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Mas finiquita hoy CDC y crea un nuevo partido independentista con él de presidente
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Mas finiquita hoy CDC y crea un nuevo partido independentista con él de presidente

No estaba muerto, estaba tomando medida a los ataúdes de sus enemigos. El expresidente de la Generalitat alumbra hoy la nueva formación a mayor gloria... suya

Foto: El expresidente de la Generalitat Artur Mas aspira a presidir el nuevo partido que fundará este fin de semana Convergència. (EFE)
El expresidente de la Generalitat Artur Mas aspira a presidir el nuevo partido que fundará este fin de semana Convergència. (EFE)

Presidenciable sí o sí. Esa es la intención de Artur Mas. Que nadie le dé por muerto, porque no lo está. Más bien está tomando medidas a los ataúdes de sus enemigos para resurgir como el Ave Fénix. Hoy finiquita oficialmente a Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y crea de la nada un nuevo partido que sustituirá a la veterana formación símbolo de la Cataluña de la Transición.

Pero ante los 'asociados' (el nuevo nombre con el que se denomina a los militantes a partir de ahora), no dejará opción a proponer incompatibilidades entre cargos del partido y de las instituciones, como reclaman varios sectores de la propia Convergència. Artur Mas no entrará en la política institucional mientras él no quiera. Es su as en la manga, tanto para enfrentarse a sus rivales internos como para asustar a sus oponentes de otros partidos.

La pretensión de Mas es aprobar todas las bases organizativas a partir de lo que piensen los militantes (que pagarán una cuota de 80 euros anuales). Son estos quienes decidirán si los mandatos son limitados a dos periodos de cuatro años o si pueden estar 12 años en sus puestos de responsabilidad. En cambio, la dirección de CDC aboga por flexibilizar las incompatibilidades: Mas forzará que los cargos del partido puedan ser también cargos institucionales, ya sea de la Generalitat o de otras administraciones públicas. Según algunas fuentes consultadas, esta es una de las cartas que se guarda en la manga para optar a presentarse él como candidato nuevamente a ‘president’ en un futuro no muy lejano, barriendo a la nueva generación.

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En las opciones que deberán dirimir los militantes, no existe la posibilidad de proponer que los cargos del partido no puedan estar en la Generalitat, por ejemplo. Definitivamente, sí podrán estar, pero decidirán si la Comisión de Transparencia, Cumplimiento Ético y Garantías les da luz verde o no hace falta este trámite.
El ‘expresident’ pondrá sobre la mesa también si quieren una presidencia sin tareas ejecutivas que pueda asistir a las reuniones de la dirección ejecutiva y si esta dirección (que constará de 12 miembros) será votada en bloque o se votará un secretario general que luego presente su lista para ser votada en bloque.

Los militantes decidirán sobre las primarias

Artur Mas también deja que los militantes decidan si los cargos unipersonales del partido han de ser escogidos en primarias y quién puede participar en estas, si los militantes o también los simpatizantes. Asimismo, se decidirá si los candidatos a cargos institucionales han de pasar por ese trámite. En este sentido, una de las cuestiones que se discutirán es si las listas garantizan la paridad del 40/60% o si son 'listas cremallera', es decir, alternativas de hombre/mujer. También se consulta a los militantes si se han de crear “mecanismos de participación permanente para consultar la opinión sobre temas de interés”, como, por ejemplo, acuerdos o convenios con otros partidos, coaliciones electorales o cuestiones de relevancia en las instituciones.

Otra de las novedades que proponen las bases fundacionales es la creación de la figura de “una persona que, con autonomía, se ocupe de buscar talento entre las personas asociadas y las personas simpatizantes”. Esta figura podría ser escogida entre todos los militantes y simpatizantes en primarias, podría ser designada por el Consejo Nacional o se le podría asignar esa tarea a una persona de la ejecutiva. Los ‘asociados’ decidirán.

Un partido independentista

La formación que ahora echa a andar apuesta por la independencia de Cataluña. El objetivo del nuevo partido es “conseguir los objetivos de plenitud nacional, justicia social y progreso económico que han de hacer de Cataluña un país referente en el mundo”, dicen las bases fundacionales.

En sus documentos iniciales, lo deja claro: “Cataluña vive y experimenta con intensidad estos cambios y protagoniza uno nuevo: la voluntad de decidir su futuro como nación, por vías cívicas y de radicalidad democrática. Efectivamente, el catalanismo político ha pasado del autonomismo al soberanismo de forma mayoritaria”. Y, para que no quepa duda, añade: “Somos una nación y, por tanto, depositarios del derecho de autodeterminación”.

El país que viene, aseguran las bases de la neonata formación, “es una nación catalana con Estado propio. Un Estado independiente, con la misma soberanía que las naciones de la UE, que se dote de una Constitución que garantice derechos y proteja el cumplimiento de los deberes”. No se queda ahí la cosa: aspira a “hacer realidad el sueño de una Europa federal de naciones libres, con una unión política fruto de unos ideales y de valores comunes. Queremos ser un Estado miembro de la UE, de la zona euro y de las principales organizaciones internacionales”.

Claro que estas buenas intenciones se quedan en eso: intenciones. Tanto las autoridades europeas como diferentes cargos de la UE advirtieron por activa y por pasiva de que, si Cataluña se desgaja de España, quedará automáticamente fuera de la UE y deberá hacer cola para entrar de nuevo. Y eso si nadie se opone, porque la admisión de un nuevo Estado ha de hacerse por unanimidad.

Reconocimiento del castellano

A diferencia de otras formaciones radicales que apuestan por erradicar el castellano, el futuro partido aboga por la defensa y la promoción “del catalán como lengua propia, útil y atractiva y como patrimonio compartido con el dominio cultural y lingüístico de otros territorios de habla catalana”, pero también quiere ser “un país que defienda y promueva el castellano como patrimonio común de buena parte de la población catalana y como patrimonio compartido con el resto de pueblos hispanoparlantes”.

Se define también como “un partido demócrata, catalanista, soberanista, europeísta y humanista que reivindica el progreso de Cataluña y de su gente”. Y como “un partido transversal, formado por personas de diversos orígenes, ideas y creencias”. En otro párrafo, añade: “Somos un partido abierto, permeable y flexible, capaz de adaptarse a los cambios constantes y rápidos que definen a las sociedades modernas y avanzadas como la catalana. Somos un partido que representa la centralidad social”. También asegura que nace como un “partido con mentalidad de gobierno” y con “un funcionamiento plenamente democrático, donde los asociados participan en la decisión de los planteamientos ideológicos y en la elección de los candidatos internos y externos. La meritocracia es el elemento nuclear y nos dotamos de un régimen de incompatibilidades de cargos y de limitación de mandatos”. Esta afirmación, sin embargo, quedará al albur de las votaciones que realicen los asistentes al congreso fundacional este fin de semana.

Asegura, asimismo: “Somos un partido que tiene sueños, ideales y proyectos y que al mismo tiempo es realista y explica los problemas con toda su complejidad (…) Buscamos más el efecto que el efectismo. La acción más que la inacción, el hacer el bien más que el quedar bien”. Falta por ver qué deparará el futuro.

Presidenciable sí o sí. Esa es la intención de Artur Mas. Que nadie le dé por muerto, porque no lo está. Más bien está tomando medidas a los ataúdes de sus enemigos para resurgir como el Ave Fénix. Hoy finiquita oficialmente a Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y crea de la nada un nuevo partido que sustituirá a la veterana formación símbolo de la Cataluña de la Transición.

Artur Mas Convergència Democràtica de Catalunya (CDC)
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