La noche más triste de las Ramblas de Barcelona
En un día en el que ha reinado el terror en Barcelona, los vecinos y turistas responden ayudándose los unos a los otros
“Policía para arriba y policía para abajo. Eso es todo lo que sé, mamá. Tú no te preocupes”. Pasadas las 11 de la noche, Ana habla por teléfono con su madre e intenta tranquilizarla con estas palabras, y es que como recepcionista del Hotel Gran Ducat, a escasos 50 metros de la Rambla, el ataque terrorista ha sido algo más que una noticia lejana para ella. “A las cinco de la tarde solo veíamos a gente correr y no entendíamos nada. Luego ha venido un policía y nos ha dicho lo que estaba pasando, pero no he podido hablar con mi madre hasta ahora”, explica a El Confidencial.
Tres portales más allá, en la misma calle Sant Pere, los trabajadores del Hotel Catalonia Square resumen una experiencia similar. “Yo estaba en recepción cuando han entrado unas chicas diciendo que había un tiroteo en El Corte Inglés. Luego nos hemos enterado de que no había sido así, pero desde el primer momento hemos cerrado las puertas”, explica Miguel, el jefe de mantenimiento. “Nosotros somos los que estamos más confundidos. Solo sabemos lo que vemos por la tele y lo que leemos en internet”, critica.
Según comenta, la situación se ha calmado en las últimas horas, pero todavía se mantienen atentos al teléfono para responder a sus clientes. “Nos hemos pasado toda la tarde llamándoles para saber si están bien. Y claro, sus familiares llamándonos a nosotros para preguntarnos por ellos. Imagínate, porque tenemos 58 habitaciones”, señala. “La mayoría de los que se alojan aquí son extranjeros y ya han llegado casi todos, pero falta alguno. Los que están ya en el hotel no pueden salir, pero tampoco quieren porque tienen miedo”, comenta a su vez Ana. Prueba de ello son las recepciones en las que ambos trabajan, donde decenas de personas hablan por teléfono mientras los trabajadores atienden a este diario.
Aunque ya han pasado varias horas desde el atentado, algunos de los clientes de estos dos hoteles siguen sin conseguir cruzar el cordón policial que rodea la zona. “No podemos decir cuándo se volverá a abrir porque todavía se está revisando el punto caliente. Lo primero es la seguridad”, explica uno de los policías que se encuentran en la calle. “Llevo unas tres o cuatro horas aquí intentando volver a mi casa”, asegura en este sentido Ana, una vecina del barrio.
Para aquellos que siguen esperando, el restaurante La Paellería, en la calle Pau Clarís, se ha convertido en un punto de encuentro. "La policía nos ha cerrado aquí y nos han dicho que quitásemos la terraza", explica Ignacio, uno de los camareros. De hecho, el local en el que trabaja cuenta con dos puertas, pero ante la avalancha de gente han decidido cerrar la más cercana a la Ramblas con un candado. “La gente no paraba de entrar, ha sido increíble. Algunos llorando y gritando. Yo pensaba que íbamos a cerrar, porque todos los que están alrededor han cerrado, pero el jefe ha dicho que no”, comenta.
De todos modos, mientras el camarero atiende a este diario, los clientes se dejan el teléfono unos a otros para llamar a sus familiares. "Nunca había visto algo así", reconoce Ignacio en este sentido. En un día en el que ha reinado el terror en Barcelona, los vecinos y turistas responden ayudándose los unos a los otros.
“Policía para arriba y policía para abajo. Eso es todo lo que sé, mamá. Tú no te preocupes”. Pasadas las 11 de la noche, Ana habla por teléfono con su madre e intenta tranquilizarla con estas palabras, y es que como recepcionista del Hotel Gran Ducat, a escasos 50 metros de la Rambla, el ataque terrorista ha sido algo más que una noticia lejana para ella. “A las cinco de la tarde solo veíamos a gente correr y no entendíamos nada. Luego ha venido un policía y nos ha dicho lo que estaba pasando, pero no he podido hablar con mi madre hasta ahora”, explica a El Confidencial.
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