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La 'operación ruptura' de Ada Colau: el año que cambió Barcelona
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EL PACTO CON EL PSC, UN 'BÁLSAMO' PARA ALGUNOS SECTORES

La 'operación ruptura' de Ada Colau: el año que cambió Barcelona

Su intención no era que la ciudad continuase su actividad plácidamente, sino despertarla del letargo con una sacudida ideológica. Fue un golpe antisistema, una operación planificada

Foto: La alcadesa de Barcelona, Ada Colau, durante un acto institucional conmemorativo del 40 aniversario de la asamblea clandestina de Barcelona de CCOO. (EFE)
La alcadesa de Barcelona, Ada Colau, durante un acto institucional conmemorativo del 40 aniversario de la asamblea clandestina de Barcelona de CCOO. (EFE)

Conflictos vecinales, conflictos políticos, conflictos laborales, conflictos institucionales, conflictos sociales, conflictos policiales… Barcelona ha vivido, en el último año, al filo de lo imposible. Ada Colau, de Barcelona en Comú (BeC), gobierna con una exigua minoría de 11 concejales de los 41 que tiene el Consistorio. Llegó en mayo del año pasado con un chip diferente. Tan diferente que lo primero que decidió es que quedaban anulados proyectos como el plan de terrazas o el plan de hoteles que Convergència i Unió (CiU) había impulsado.

De repente, Colau se puso al pequeño comercio en contra; a los dueños de bares, en contra; a la menospreciada Guardia Urbana en contra… y comenzaron a cobrar fuerza y a tener cancha movimientos antisistema, desde los okupas hasta los manteros, que llegaron a organizarse para hacer frente a los urbanos que pretendían su desplazamiento.

Las ‘imágenes’ más impactantes de Barcelona en el último año son las de la retirada del busto del Rey del salón de plenos del Ayuntamiento, la de los hoteleros cabreados, la de los restauradores manifestándose, la de los trabajadores de Metro y autobús yendo de nuevo a la huelga, la de los manteros enfrentándose con palos a la Guardia Urbana, la de los okupas de Gràcia tomando las calles, la de los concejales de Colau criticando a los urbanos y a la Policía por querer mantener el orden público

Por eso Ada Colau no ha dejado a nadie indiferente. Hizo una ruptura muy controlada con la política tradicional para marcar perfil propio y hacerse notar. Su intención no era que la ciudad continuase su actividad plácidamente, sino despertarla del letargo con una sacudida ideológica. Fue un golpe antisistema que llamó la atención de propios y extraños. Una operación de imagen perfectamente planificada.

"Envía mensajes muy abstractos y con poca concreción. Puede gustar a los suyos pero crea incertidumbre en muchos sectores", dice Joaquim Forn

En realidad, comenzó con una sospechosa política nepotista: su marido, Adrià Alemany, dejó su trabajo en la Fundación del FC Barcelona para dedicarse a la política como alto cargo de BeC; el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, hizo que contratasen a su esposa, Vanesa Valiño, como asesora pública; una concejal de confianza enchufó igualmente a su novia en el organigrama municipal; y colaboradores de la Plataforma DESC en la que habían trabajado los últimos años con Colau comenzaron a cobrar de las arcas públicas: desde la concejala Gala Pin hasta la directora de comunicación, Águeda Bañón. Una gran ‘familia’ a la que, en confianza, los suyos propios le llaman ‘La Secta’.

De cara a la galería, el mandato comenzó con gestos simbólicos. La retirada del busto del Rey bajo la atenta mirada de Pisarello es una estampa que resume lo que es el mandato de Colau. “Hace mucha política de gestos. Envía mensajes muy abstractos y con poca concreción. Puede gustar a los suyos, pero son mensajes equívocos y crean incertidumbre en muchos sectores de la ciudadanía”, dice a El Confidencial Joaquim Forn, el prácticamente jefe de filas de CiU, ahora en la oposición, con 10 concejales.

Para Alberto Fernández Díaz, jefe de filas del PP, “Colau gobierna desde la gesticulación y el escarnio para tapar sus propias carencias. Está más pendiente de hacer titulares de prensa que de gobernar. Hiperactúa en polémicas, pero es una inútil a la hora de resolver los problemas”. Y añade otro reproche: “Se ha convertido en la alcaldesa útil al independentismo cuando se adhirió a sus tesis tras los fallos del TC contra el 9N”.

Decisiones digitales

Al inicio de su mandato, Colau protagonizó dos sonadas polémicas: estuvo a punto de echar a perder la celebración del Mobile World Congress (MWC) en Barcelona, el mayor congreso mundial de alta tecnología. Y, luego, unilateralmente, renunció a presentarse como sede de los JJOO de Invierno, lo que levantó airadas protestas de muchas poblaciones del Pirineo catalán, que serían las beneficiadas de esos Juegos. Todas esas actuaciones, que en otros tiempos se hablaban con los grupos de la oposición o con otros ayuntamientos, ahora han sido una decisión digital de la alcaldesa. O sea, un ordeno y mando. Con Colau, el consenso se ha acabado en la capital del diálogo.

A partir de ahí, en un tiempo récord, puso Barcelona patas arriba: ordenó una moratoria hotelera, paralizando todos los proyectos de construcción de hoteles, y prohibió el asentamiento de terrazas, ‘matando’ económicamente a los dueños de bares y restaurantes que se habían empeñado hasta las cejas contando con que podrían tener su terraza y sacar rendimiento a su negocio.

"No se ha aprobado el Plan de Vivienda. Se le escapó de las manos el tema de la inseguridad y ahuyenta a los inversores", afirma Alberto Fernández Díaz

Alberto Fernández Díaz saca a relucir un compendio de ‘despropósitos’ del primer año de Ada Colau. Demasiadas carencias y pocas iniciativas. “No se ha aprobado el Plan de Vivienda. Se le escapó de las manos el tema de la inseguridad. Ahuyenta a los inversores. Paraliza la actividad económica. Se muestra más que sumisa con la Generalitat a la hora de exigir la financiación que le corresponde a Barcelona… con la moratoria hotelera, paralizó 38 proyectos. Algunos de ellos, se han ido a Hospitalet, al lado de Barcelona, y ya no volverán a la ciudad. Y con el 'top manta' ha vuelto el incivismo y este campa a sus anchas. Pero la alcaldesa sigue sin aprobar el Plan de Seguridad. Y luego tiene pendiente todavía aprobar la reforma de los servicios sociales y los Presupuestos”.

Ante ello, Ada Colau se sacó de la manga un proyecto nuevo: la unión de dos líneas de tranvía a través de la Diagonal. Es un proyecto faraónico que cuenta con el recelo vecinal pero que encontró lo que buscó: desviar la atención de la parálisis en otros ámbitos y encender un debate que le puede reportar réditos futuros. Si el proyecto sale adelante, será un logro sobre la mesa en las siguientes elecciones, aunque su Gobierno no haya hecho nada más.

Joaquim Forn, por su parte, apunta a que Colau “empezó con mal pie cuando puso en el disparadero al MWC y luego con la moratoria hotelera. Son mensajes equivocados que influyen muy negativamente en la actividad económica y que tienen repercusión en el día a día”.

Poca gestión y mucho gesto

El dirigente convergente se queja de que “para Colau, la actividad económica no es prioritaria. No se realizan acciones importantes y ha abandonado algunos sectores estratégicos, como el de la alta tecnología, porque para ella la creación de empresas no es prioritaria. Con nosotros, había inversiones extranjeras por 7.500 millones, con el 21% en nuevas tecnologías porque promocionábamos Barcelona como ciudad ‘smart’. Y ahora dudamos, por ejemplo, de que la ciudad pueda atraer a empresas del Brexit porque Barcelona no tiene claras en este momento sus opciones”. CiU también destaca “la degradación del espacio público: el problema de los manteros y las relaciones del Ayuntamiento con la Guardia Urbana son dos de los grandes problemas de Colau. Existe la sensación de que se ha abandonado el interés general a favor de los irregulares”.

Forn apunta directamente a la alcaldesa: “Tiene un presupuesto anual de 2.500 millones y un desconocimiento de cómo distribuirlo. Lo que hay en Barcelona es poca gestión y mucha política de gesto”.

CiU critica "la degradación del espacio público": "Los manteros y las relaciones con la Guardia Urbana son dos de los grandes problemas de Colau"

Pero desde el Ayuntamiento aseguran que lo que ha habido es “un cambio de prioridades, poniendo el centro de atención en las personas, buscando favorecer un nuevo modelo económico más plural y diverso”. Y no sólo eso: “Hemos aumentado las subvenciones a becas comedor y al alquiler; hacemos una reflexión sobre el fenómeno turístico con la voluntad de gestionar su crecimiento y hacer que sea una actividad sostenible y que sea compatible con la calidad de vida de los vecinos”.

Ha habido, dicen, una decidida actuación para frenar desahucios, aunque desde las filas de CiU aseguran que la mayor parte de las actuaciones ya habían sido iniciadas por el anterior alcalde, Xavier Trias. “Favorecemos el acceso a la vivienda, combatiendo los desahucios y creando una unidad que gestiona los casos. Al mismo tiempo, aumentamos las ayudas y preparamos la ampliación del parque público de vivienda en 2.000 pisos, consiguiendo la cesión de 550 pisos de bancos para alquiler social”, aseguran en el Consistorio.

Desde el PP, no obstante, se critica la “falsa moral de Colau”, que el año pasado gastó 518.565 euros en seguridad privada para vigilar pisos públicos vacíos del Patronato Municipal de la Vivienda. “La alcaldesa debería automultarse por no dar el uso social previsto a las viviendas públicas vacías”, subraya Fernández Díaz.

El año pasado la alcaldesa gastó 518.565 euros en seguridad privada para vigilar pisos públicos vacíos del Patronato Municipal de la Vivienda

También destaca el plan de choque social sobre viviendas de uso turístico, “una batería de medidas presupuestadas en 1.350.000 euros anuales para minimizar la oferta sumergida y evitar que arraiguen en la ciudad los pisos clandestinos.

El bálsamo socialista

La incorporación del socialista Jaume Collboni como socio de Gobierno en mayo fue un balón de oxígeno para algunos sectores de la ciudad. Colau había tachado al PSC de “mafia corrupta” durante la campaña electoral. Pero ahora es el PSC el que le saca más de una castaña del fuego. Collboni llegó en un momento en que la Guardia Urbana estaba siendo criticada desde el mismo equipo de gobierno de Colau, cuando los comerciantes y restauradores estaban con el agua al cuello y cuando los trabajadores públicos se encontraban en medio de una larga huelga de transportes, acusando a la alcaldesa antisistema de actuar exactamente igual que sus predecesores, blindando a una cúpula de las empresas públicas son salarios de escándalo y dietas de más escándalo todavía. Ahí, Colau ha transigido. No ha osado mover ni un dedo. Los trabajadores de Metro y autobuses -dependientes de TMB- no consiguieron ni mayor transparencia en la gestión ni mayores cotas de control de las empresas públicas. La vida sigue igual en TMB.

Desde el Consistorio, en cambio, destacan que ya está ultimado el Plan Estratégico de Turismo 2016-2020, que el último trimestre de este año se abrirá a nuevas propuestas antes de ser aprobado definitivamente. Asimismo, subrayan que se han empezado a poner en marcha planes pilotos para permitir terrazas incluso dentro de la calzada.

También restan importancia a la inseguridad, apelando a medidas puestas en marcha. Con el conflicto de los manteros disminuido, en el distrito de Ciutat Vella, en pleno corazón de la ciudad, se contrataron este mes de julio 47 agentes cívicos para “promover el civismo y garantizar el mantenimiento del espacio público, evitar los efectos negativos de la afluencia masiva de turistas, fomentar la convivencia y velar por el descanso vecinal”. En Gràcia, donde hubo los conflictos con los okupas, se pretende crear mesas conjuntas de vecinos, comerciantes y del sector de la restauración para ver las medidas a tomar con el fin de reducir el incivismo y el ruido.

El popular Fernández Díaz destaca que “en el tema de los okupas, no solo lo consiente de entrada: es que además presta edificios municipales y paga el alquiler, la luz o las fiestas que organizan. Ahora, hay un proyecto para comprar la Casa de la Muntanya [emblemático edificio okupado en el bario de Gràcia] para que sus amigos puedan seguir viviendo allí gratis”. Y no solo eso: destaca que desde que Colau llegó al Ayuntamiento, el Consistorio se ha retirado, al menos, de 13 procesos penales contra activistas antisistema por desórdenes públicos, daños, lesiones y atentado a la autoridad. Paradójicamente, algunos de los acusados habían sido clientes del tercer teniente de alcalde, Jaume Asens.

Y el convergente Forn remata diciendo que “el discurso de Colau es prepotente. Lo peor, sin embargo, es que en Barcelona se impone el discurso del decrecimiento. Es insólito: se pretende remunicipalizar servicios y redistribuir riqueza. Pero alguien tiene que generar esa riqueza. Si no se crean empresas ni se atrae inversión, ¿qué riqueza se va a redistribuir?”. Pero la ‘operación ruptura’ de Colau es eso, precisamente: hacer lo contrario de lo que se ha hecho hasta ahora.

Conflictos vecinales, conflictos políticos, conflictos laborales, conflictos institucionales, conflictos sociales, conflictos policiales… Barcelona ha vivido, en el último año, al filo de lo imposible. Ada Colau, de Barcelona en Comú (BeC), gobierna con una exigua minoría de 11 concejales de los 41 que tiene el Consistorio. Llegó en mayo del año pasado con un chip diferente. Tan diferente que lo primero que decidió es que quedaban anulados proyectos como el plan de terrazas o el plan de hoteles que Convergència i Unió (CiU) había impulsado.

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