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El Gobierno catalán quiere blindar al jefe de los Mossos, que ocultó sus llamadas a un juez
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SERÍA EL ÚNICO 'MAJOR', RANGO SUPERIOR AL DE COMISARIO

El Gobierno catalán quiere blindar al jefe de los Mossos, que ocultó sus llamadas a un juez

Uno de los interrogantes en su trayectoria es su implicación en un sumario secreto que se investiga por sus relaciones con un narcotraficante al que presuntamente algunos agentes protegen

Foto: El 'conseller' de Interior, Jordi Jané (a la izquierda), acompañado de Josep Lluís Trapero (en el centro), en agosto de 2015. (EFE)
El 'conseller' de Interior, Jordi Jané (a la izquierda), acompañado de Josep Lluís Trapero (en el centro), en agosto de 2015. (EFE)

“¿Qué pasa? ¿Es que no te gusta relacionarte con tus compañeros?”. La pregunta la formulaba un cadete de la Escuela de Policía de Cataluña a uno de sus compañeros. La respuesta fue tajante: “No. No quiero relacionarme con nadie, porque llegaré a jefe de todos y no quiero deber favores”. Quien la pronunciaba era un joven Josep Lluís Trapero, hoy comisario jefe de los Mossos d’Esquadra y entonces aspirante con una idea predeterminada: llegar más lejos que nadie en el Cuerpo. No se defraudó a sí mismo: Trapero es el hombre encumbrado por Convergència en los últimos años y está a punto de hacer historia, ya que el Gobierno de Carles Puigdemont prepara para él un cargo a su medida: el de ‘major’, o sea, un supercomisario, una categoría que no existe en el Cuerpo. Hay quien dice que es el pago a los servicios prestados.

La Ley 10/1994 preveía ese rango, que fue ocupado por un tiempo por Joan Unió, retirado en el año 2007. A partir de entonces, nunca hubo ningún otro ‘major’, hasta ahora, cuando quieren imponer a Trapero ese honor.

En abril de 2013, Artur Mas destituyó al director de los Mossos, Josep Milan, y nombró a Josep Lluís Trapero en su lugar. Había alcanzado la cima

Pero quedan muchos interrogantes en su trayectoria. Uno de ellos es su implicación en un sumario secreto que se investiga en Barcelona por sus relaciones con un narcotraficante al que presuntamente algunos agentes están protegiendo. Este caso se deriva de la llamada operación Macedonia, en la que fueron investigados agentes del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), de la Guardia Civil y de los Mossos d’Esquadra, por su relación con narcotraficantes.

La Policía Autonómica catalana envió al juez determinados ficheros policiales relacionados con las intervenciones telefónicas de Manuel Gutiérrez Carbajo, un narco investigado. Pero ocultó cientos de llamadas de algunos de sus mandos. El resultado fue que se abrió una causa secreta que todavía se está investigando. La maniobra de los Mossos para ocultar los ‘pecados’ de sus jefes provocó que el magistrado Joaquín Aguirre, titular del Juzgado de instrucción número 1 de Barcelona, decidiese presentarse con una dotación del CNP el 16 de julio de 2012 para registrar la sede central de los Mossos y llevarse las conversaciones que le habían escamoteado. En el listado figuraban el subinspector Antoni Salleres, el inspector jefe Josep Monteys y el comisario Josep Lluís Trapero, o sea, el mando operativo de investigación criminal. Y se descubrió que habían ocultado 80 llamadas del policía al narco y que este había realizado 144 llamadas al policía. Casi nada. Los documentos de tarificación de las llamadas relevantes de Carbajo (en poder de El Confidencial) no dejan lugar a dudas sobre las comunicaciones establecidas con los mandos policiales o de las llamadas recibidas de estos: en un año, solo desde uno de sus teléfonos móviles, Carbajo realiza 1.661 llamadas a mossos y recibe de estos 775. O sea, casi siete llamadas diarias, contando incluso sábados, domingos, festivos y vacaciones.

Enviado a Quantico, Virginia

Trapero había sido ascendido por el controvertido consejero de Interior​ Felip Puig hacía seis meses. Y el 8 de septiembre de aquel año, el consejero le envió a la central del FBI, en Quantico (Virginia, Estados Unidos) para participar en el curso Latin American Law Enforcement Executive Development Seminar.

Era una muesca más en una intachable hoja de servicios. El director de los Mossos ingresó en la Escuela de Policía en 1989 y al año siguiente fue destinado a Girona y a Viella, en el Valle de Arán. Luego, fue cabo en el centro penitenciario de Quatre Camins y volvió a la Costa Brava hasta que fue destinado a una comisaría de Barcelona y, finalmente, en 2008, nombrado jefe de Investigación Criminal. Al año siguiente, fue nombrado subjefe de la Comisaría General de Investigación Criminal, división de la que fue nombrado jefe en enero de 2012, cuando Felip Puig llegó como consejero de Interior. En abril de 2013, Artur Mas destituyó al director de los Mossos, Josep Milan, y nombró a Trapero en su lugar. Había alcanzado la cima.

Su nombre sonó con fuerza tras las elecciones autonómicas de Cataluña, ya que insistentes rumores apuntaban a que desde la cúpula de la Generalitat se había dado orden de hacer desaparecer un informe sobre actos violentos de personas vinculadas a la CUP para facilitar que esta organización diese el visto bueno al Gobierno que estaba intentando formar Artur Mas. En el informe, con acciones que abarcaban desde la primavera de 2010 hasta julio de 2011, se habrían identificado comandos violentos dentro de colectivos okupas y relacionados con la CUP, e incluso uno de estos colectivos pudo haber sido el responsable de la colocación de un artefacto explosivo en una cabina telefónica ubicada cerca del Camp Nou en 2010. El tema le salpicaría a Trapero como máximo mando del cuerpo.

Protestas sindicales

Con su nombramiento como ‘major’, el actual jefe quedaría a salvo de cualquier remodelación del Cuerpo, ya que sería el único agente con esa categoría. En un comunicado conjunto de los sindicatos Sindicat de Policia de Catalunya (SPC), Sindicat dels Mossos d’Esquadra (SME) y CAT, se recoge que el director general de los Mossos (es el cargo político que manda en el Cuerpo, siendo el de Trapero el cargo operativo), Albert Batlle, “anunció a mandos presentes en una reunión que volverá a ocuparse el cargo de ‘major’ del Cuerpo y este sería el comisario jefe señor Trapero. Queremos expresar nuestra máxima disconformidad. No hay ningún motivo operativo que haga necesario este ‘ascenso a dedo’. Pero, en cambio, sí perpetuaría en este cargo al señor Trapero hasta que marche voluntariamente o se jubile. Recordemos que en el Cuerpo de los Mossos no existe la degradación”.

Pero no es solo eso: el ascenso incluye un aumento salarial de 5.380 euros anuales brutos. Para los sindicalistas, no hay dinero para atender necesidades del personal: “¿Y para esto sí que hay dinero? ¿Para un cargo de confianza innecesario y con coste económico en este momento?”. Y añade el comunicado que “el prestigio de un Cuerpo policial no se gana creando cargos de mariscales o mayores. Ni decorando a estos con todas las medallas posibles”.

“¿Qué pasa? ¿Es que no te gusta relacionarte con tus compañeros?”. La pregunta la formulaba un cadete de la Escuela de Policía de Cataluña a uno de sus compañeros. La respuesta fue tajante: “No. No quiero relacionarme con nadie, porque llegaré a jefe de todos y no quiero deber favores”. Quien la pronunciaba era un joven Josep Lluís Trapero, hoy comisario jefe de los Mossos d’Esquadra y entonces aspirante con una idea predeterminada: llegar más lejos que nadie en el Cuerpo. No se defraudó a sí mismo: Trapero es el hombre encumbrado por Convergència en los últimos años y está a punto de hacer historia, ya que el Gobierno de Carles Puigdemont prepara para él un cargo a su medida: el de ‘major’, o sea, un supercomisario, una categoría que no existe en el Cuerpo. Hay quien dice que es el pago a los servicios prestados.

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