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Los 'indepes' llenan el centro de Barcelona: “Solo hay una legalidad, que es la catalana”
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LA ANC PROPONE DECLARARSE INSUMISOS CON LAS LEYES ESPAÑOLAs

Los 'indepes' llenan el centro de Barcelona: “Solo hay una legalidad, que es la catalana”

Entre los manifestantes, toda la cúpula política catalana, con el Gobierno a la cabeza. La consigna del ‘Govern’, por cierto, era repetir una idea fuerza: “No tenemos miedo y esto no lo para nadie”

Foto: Confluencia del Paseo de Gràcia y calle Aragón de Barcelona durante la tradicional manifestación convocada por la ANC con motivo de la Diada del 11 de septiembre. (EFE)
Confluencia del Paseo de Gràcia y calle Aragón de Barcelona durante la tradicional manifestación convocada por la ANC con motivo de la Diada del 11 de septiembre. (EFE)

La Diada del sí ha sido un éxito. Cientos de miles de personas salieron a las calles de Barcelona para reivindicar el sí en el referéndum del 1 de octubre. Pero la euforia es contenida. Según la Asamblea Nacional Catalana (ANC), había medio millón de inscritos para la concentración en Barcelona, que vista desde el cielo simbolizaba un gigantesco signo +. Pero no todo es tan bucólico. Para empezar, resulta muy sospechoso que sólo durante los dos últimos días se inscribiesen casi 100.000 personas (los números, hasta el pasado sábado, eran de casi 400.000 inscritos, mientras que el domingo por la tarde ya rozaban los 500.000). Luego, el propio presidente de la ANC cifró en “cientos de miles” los asistentes para afirmar, minutos más tarde, que había “más de un millón”, cifra que luego ratificó la Guardia Urbana, nunca tan generosa con los números como en esta ocasión.

Por otro lado, no es ningún secreto –y la ANC así lo ha reconocido siempre- que, tradicionalmente, un porcentaje de manifestantes se presentan sin inscripción alguna, pero esa circunstancia queda desbordada: los que se presentaron a la concentración doblaron el número de inscritos, algo fuera de lo común. Por último, el número de personas asistentes es fácil de deducir a la vista de las fotos aéreas: las concentraciones estaban formadas por grupos poco compactos. Por si fuera poco, en el Paseo de Gràcia, por ejemplo, ocupaban justamente los carriles centrales y dejaban despejadas las amplísimas aceras de esta vía, lo que resta participación. Una mera operación matemática, a cuatro personas (cada aspa podría tener un kilómetro y medio de largo, pero no mas de 50 metros de ancho) por metro cuadrado, da un resultado de unos 600.000 asistentes.

Ante ello, el presidente catalán, Carles Puigdemont, hacía al final una valoración de la jornada: “¿Qué más hemos de hacer para entender que el pueblo de Cataluña quiere votar? Esto es un conflicto político, en el que ha habido demasiada justicia, demasiada policía y demasiadas cloacas. Que miren qué ha pasado hoy: ha habido convivencia, paz y alegría en las calles de Barcelona, la normalidad más absoluta, que es tal y como hemos planteado el referéndum. La gente quiere votar y nosotros lo hemos de garantizar”. Puigdemont aseguró que su Gobierno está dispuesto a negociar hasta el último minuto. “Si el Gobierno español se quiere sentar para decidir cuándo votamos, estamos dispuestos. Pero ha de cambiar su lógica de pensamiento único, porque dicen que esto es obra de cuatro locos, de cuatro que quieren hacer un golpe de Estado. Pero, mientras tanto, nosotros iremos tirando”.

Acto de gran simbolismo

Al margen de la polémica política y de la participación, la concentración discurrió tal y como había sido prevista por sus organizadores. Por cada una de las aspas de esa cruz, se hizo desfilar una gran pancarta. Una tenía el lema ‘Paz y libertad’; otra, el lema del sí; otra contenía una urna y la frase ‘Referéndum es democracia’; las otras pancartas se escondieron bajo esta última, hasta que llegó a través de la cuarta aspa una gigantesca bandera ‘estelada’ (la bandera independentista) que simulaba introducirse en la urna de la pancarta visible. Una coreografía similar a la de otros años, perfectamente ejecutada por un tropel de voluntarios vestidos con camisetas fosforescentes diseñadas especialmente para la ocasión. Diseminadas, miles de ‘esteladas y algunas pancartas a favor de la democracia, otras reclamando el referéndum e incluso alguna alusiva a la vicepresidenta del Gobierno español: ‘¡Soraya, no fas por’ (‘Soraya, no das miedo’!).

Los presentadores del acto, Quim Masferrer y Marta Marco, calentaron el ambiente e introdujeron luego a los oradores. “Lo hemos vuelto a hacer. Sois muy buena gente. Nos están viendo en todo el mundo. Hemos salido a las calles en forma de cadena humana, de v… ¡¡y de aquí a 20 días saldremos en forma de Repúblicaaaaaaa!!. Me inquieta que no haya urnas para todos. ¡¡‘President’, ponga más urnas!!”, clamó Masferrer mientras Puigdemont sonreía y aplaudía junto a su esposa, Marcela Topor, y a la presidenta del Parlamento, Carme Forcadell. Luego, el presentador invitó a cualquiera que quiera votar y no pueda hacerlo en su demarcación a ir a hacerlo en su pequeño pueblo. ¡Como si cualquiera pudiera votar donde le diese la gana!. Marta Marco, por su parte, destacó que “hemos desbordado de nuevo las calles. Estamos decididos a decidir. Sus amenazas no nos dan miedo. Amamos la democracia y por eso votaremos. El 1 de octubre todavía seremos muchos más”.

El presidente de la ANC, Jordi Sánchez, fue el primero en tomar luego la palabra. Dio a entender que a la manifestación habían acudido más de un millón de personas. “Si cada uno de vosotros va a votar el 1 de octubre con otra persona, será una gran victoria de la democracia. La única revolución que no se puede parar es la de nuestro compromiso personal”. Sánchez dio las gracias a Puigdemont, a Oriol Junqueras y a Carme Forcadell “por no habernos fallado. Gracias a vosotros, saboreamos la victoria”. Afirmó, asimismo, que la ANC sólo reconoce la legalidad del Parlamento catalán. “Las inhabilitaciones del Constitucional o de cualquier otro organismo del Estado español ya no nos vinculan. Nuestra obediencia es a nuestro Gobierno. Quiero que todos y cada uno de vosotros, los cientos de miles de personas que habéis desbordado el Paseo de Gracia y la calle Aragón, nos hemos de declarar insumisos en todos los tribunales y leyes que sólo buscan preservar la indisoluble unidad de la patria”.

Cataluña vive su Diada más tensa en años

Sánchez nombró a los líderes de la oposición en el Parlamento catalán (Arrimadas, Albiol, Iceta, Coscubiela) para pedirles que no se escondan tras los escaños “y poneos al lado de la democracia. Dad la oportunidad de que el pueblo de Cataluña vote democráticamente el 1 de octubre”. Desde el público, como no podía ser menos, abucheos para la oposición.

Vuelta al franquismo

La presidenta de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), Neus Lloveras, llamó a votar sí porque “la única manera de garantizar los servicios públicos es un Estado propio y que decidamos cómo administrar nuestros impuestos al tiempo que acabemos con la dejadez en que están inmersas nuestras infraestructuras”. Lloveras (que también es alcaldesa de Vilanova i la Geltrú) anunció una campaña activa por el sí de su organización y denunció que el Estado español está degradado, con una alarmante “decadencia democrática y una fuerte crisis de valores, así como un retroceso democrático que nos devuelve a la época del franquismo, una época donde imperaban el miedo, las amenazas y la negación de cualquier pensamiento político que no fuese del régimen”.

La presidenta de la AMI también destacó que el Gobierno español pretende meter miedo a los Ayuntamientos “enviando cartas a alcaldes para evitar que hagamos un ejercicio de democracia tan grande como es un referéndum”. Y, a pesar de negar cualquier imposición, citó algunos de los grandes ayuntamientos que no pondrán urnas para conminar a sus alcaldes a abrir colegios electorales el 1 de octubre. Y mientras los asistentes les abucheaban, atizó: “Alcaldes que habéis dicho que no o que os lo estáis pensando: escuchad a la gente, porque quieren votar”.

El último en tomar la palabra fue Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, en un discurso de cariz similar a los anteriores. Dijo que “votar no es un delito” y que “a pesar de sus amenazas, disponemos de leyes propias basadas en la defensa de los derechos humanos y la legislación internacional. No nos dejemos enredar”. Y enfatizó que “no queremos una autonomía intervenida por las cloacas del Estado”, al tiempo que matizaba que “estamos en una encrucijada histórica: o democracia o represión”. Y zanjó: “Esta es la revolución democrática más importante de la Europa del siglo XXI. Es la revolución de las urnas. Si somos capaces de estar juntos y hacemos servir la fuerza de cada uno de nosotros, saldremos de ésta. El 1 de octubre, podemos derrocar todos los muros del mundo. Nada nos será regalado, pero nada nos puede ser negado”.


Recogida de donativos

Entre los manifestantes, toda la cúpula política catalana, con el Gobierno a la cabeza. La consigna del ‘Govern’, por cierto, era repetir una idea fuerza: “No tenemos miedo y esto no lo para nadie”. Así lo manifestaron, cada uno por su lado, lo mismo el propio presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, hasta el vicepresidente, Oriol Junqueras, el consejero de Presidencia, Jordi Turull, o el de Exteriores, Raül Romeva.

La ANC aprovechó la concentración para repartir urnas pero para recibir donativos, con el fin de reunir el dinero suficiente para pagar los cinco millones de euros que el Tribunal de Cuentas pide a los organizadores de la pseudoconsulta del 9 de noviembre de 2014, con Artur Mas a la cabeza. Esa multa se debe a que el tribunal cree que con la implicación de la Generalitat en el 9-N se produjo una malversación de fondos públicos que los responsables han de depositar de sus bolsillos. Quim Masferrer, portavoz del acto de esta Diada, afirmó que los fondos recaudados servirán para “hacer frente a la represión del Estado contra los independentistas”.

La Diada del sí ha sido un éxito. Cientos de miles de personas salieron a las calles de Barcelona para reivindicar el sí en el referéndum del 1 de octubre. Pero la euforia es contenida. Según la Asamblea Nacional Catalana (ANC), había medio millón de inscritos para la concentración en Barcelona, que vista desde el cielo simbolizaba un gigantesco signo +. Pero no todo es tan bucólico. Para empezar, resulta muy sospechoso que sólo durante los dos últimos días se inscribiesen casi 100.000 personas (los números, hasta el pasado sábado, eran de casi 400.000 inscritos, mientras que el domingo por la tarde ya rozaban los 500.000). Luego, el propio presidente de la ANC cifró en “cientos de miles” los asistentes para afirmar, minutos más tarde, que había “más de un millón”, cifra que luego ratificó la Guardia Urbana, nunca tan generosa con los números como en esta ocasión.

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