Vilarrubí, vicepresidente del Barça, pagó a Jordi Pujol Jr. cientos de miles de euros
Un informe de la UDEF vuelve a poner en la picota la especial 'relación' entre el actual directivo del Barça y el hijo mayor de los Pujol Ferrusola, y los 'pagos' a sus cuentas
El vicepresidente segundo y encargado de Relaciones Internacionales e Institucionales del Barça, Carles Vilarrubí, pagó cientos de miles de euros en supuestas comisiones a Jordi Pujol Ferrusola, según un informe de la UDEF entregado en el juzgado central de instrucción número 5. Vilarrubí, dice el texto, “aparece igualmente entre las personas que habrían simulado relaciones de negocio con Imisa [Iniciatives, Marketing i Inversions SA], materializadas en facturas expedidas por esta última”. El total facturado se elevaba a dos remesas, una de casi 31,5 millones de pesetas (casi 189.000 euros) y otra de 75.765,40 euros, lo que totaliza más de 264.600 euros.
Esos negocios fueron realizados en el año 2000. Pero lo interesante, no obstante, es que al cruzar datos de Hacienda, aparecen “imputaciones mercantiles recientes, en el periodo 2004-2012, tanto con Iniciatives Marketing i Inversions como con Project Marketing CAT”. Los policías no conocieron los movimientos por no tener acceso a los datos de Hacienda, pero finalmente el fisco permitió contrastar informaciones y la UDEF pudo determinar que las empresas de Vilarrubí “inyectaron un total de 582.252,72 euros a las sociedades instrumentales de Jordi Pujol Ferrusola”.
“En el caso de Carles Vilarrubí, dada su ascendencia como empresario, con multitud de proyectos en los que de una u otra forma aparece la Administración autonómica de Cataluña, no se puede establecer una ligazón concreta de estos pagos cuantificados, con un proyecto concreto”, explica el informe de la UDEF. No le falta razón. A finales de los noventa y principios de los 2000, Vilarrubí pagaba anualmente una ‘mordida’ a Jordi Pujol Ferrusola, cuando este estaba asociado con Jordi Puig Godes, hermano del exconsejero Felip Puig. El actual vicepresidente del Barça efectuaba los pagos a través de su empresa CVC Consejeros de Comunicación. El concepto, según las facturas en poder de El Confidencial, era por “la participación en la valoración de diversas empresas”, es decir, un ‘trabajo’ lo suficientemente genérico como para levantar sospechas. Estas ‘gestiones’ comenzaron a costarle al empresario algo más de cuatro millones al año, cantidad que se incrementaba a cada ejercicio, situándose en más de cinco millones a comienzos del presente siglo.
Que algo había lo demuestran algunos documentos en poder de este diario. Una carta enviada por Jordi Puig a Vilarrubí le daba cuenta de un posible negocio. Hacía referencia a la empresa norteamericana Tacan, que quería invertir en el mercado europeo entre 3.000 y 4.000 millones de pesetas y que tenía la intención de montar una fábrica en Cataluña con una inversión aproximada de 10 millones de dólares. La inversión también contemplaría tener "un centro de I+D con todo lo que comporta para el desarrollo de nuevas tecnologías”, dice la misiva. Además, añadía que los americanos buscaban el 50% de la inversión (o sea, cinco millones de dólares) “a través de socios (capital riesgo). El otro 50% se podría financiar a través del Banco Sabadell como circulante (ya han dado el visto bueno)”. Y terminaba la carta subrayando que “Ericson ha pasado un pedido de 10 millones de dólares que tiene intención de fabricar aquí en Cataluña. De hecho, Ericson los tiene catalogados como suministradores. ¿Crees que podría ser interesante? Ya me dirás algo”.
Un pasado ‘turbulento’
El informe recuerda que el vicepresidente del Barça (que está imputado en el sumario de Jordi Pujol Ferrusola) estuvo relacionado con el área de juegos de azar (fue el primer director general de la Entidad Autónoma de Juegos y Apuestas de la Generalitat en los años ochenta, un cargo en el que le colocó su mentor, el entonces ‘president’ Jordi Pujol) y con emisoras de radio, “donde sus empresas fueron beneficiadas con adjudicaciones”. También recuerda que hubo el escándalo del caso Casinos, que estalló en los noventa y en el que se llegó a demostrar la financiación irregular de CDC a través de Casinos de Cataluña. “También el nombre de Carles Vilarrubí aparece en procedimientos muy conocidos, como los casos Grand Tibidabo y Banca Catalana”.
Del actual directivo culé, señala también que se halló una transacción en Andorra “consistente en una remisión de 50 millones de pesetas el 28 de diciembre de 1995 desde la cuenta del Andbank con numeración AN 083436 titulada por la empresa Restaurantes de Cerdanya SL”. Sin embargo, destaca que el propio Jordi Pujol Ferrusola le traspasó de su cuenta seis millones de pesetas el 18 de enero de 2000 “con destino a posiciones de Carles Vilarrubí, que tampoco son susceptibles de conectar con operativas en España”.
La UDEF destaca que, precisamente en los tiempos en que se habían pagado comisiones “ilícitas” a Jordi Pujol Ferrusola, “Carles Vilarrubí intervino en la privatización de Potasas del Llobregat y del Centro Informático de la Generalitat. En ambos casos, su función habría sido como asesor de las multinacionales extranjeras que finalmente se adjudicaron ambas concesiones”. Según la documentación en poder de El Confidencial, para la privatización del Centro Informático, Jordi Pujol y Jordi Puig hicieron gestiones como intermediarios, con la intención de cobrar la comisión correspondiente. En su correspondencia de la época, destacan que “Telefónica va sola y no necesita a nadie”, pero en otros posibles compradores destacan que se podrían iniciar acercamientos a directivos, como en Retevisión o Airtel. De esta última, alertaba: “Muchas posibilidades (¿acceso a Abelló?)”. También desgranaban que los ingleses de Colt no irían al concurso final, proponían un contacto con Comunitel a través del Deutsche Bank y destacaban que Josep Pujol (Ferrusola) se encargaba de los contactos con dos empresas francesas: Jazztel y UNI2. “Josep los persigue, pero no negociarán. Difíciles de pactar”, dicen de estos últimos.
Un apetitoso regalo de boda
El informe de la UDEF, no obstante, destaca las relaciones personales de Vilarrubí con el hijo del ‘expresident’. “Ciertamente, la relación de Carles Vilarrubí con la familia Pujol Ferrusola, desde el punto de vista financiero/económico, es prolija, y se extiende temporalmente, siendo paradigma de ello que en la cuenta personal de Jordi Pujol Ferrusola en el BBVA con numeración (…) se distinguen los siguientes abonos en marzo y mayo de 2012”… y detalla dos cargos de 10.000 euros cada uno el 30 de abril de ese año y el 30 de mayo.
Estos pagos, no obstante, “no aparecen declarados en la Aeat dentro de las imputaciones atribuibles a Jordi Pujol Ferrusola, habiendo encontrado solo como posibilidad que el primero de ellos sea el regalo de boda correspondiente al matrimonio contraído por Mercé Pujol Gironès [hija de Jordi Pujol Ferrusola] por esas fechas, siendo indiciario que los fondos provienen de CVC Grupo Consejeros, y su ingreso se produjo en la cuenta de Jordi Pujol Ferrusola, a diferencia de otros invitados, que utilizaron la cuenta del BBVA numerada como (…), titulada por su mujer Mercè”.
De lo que no hay duda es de que los caminos de Vilarrubí y los Pujol son inseparables: el ahora empresario fue el chófer que en los años setenta llevó a un entonces aspirante a político Jordi Pujol i Soley por todos los pueblos de Cataluña, lo que luego revirtió en prebendas de cargos. Para más inri, Carles Vilarrubí trabajaba a finales de los setenta en un despacho de Minoría Catalana en Madrid. Allí recibía cada día a un joven que estaba haciendo la mili como mensajero del subsecretario del Ministerio de Defensa, almirante Ángel Liberal. Ese joven se llamaba Jordi Pujol Ferrusola. Con él haría carrera en los negocios, aunque al margen de los cargos políticos, el Gobierno catalán que presidía Jordi Pujol i Soley puso a Vilarrubí en consejos de administración, de donde se llevó suculentos salarios: en Grand Tibidado, en Telefónica, en Antena 3 TV, en Tipel o en La Seda de Barcelona, por ejemplo. Al margen, los dos amigos, que intimaron en Madrid a finales de los setenta, acabaron participando en las 24 horas de Le Mans impulsando la escudería Team Cat y comprando casa en la Cerdanya, la comarca donde establecían su segunda residencia los nuevos ricos catalanes de los ochenta y noventa.
Vilarrubí también abrió despacho y empresa (VVM Veveema) junto con Felip Puig, Pere Macias y Francesc Xavier Ventura, todos vinculados a CDC. El hermano del primero de sus socios, Jordi Puig, fue, paralelamente, socio de Jordi Pujol Ferrusola, cerrando un círculo vicioso que mezclaba política con ‘caja’. Lo que queda claro, pues, es que la escuela de negocio de la cúpula ligada a Convergència y a la familia Pujol ha manejado a su antojo durante las últimas décadas no solo las decisiones políticas, sino que tenía la llave para hacer pingües negocios, en muchas ocasiones vinculados a las arcas públicas.
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