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La marcha más dividida contra el terrorismo empaña el recuerdo de las víctimas
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MUCHAS MANIFESTACIONES EN UNA

La marcha más dividida contra el terrorismo empaña el recuerdo de las víctimas

Todos iban contra el yihadismo, pero algunos tenían otros fines. El resultado fue una manifestación desangelada, sin mucha emoción, breve y sin tanta gente como se podía esperar

Foto: El rey Felipe junto al 'president' de la Generalitat y a Mariano Rajoy en la manifestación de este sábado en Barcelona. (Reuters)
El rey Felipe junto al 'president' de la Generalitat y a Mariano Rajoy en la manifestación de este sábado en Barcelona. (Reuters)

Caminaron juntos el kilómetro y medio desde los Jardines de Gràcia a la plaza de Cataluña. Iban juntos pero no revueltos. Porque en la marcha de Barcelona contra el terror había muchas manifestaciones en una. Todos iban contra el yihadismo pero entre la mayoría silenciosa se veían grupos que parecían tener otros fines: estaban los independentistas que querían mostrar las 'esteladas' –estratégicamente situadas–, los que ansiaban pitar al Rey y los que iban a mostrar su apoyo a la corona –los menos–. El resultado fue una marcha desangelada, sin mucha emoción, breve y sin tanta gente como se podía esperar. Solo policías, sanitarios y bomberos fueron aplaudidos unánimemente y escaparon al enrarecido clima político que vive Cataluña.

Un sábado de agosto, bajo un calor pegajoso y a la misma hora a la que juega el Barça no es el mejor momento para una manifestación. Muchos barceloneses se habían ido a la playa o a la montaña a apurar el verano. Salió mucha gente, claro, pero había claros entre los manifestantes y por momentos era fácil moverse. Cuando la cabecera llegaba a la plaza de Cataluña, al final del recorrido, era sencillo aproximarse hasta muy cerca del escenario. La Guàrdia Urbana cifró el número de participantes en 500.000, la tercera parte que en la gran diada de 2015.

La alcaldesa Ada Colau había pedido el día anterior que la marcha contra los atentados del 17-A en Barcelona y Cambrils fuese sin banderas. Mucha gente quería una marcha unitaria, sin consignas y bajo el lema 'No tinc por' ("No tengo miedo"). Pero había quien tenía otros planes y la víspera ya se preveía una manifestación dividida.

Antes de que comenzara la manifestación, voluntarios de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) repartían flores amarillas y rojas. Ya comenzaban a aparecer 'esteladas' por el Passeig de Gràcia. Su objetivo principal era el rey Felipe VI que, tras un intenso debate interno, decidió asistir a la marcha. Por primera vez en democracia un monarca acudía a una manifestación. Y lo hacía en una en la que los políticos no la encabezaban. Felipe VI salió junto a Rajoy, Puigdemont y Colau –y un enorme listado de representantes políticos– en una cabecera en mitad de la marcha. La primera fila estaba reservada a sanitarios, policías, bomberos y equipos de emergencias.

Los gritos de "Fuera el Borbón" crecían cuando las cámaras le enfocaban y aparecía en alguna de las pantallas que jalonaban el recorrido

"¿Qué rey? No reconozco a ningún rey”, preguntaba un manifestante con una enorme bandera independentista. Cuando poco antes de las seis de la tarde Felipe VI asomó en su puesto, comenzaron los silbidos. Los gritos de “Fuera el Borbón” crecían cuando las cámaras le enfocaban y aparecía en alguna de las pantallas que jalonaban el recorrido. Algunos manifestantes mostraban pancartas con imágenes del Rey en Arabia y carteles contra la venta de armas. “Felipe, quien quiere la paz no trafica con armas”, decían las pancartas repartidas. Se repetía así el ritual que comenzó en 2013 en el Liceo y siguió en las finales de Copa del Rey a las que llega el FC Barcelona.

placeholder Carteles en contra del Rey y de Mariano Rajoy. (EFE)
Carteles en contra del Rey y de Mariano Rajoy. (EFE)

Desde el lateral del Passeig de Gràcia se distinguía perfectamente la cabeza del Felipe VI y los independentistas la tomaban con él. “Me alegro un montón porque tiene que ser súper humillante para él”, comentaba una joven a otra. Es cierto que había muchas 'esteladas', pero también que las que había estaban mayoritariamente situadas detrás de los políticos. El resultado es que en la foto salieron muchas 'esteladas' tras el Rey y Rajoy, pero si uno se alejaba no había tantas. No era un 11-S, pero la imagen es importante y los independentistas lo saben.

El monarca aguantó los pitos sin mover una ceja. También recibió apoyos y algunos tímidos aplausos. José Antonio Gilabert, de 45 años, con una bandera de España al cuello, era de los que apoyaba a Felipe VI. “Es la bandera que representa a España. Puigdemont ha intentado manipular el atentado, como hace siempre el nacionalismo con cualquier acto, sea lúdico o deportivo o, como en este caso, triste”. “España contra el terrorismo. ¡Gracias, Majestad!”, se leía en una enorme pancarta que según algunos medios fue escoltada fuera de la marcha por los Mossos.

En el otro extremo ideólogico, Joan Folguera, de 55 años, llevaba una estelada con un crespón negro colgada del cuello. “Cada uno se expresa con su bandera y esta es la nuestra. La bandera podía ser española pero es que la mía es esta”.

Folguera y otros independentistas consultados recogían las declaraciones de Carles Puigdemont en el ‘Financial Times’ el día anterior afirmando que la gestión del atentado había consolidado la idea de que Cataluña podía ser un Estado propio. “Esto no cambia en nada el ‘procés’, al contrario. Ha reforzado la capacidad de tirar adelante como un Estado propio, todo el mundo ha visto que podemos ser un país responsable. Será positivo aunque no lo hubiésemos querido”, señalaba, didáctico, Folguera junto a su hija, también con la 'estelada'.

Por su parte, la CUP organizó su propia manifestación. Iban de azul oscuro para “mostrar un luto diferente” y cuando se fundió con la del Passeig de Gràcia iban contra todo. “Nuestros muertos, su negocio”, gritaban de forma rítmica repitiendo lo que gritaba la avanzadilla.

Banderas, nacionalismo, pitos al rey, venta de armas a Arabia, fotos del trío de las Azores… empañaban el duelo –probablemente mayoritario pero silencioso– de los manifestantes. Aparte del 'No tinc por' apenas había recuerdos a las 15 víctimas y decenas de heridos por los terroristas en Barcelona y Cambrils. Sí que había aplausos continuos a 'mossos', bomberos y sanitarios, que, a menudo, y visiblemente satisfechos, tenían que ir dando la mano a los ciudadanos que se les acercaban.

Solo 45 minutos después de que comenzara, la marcha llegaba a la plaza de Catalunya, donde la actriz Rosa María Sardà y la activista Míriam Hatibi leyeron un manifiesto contra el terrorismo:

“¡No tenemos miedo! De condenar estos crímenes que solo persiguen provocar el terror a través del terror y la devastación para intentar romper nuestro modelo de convivencia”, decía una.

“¡No tenemos miedo! Porque nos sentimos protegidos por los cuerpos y fuerzas de seguridad, y confortados y también orgullosos de la rápida respuesta de los equipos de emergencia, bomberos, personal médico y hospitalario, servicios sociales y trabajadores y trabajadoras públicos que han permitido salvar vidas, arriesgando en muchos casos la propia”, le daba la réplica la otra.

Con la música de Pau Casals, menos de una hora después de que comenzara, terminó la triste manifestación contra el terrorismo.

Caminaron juntos el kilómetro y medio desde los Jardines de Gràcia a la plaza de Cataluña. Iban juntos pero no revueltos. Porque en la marcha de Barcelona contra el terror había muchas manifestaciones en una. Todos iban contra el yihadismo pero entre la mayoría silenciosa se veían grupos que parecían tener otros fines: estaban los independentistas que querían mostrar las 'esteladas' –estratégicamente situadas–, los que ansiaban pitar al Rey y los que iban a mostrar su apoyo a la corona –los menos–. El resultado fue una marcha desangelada, sin mucha emoción, breve y sin tanta gente como se podía esperar. Solo policías, sanitarios y bomberos fueron aplaudidos unánimemente y escaparon al enrarecido clima político que vive Cataluña.

Atentado Cambrils Mossos d'Esquadra Carles Puigdemont
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