro de Barcelona con las rojigualdas, señeras y banderas de la UE expresaron un sentimiento que ha permanecido oculto durante años y que tiene sus propias señas de identidad.

El idioma

Aunque también se escuchan conversaciones en español, en las marchas independentistas el catalán es el idioma que más suena con mucha diferencia. Y este domingo ha sucedido al revés: el español era la lengua más utilizada, con algunas excepciones. Alicia, una manifestante que venía de Granollers, dice que ha decidido acudir a la protesta porque “en los últimos días, por primera vez desde que nací, me han mirado mal por hablar español. Yo hablo los dos idiomas, pero con mi familia y mis amigos uso siempre el español".

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La procedencia

En las marchas independentistas, un porcentaje altísimo de los manifestantes llegan a pie, en bicicleta, de barrios como Sants; o en grupos organizados desde provincias como Girona. Este domingo han acudido miles de catalanes del cinturón obrero de Barcelona, de Lleida y pueblos de Tarragona, además de familias de barrios 'nobles' como Sarrià. Los transportes públicos procedentes de zonas trabajadoras como Santa Coloma de Gramenet venían repletos de gente con banderas. “Los trabajadores no tenemos tanto tiempo, ni energías, ni dinero, para acudir a tantas manifestaciones, no estamos tan movilizados. No creíamos que esto llegase tan lejos, pero ahora hemos reaccionado por fin”, comentaba Juan, un obrero jubilado.

La edad

Como en las movilizaciones independentistas, este domingo han acudido personas de todas las edades, desde parejas jóvenes a jubilados, sin que sea posible determinar diferencia alguna. La presencia de estudiantes sí era notablemente inferior este domingo que en las marchas de los últimos días.

placeholder Miles de estudiantes de secundaria y universitarios, durante la manifestación a favor del referéndum. (EFE)
Miles de estudiantes de secundaria y universitarios, durante la manifestación a favor del referéndum. (EFE)

Los que vienen de fuera

A la marcha se han sumado decenas de autobuses llegados desde muchos puntos de la Península para expresar su apoyo, aunque el grueso de los manifestantes eran vecinos de Cataluña. “Hemos venido para que los catalanes que se sienten españoles no piensen que están solos, para darles nuestro apoyo incondicional. Mi cuñada es catalana y nos quedamos en su casa”, comentaba Paco, procedente de Zaragoza, que ha venido con su mujer y con un sobrino.

Aunque en menor proporción que en la marchas de este domingo, en las demostraciones de fuerza callejera independentistas también acuden regularmente a mostrar su apoyo personas que no viven en Cataluña. Algunos lo hacen con banderas escocesas o ikurriñas, otros se desplazan desde otros puntos de la geografía española con banderas republicanas.

La organización

Tras años organizando diadas y con la capacidad de movilización que tienen las llamadas 'entidades' (Òmnium y la ANC), las marchas independentistas funcionan como un auténtico reloj. Voluntarios con chalecos de colores se encargan de programar todo hasta el último detalle, en un despliegue de inteligencia colectiva abrumador. El 'merchandising' secesionista inunda las calles (en todos los actos que he presenciado, me han ofrecido banderas, pegatinas…) y los tenderetes de la ANC y Òmnium se instalan a pie de calle para atender cualquier necesidad, repartir agua, etcétera. Los grupos de WhatsApp dan instrucciones precisas sobre qué hacer en cada momento. Esto minimiza las escenas de caos, porque en cuanto hay un conato de agitación, los voluntarios acuden a destensar la situación y hacer llamadas a la calma.

placeholder Diada de este año en Barcelona. (EFE)
Diada de este año en Barcelona. (EFE)

En la marcha de este domingo (y pese a los esfuerzos de Sociedad Civil Catalana, que desplegó a 200 voluntarios para mantener la seguridad), ha sido todo mucho más improvisado. Muestra de ello es cómo algunas calles aledañas a plaza Urquinaona se colapsaron totalmente durante horas y hubo momentos de bloqueo en que algunas personas mayores pedían que se les hiciese un hueco porque tenían problemas para respirar.

Los antagonistas

Cada bando ha escogido antagonistas. En las marchas independentistas se aplaude a los Mossos y se abuchea e insulta a la Guardia Civil y la Policía Nacional. Este domingo ha ocurrido exactamente al revés. Mientras que Mariano Rajoy y el “Estado fascista español” son el objetivo de los coros que se han oído en las últimas semanas, este domingo se pedía mandar a Puigdemont y a Trapero a prisión y acabar "con el golpe de Estado". Los cánticos de “español el que no bote” y “las calles serán siempre nuestras” han dado paso al “viva España y viva Cataluña” y al “y luego dicen que somos cinco o seis”.

La unidad

Uno de los motivos por los que los catalanes contrarios a la independencia no se habían manifestado masivamente hasta ahora es porque hay un enorme abanico ideológico y de sensibilidades, un sentimiento que no había conseguido sortear las diferencias como en su día hizo el independentismo, aglutinando desde la izquierda anticapitalista hasta la burguesía liberal del PDeCAT. “A mí me ha costado decidirme, porque no quiero que parezca que vengo a defender a Rajoy o que parezca que estoy contenta con la situación del Rodalies [Cercanías]. Pero es que ahora ya no me puedo quedar en casa porque van a proclamar la independencia el martes”, decía una chica procedente de Lleida. Después de años de pulso, la sociedad está ya cada vez más dividida en torno al eje soberanista.

La tecnología

En las marchas independentistas, los teléfonos inteligentes son ubicuos, se filma cada esquina y muchas de las pancartas están impresas con diseños atractivos a todo color. Por ejemplo, durante la huelga del 3 de octubre, aparecieron en redes sociales decenas de vídeos grabados con drones, retransmitiendo casi en directo lo que estaba pasando. La mayoría fueron grabados por activistas y voluntarios entregados a la causa. La parafernalia ha sido mucho menos sofisticada este domingo: abundaban los carteles escritos con rotulador sobre un cartón y las sábanas pintadas a mano. En una podía leerse: "Querer a España sin ser fascista 'i estimar Catalunya sense' ser independentista. ¿Puedo?".

Después de varias semanas asistiendo a marchas independentistas y contando esteladas por las calles de Cataluña, es difícil evitar las comparaciones. Los miles de personas que este domingo han colapsado el centro de Barcelona con las rojigualdas, señeras y banderas de la UE expresaron un sentimiento que ha permanecido oculto durante años y que tiene sus propias señas de identidad.

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