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La CUP revienta: dimiten en bloque seis miembros de la cúpula del partido
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La CUP revienta: dimiten en bloque seis miembros de la cúpula del partido

Piden un "cambio real en el funcionamiento y organización" de la CUP y culpan de la situación que vive esta organización anticapitalista de posiciones "maquiavélicas" y "sectarias"

Foto: Los diputados de la CUP, Anna Gabriel, Joan Garrigay Gabriela Serra. (Efe)
Los diputados de la CUP, Anna Gabriel, Joan Garrigay Gabriela Serra. (Efe)

Tenía que pasar. Era la crónica de una crisisanunciada: la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) saltó esta mañana por los aires después de que seis de los 15 miembros de su secretariado, el máximo órgano de dirección, presentasen su dimisión. El golpe de fuerza llega sólo tres días después de que la organización Poble Lliure, integrante de la CUP, aprobase un documento en el que pedía la dimisión del secretariado y la libertad de voto en el Parlamento para sus diez diputados.

De hecho, tras ese serio aviso de Poble Lliure, la CUP iba a comenzar la próxima semana el proceso de relevo de su secretariado. Pero los ‘históricos’ no le han dado tiempo a un relevo tranquilo: han querido implosionar la organización para forzar la transparencia y dar otro aviso de que, si las cosas no se solucionan y se contenta a todos los partidos que forman la CUP, el próximo paso será la ruptura de la organización.

En un documento firmado por los seis dimisionarios, se alude a la “tensa situación actual”. Reclama este documento que la CUP “vuelva a ser un proyecto netamente democrático, transparente y asambleario”. Avisan, eso sí, de que la decisión de dimitir “no forma parte de ninguna batalla entre sectores y sólo se fundamenta en la firma voluntad de mejorar a partir de la autocrítica”.

Los seis miembros que forzaron la crisis están vinculados, en mayor o menor medida, a los ‘históricos’ de la CUP y algunos de ellos provienen de veteranas organizaciones independentistas de hace décadas. Se trata de Ester Rocabayera, militante de Moviment de Defensa de la Terra y de los Comitès de Solidaritat amb els Patriotas Catalanas (CSPC) en los años 80. Actualmente, milita en Poble Lliure y en Lluita Antipatriarcal. Guim Pros, otro de los firmantes, es portavoz del grupo municipal de la CUP en Sant Cugat y militante de la organización juvenil Maulets y del Moviment Català d’Alliberament Nacional (MCAN). Joel Jové es concejal en la localidad leridana de Alfés, diputado en la Diputación de Lleida y militante de Poble Lliure. Omar Diatta es un senegalés llegado a Cataluña en el 2005 y militante de la CUP, además de miembro de diversas asociaciones de inmigrantes. Roger Castellanos, hasta hace dos meses concejal en Tagamanent (dejó su cargo por traslado de domicilio), es también un histórico, además de familiar lejano de Carles Castellanos, uno de los líderes del MDT, con quien incluso escribió el libro ‘El fenómeno nacional’ en el 2015. Y Tomàs Sayés es militante del Sindicat d’Estudiants dels Països Catalanas (SEPC); en el 2009, realizó una huelga de hambre para reivindicar una moratoria en la aplicación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) –o sea, del Plan Bolonia- y la readmisión de estudiantes expulsados de la UAB. Como consecuencia de esa acción, tuvo que ser hospitalizado.

Utilización partidista de la CUP

La carta abierta de los seis miembros del secretariado argumenta que “en un acto de coherencia y transparencia, rechazamos la propuesta de una dimisión conjunta de todo el secretariado nacional por entenderla como una imagen errónea y cínica de la situación real de la organización”. De hecho, debía ser el lunes próximo cuando el secretariado nacional presentaría en bloque la dimisión y ello conllevaría después otro secretariado de similares características, con el peligro de que los duros de Endavant dominasen la organización. Para evitar esa posibilidad, los considerados como ‘blandos’ dentro de la CUP son los que ahora han adoptado una postura dura, de máximos.

Otra cosa es la utilización partidista de la CUP los últimos meses. Según los críticos, “la batalla para obtener el control de la organización ha condicionado la mayoría de los debates, de la selección de los liberados y altos cargos de los órganos nacionales como los propios integrantes del grupo parlamentario”.

Pero son especialmente duros con las “actitudes sectarias y maquiavélicas que han impregnado, entre otros, los dos procesos de decisiones más relevantes de nuestra historia reciente: la investidura del pasado mes de enero [cuando se forzó la retirada de Artur Mas y la investidura de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat] y la reciente cuestión de los presupuestos”. Todo ello, subrayan, “generando graves disfunciones democráticas que ponen en cuestión el modelo asambleario y transparente que ha caracterizado a la CUP durante años. Se ha jugado con los mecanismos de toma de decisión para beneficiar posicionamientos concretos; se han interpretado o incumplido –interesadamente- los estatutos de la organización; y se ha dificultado la participación del conjunto de la militancia en los diferentes espacios de debate político, deslegitimando lo que de ellos pudiese resultar”.

Una deriva ‘peligrosa’

Los ‘históricos’ fueron siempre partidarios de apoyar a Junts pel Sí y a Artur Mas para no hacer descarrilar el ‘procés’. Pero en la misiva subrayan que “No queremos que se nos malinterprete, no somos partidarios de Artur Mas ni de cualquier propuesta de presupuestos (…) Simplemente, somos autocríticos con el papel que ha jugado la CUP como agente político y sus carencias de funcionamiento”.

Lo que reclaman los dimisionarios es claridad de estrategia. Afirman que a todos los graves problemas internos mencionados también ha habido una “deriva estética de buena parte de la acción realizada por la CUP”, lo que provocó “peligrosas vacilaciones estratégicas”. Y añade: “Entendemos que el principal papel de CUP en este mandato, aunque no el único, es el de ser garantía y acelerador del proceso independentista y nos parece que los diferentes posicionamientos que se han ido asumiendo nos alejan de la estrategia independentista que habíamos asumido programáticamente e, incluso, de la línea política histórica de la CUP y del conjunto del independentismo revolucionario”.

Todo ello ha provocado en la organización anticapitalista “un goteo de bajas de militantes durante los últimos tiempos que no nos podemos permitir”. Y por todo ello, “y por coherencia con la ética y los valores que han caracterizado el proyecto de la CUP desde su creación –y que nos ha traído hasta donde estamos ahora-, no podemos continuar siendo partícipes ni legitimando el máximo órgano ejecutivo de la candidatura”. Subrayan, asimismo, que “somos conscientes de que con nuestra dimisión obligamos a la organización a escoger un nuevo secretariado nacional; pero sólo así, y con la esperanza puesta en los equipos que quieran asumir la responsabilidad del máximo apoyo de la militancia, podremos recuperar la dignidad y la credibilidad de la organización”.

Finalmente, zanjan con un llamamiento a la unidad de la militancia “alrededor de un proyecto netamente democrático y a emprender urgentemente un cambio de rumbo que nos permita avanzar de forma decidida en la construcción de la unidad popular en los Països Catalans y en la consecución de la República Catalana independiente”.

Tenía que pasar. Era la crónica de una crisisanunciada: la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) saltó esta mañana por los aires después de que seis de los 15 miembros de su secretariado, el máximo órgano de dirección, presentasen su dimisión. El golpe de fuerza llega sólo tres días después de que la organización Poble Lliure, integrante de la CUP, aprobase un documento en el que pedía la dimisión del secretariado y la libertad de voto en el Parlamento para sus diez diputados.

Artur Mas Independentismo