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TENSO CONGRESO EN BARCELONA

Mas enfada ahora a sus socios mientras los militantes vuelven a llevarle la contraria

Demòcrates de Catalunya, creado hace menos de un año por Antoni Castellà, ha advertido de que denunciará a la nueva formación si aprueban llamarla Partit Demòcrata Català

Foto: El expresidente catalán Artur Mas, durante su intervención en la clausura del XVIII Congreso de CDC, en Barcelona. (EFE)
El expresidente catalán Artur Mas, durante su intervención en la clausura del XVIII Congreso de CDC, en Barcelona. (EFE)

De mal en peor. Definitivamente, el nuevo partido de Artur Mas no levanta cabeza mientras los conflictos se suceden en su propio Congreso fundacional. Este viernes, los militantes se sublevaron contra el timonel del proceso por los dos nombres que proponía para el partido. Ayer por la mañana, se rebelaron contra el Consejo por la Calidad Democrática que el ‘expresident’ quería crear dentro de la formación. “¿Para qué queremos un consejo, para que nos diga lo transparentes que somos? ¿Necesitamos un órgano que vele por la calidad democrática porque damos por sentado que no tendremos esa calidad?”, argumentaban los militantes críticos. Otra bofetada (casi simbólica) a Artur Mas.

Y una añadida: en la sesión de la tarde, la comisión de las bases organizativas acordaron una limitación de mandatos de ocho años para los cargos del partido, aunque pueden ser ampliables a 12 si las dos terceras partes de la asamblea lo vota. Falta por ver ahora una cuestión importantísima: el régimen de incompatibilidades y si los cargos del partido pueden ser, a la vez, cargos institucionales, como pretende la actual dirección.

El ambiente en el congreso fundacional de la nueva criatura de Artur Mas que tiene lugar este fin de semana es tenso. El consejero de Cultura, Santi Vila, trataba de quitar hierro al asunto en los pasillos, entre discusión y discusión. “Tenemos las tensiones propias de un momento como este, porque hay muchas sensibilidades”, decía el consejero, que subrayaba también que “hemos querido hacer algo nuevo y quizá nos hemos equivocado”. Y es que la única novedad de este congreso residía en sus normas. Para empezar, a este podían apuntarse los militantes que quisieran (lo hicieron más de 3.000). Luego, las propuestas presentadas por la dirección no estaban consensuadas y crearon un profundo malestar entre los asistentes. Se evidenció que hay divorcio entre cúpula y bases y que las maneras de hacer, las propuestas y los fundamentos ideológicos y organizativos del nuevo partido son, en realidad, más de lo mismo: es CDC trasplantada a otro envoltorio.

Ayer, después de que los nombres de Catalans Convergentes y Més Catalunya hubiesen sido rechazados, se comenzaron a barajar nuevas opciones. Junts per Catalunya, Partit Nacional Català y Partit Demòcrata Català son las que tienen más opciones de prosperar, los nombres que pasaron el corte y obtuvieron apoyos de más del 60% de los miembros de la comisión de nombre para llevarlo al plenario mañana y dar nombre propio a la criatura. Esos apelativos fueron escogidos de una lista de más de 300 que habían sido argüidos de alguna manera a través del mecanismo digital que CDC puso en marcha para recabar la opinión de sus militantes.

El enfado de los socios

Pero aun así, han surgido más problemas: el nombre de Partit Demòcrata Català ya había sido barajado por la cúpula de Convergència, no ya por las connotaciones ideológicas de las palabras, sino por su paridad con el partido homónimo de Estados Unidos, a quien quiere imitar. Pero antes de ponerlo a votación ya ha habido protestas: Demòcrates de Catalunya, el partido creado hace menos de un año por el exdemocristiano Antoni Castellà, ha advertido que denunciará a la nueva formación si aprueba ponerle ese nombre, que guarda mucha similitud con el suyo. La paradoja es que Castellà se escindió de Unió Democràtica (UDC), jaleado por Convergència, se refugió bajo las alas del partido de Mas para concurrir a las últimas autonómicas y ahora es la propia Convergència la que está a punto de ‘robarle’ el espacio de los ‘demócratas’.

Por eso, Castellà pidió a la dirección de CDC que, “por responsabilidad y buen funcionamiento del debate interno”, comunique “a las bases que la propuesta de nombre, jurídicamente, no es posible”, ya que ese nombre induce “a error, similitud manifiesta” y se hace de él un “uso oportunista y fraudulento” al entrar en “conflicto de intereses” con el nombre de Demòcrates de Catalunya. Si el nombre sale adelante, el partido de Castellà hará uso de “todas las vías tanto administrativas como judiciales para preservar la voluntad democrática de los voluntarios que formaron parte del Congreso fundacional que nos dotó del nombre de Demòcrates de Catalunya”.

La expresidenta del Parlamento catalán, Núria de Gispert, también alertó vía Twitter que el nombre “ya es nuestro”, lo que le fue contestado por algunos dirigentes de Convergència subrayando que no es lo mismo Demòcrates de Catalunya que Partit Demòcrata Català y que, además, “ese nombre no está registrado”. Lo cierto, sin embargo, es que el nuevo partido de Mas nace gafado: no sólo hay tensión interna entre las bases y la dirección, sino que también hay tensión con los posible socios y aliados que puede tener en el futuro. Más mala suerte, imposible.

Hacia la república

Con todos los inconvenientes y tropiezos, hay una cosa que Mas puede sacar adelante: la formación que ahora empieza a andar ha enterrado el autonomismo y apostará abiertamente por el independentismo y por la creación de un Estado catalán dentro de Europa. No lo va a tener fácil el líder convergente, porque la mayoría de la militancia difiere de él en la estrategia, pero sí que comparten unas líneas maestras que pueden aprovechar.

Francesc Sánchez, coordinador de Régimen Interno de CDC y del congreso, evidenció que la nueva formación apuesta por un modelo de Estado en forma de república. En esta base fundacional, pues, no habrá desencuentro. Además, Sánchez explicó que se rechazó una enmienda que pretendía introducir la declaración unilateral de independencia (DUI) como mecanismo de alcanzar el Estado propio porque esta es una cuestión puntual que se ha de abordar en el día a día político. Esto le deja las manos un poco más libres a la próxima dirección del partido.

De mal en peor. Definitivamente, el nuevo partido de Artur Mas no levanta cabeza mientras los conflictos se suceden en su propio Congreso fundacional. Este viernes, los militantes se sublevaron contra el timonel del proceso por los dos nombres que proponía para el partido. Ayer por la mañana, se rebelaron contra el Consejo por la Calidad Democrática que el ‘expresident’ quería crear dentro de la formación. “¿Para qué queremos un consejo, para que nos diga lo transparentes que somos? ¿Necesitamos un órgano que vele por la calidad democrática porque damos por sentado que no tendremos esa calidad?”, argumentaban los militantes críticos. Otra bofetada (casi simbólica) a Artur Mas.

Artur Mas Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) Cataluña
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