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Los socios exigen a Puigdemont comenzar ya a desobedecer las leyes españolas
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"El Gobierno español no podrá hacer nada"

Los socios exigen a Puigdemont comenzar ya a desobedecer las leyes españolas

En el seno de los partidos que le dan apoyo, especialmente en el PDeCAT y en ERC, la consigna que se repite desde hace unos días es que hay campo libre

Foto: Los miembros de la CUP Núria Gibert y Quim Arrufat. (EFE)
Los miembros de la CUP Núria Gibert y Quim Arrufat. (EFE)

Al desvelar la fecha y la pregunta del referéndum, el presidente catalán, Carles Puigdemont, ha pulsado un botón que le deja en manos del radicalismo y le obliga a buscar una única salida que pasa por el enfrentamiento duro con el Estado. En el seno de los partidos que le dan apoyo, especialmente en el PDeCAT y en ERC, la consigna que se repite desde hace unos días es que hay campo libre.

Así lo manifiestan a El Confidencial fuentes del PDeCAT, que añaden que “lo más difícil ya está hecho. Y ahora no se dará un paso atrás. El proceso no se detendrá. Y el próximo movimiento será desobedecer. En cuanto no se reconozcan las leyes españolas ni las sentencias de tribunales españoles, a ver cómo hará Madrid para obligar al Gobierno catalán a seguir sus dictados”. En esta senda, subrayan las fuentes, “la mayoría de los militantes y simpatizantes de los partidos soberanistas haremos piña y el Gobierno español no podrá hacer nada”.

El Gobierno catalán anuncia el referéndum para el 1 de octubre

Ese optimismo contrasta con el desconcierto en algunos círculos independentistas, que no ven claro cuál es el futuro. “Debemos cuidar mucho nuestros pasos, porque podemos perder credibilidad en el extranjero. Habrá que valorar cómo y por qué se toman determinadas decisiones y poder justificar esas decisiones ante la comunidad internacional, especialmente si contravienen el marco legal vigente. Por eso es tan importante dotarnos de un marco jurídico propio, que tendremos con la Ley de Transitoriedad Jurídica”. Esta ley es la que pretende cambiar las leyes españolas por otras específicamente catalanas, derogando la Constitución y el Estatuto de facto. Jurídicamente, no obstante, esa maniobra tiene poca consistencia.

La CUP, por su parte, empuja al ‘president’ por la senda de la ilegalidad. “El anuncio de la fecha y la pregunta nos sitúa en un horizonte de no retorno para la celebración del referéndum”, sintetizó este viernes por la tarde la portavoz de la formación antisistema, Núria Gibert, tras la reunión del consejo político de la CUP. Gibert reclamó a todos los partidos a no ser ambiguos con la consulta (en clara referencia a Podemos y a los 'comunes' de Ada Colau). “No es momento para cinismo ni ambigüedades, ni para falsas neutralidades ni tacticismos calculados”, enfatizó.

Pero dentro de la formación hay posicionamientos tremendamente duros. “La autodeterminación solo la podemos ejercer desde la desobediencia y la ruptura con el ordenamiento constitucional”, dice un documento de reflexión que este mismo viernes aprobó la cúpula de Poble Lliure, uno de los partidos con más peso dentro de la CUP. Este documento, elaborado después de conocerse la fecha y la pregunta del referéndum, señala también que “es imposible un acuerdo con el Estado para ejercer la autodeterminación. Y por eso, la desobediencia es una herramienta no solo legítima, sino imprescindible para poder romper con un Estado edificado sobre principios que van contra los derechos de los pueblos”.

Desbordar las leyes

Los antisistema consideran que “la convocatoria de un referéndum de independencia para el próximo otoño abre la puerta a poder disputar un enfrentamiento democrático contra el Estado y acabar con el procesismo como modelo de contención de la movilización popular”. Y llaman a la movilización popular “no solo para el ejercicio puntual del referéndum, sino para que se aplique el resultado en caso de victoria del sí y la soberanía retorne al pueblo. Asimismo, será preciso organizarnos para que el referéndum actúe favoreciendo la apertura de un proceso de autodeterminación en el conjunto de los Països Catalans”. Es decir, que a Cataluña la deberían seguir Valencia, Baleares, el sur de Francia e incluso la franja que limita entre Aragón y Cataluña. En otro párrafo, especifica que “el anuncio de la fecha y la pregunta abre la oportunidad de desbordar los límites del ordenamiento constitucional y del autonomismo. Y la izquierda independentista ha de apostar inequívocamente por esta oportunidad”.

Los radicales critican que el 9 de noviembre de 2014 hubo dos fallos importantes: los independentistas renunciaron a considerar vinculante el resultado de la consulta y el más garrafal: Artur Mas sustituyó “el acto de desobediencia contra el TC por un acto de astucia. Y un acto de astucia no es un acto de desobediencia. El primero es, simplemente, engañar al adversario por intereses personales. El segundo es impugnar abiertamente el orden legal vigente porque se considera que tiene un carácter ilegítimo y antidemocrático”. Así, acusan al expresidente Mas de hacer trampas y jugar con ventaja “en la disputa del capital electoral del soberanismo y la supervivencia del proyecto político de CDC”. En este sentido, Núria Gibert, la portavoz oficial de la formación, reconoció este viernes tarde que la exclusión de Mas como ‘timonel’ del ‘procés’ fue un acierto y que el 1 de octubre no será otro 9-N “porque los resultados se aplicarán”.

Pero eso no quita para que desde esa formación se admita que, hasta enero de 2016, cuando la CUP hizo retirarse a Mas hubo una ‘guerra fratricida’ entre independentistas en la que destacan “el chantaje de Artur Mas contra la CUP”, según se recoge en el documento de Poble Lliure.

Tras esa etapa, los radicales exigen ahora a Puigdemont contundencia y le piden la práctica “de hechos desobedientes que contrapongan la legitimidad del pueblo a la legalidad ilegítima del Estado”. Ese es el camino, afirman desde la CUP, que esta organización ha seguido. “Es el camino que ha intentado abrir la izquierda independentista a la hora de responder a los embates judiciales del Estado y creemos que el resultado ha sido enormemente positivo. En primer lugar, por la credibilidad sobre nuestra determinación para afrontar el embate del Estado; en segundo lugar, por la capacidad de tensionar el escenario político y demostrar la cara antidemocrática del Estado; y en tercer lugar, por la capacidad de obligar a otros actores soberanistas a subir el listón del discurso sobre la desobediencia”.

Desconfianza en los timoneles

Desde las filas de los antisistema, no obstante, reconocen que son muy pocos “los dirigentes y cuadros políticos dispuestos a practicar la desobediencia para conquistar el objetivo”. Y recelan aún más de la recomposición de los espacios políticos, ya que la refundación de CDC, la reconfiguración de ERC como el gran partido centrista y la opa de los ‘comunes’ al segmento de los socialistas “enfrían mucho las expectativas sobre una ruptura real en el otoño”. Y, concretamente, apuntan a “resistencias” en la dirección “de la antigua Convergència a cualquier escenario desobediente”. Todos, aseguran, buscan usar la movilización independentista “para forzar un escenario negociador con el Estado”, pero no para conseguir la independencia. En otras palabras, consideran que utilizan la autodeterminación “no como un derecho inalienable, sino como moneda de cambio, como una amenaza desesperada del autonomismo para frenar la recentralización”. Y, por eso, recelan de los dirigentes del ‘procés’, que son los mismos que negociaron a la baja el Estatuto de 2006.

Los antisistema, pues, ya tienen diseñada su nueva hoja de ruta: comenzar una fuerte campaña a favor de la desobediencia como única vía para llevar a cabo el referéndum, plantar cara al Gobierno de Puigdemont para obligarlo a desobedecer, aumentar la presión al Gobierno catalán en la marcha hacia la ruptura, rechazar cualquier desviación de su hoja de ruta (como la convocatoria de "nuevas elecciones plebiscitarias" o el intento de apertura de espacios negociadores en el contexto europeo) y defender un ‘proyecto nacional’, es decir, no solo de Cataluña, sino de los Països Catalans.

Al desvelar la fecha y la pregunta del referéndum, el presidente catalán, Carles Puigdemont, ha pulsado un botón que le deja en manos del radicalismo y le obliga a buscar una única salida que pasa por el enfrentamiento duro con el Estado. En el seno de los partidos que le dan apoyo, especialmente en el PDeCAT y en ERC, la consigna que se repite desde hace unos días es que hay campo libre.

Carles Puigdemont Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Ada Colau
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