Puigdemont asume la construcción de una República catalana en 18 meses
“Unas elecciones en marzo eran una enmienda a la totalidad a quien no se lo merece. El pueblo de Cataluña no merece que sea enmendado lo que dijo en las urnas”, dice el nuevo 'president'
Cataluña ya tiene nuevo timonel: Carles Puigdemont, alcalde de Girona y presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI). Ninguna sorpresa: 70 votos a favor, 63 en contra y dos abstenciones (así lo contó en directo El Confidencial). La CUP cumplió la primera parte de su trato y le ‘prestó’ ocho votos. Dos diputados cuperos (Gabriela Serra y Josep Manel Busqueta) se abstuvieron. Es el inicio de una extraña amistad entre la derecha catalana y una formación eminentemente anticapitalista y antisistema. Solo las asambleas de la CUP dirán si esa amistad puede perdurar en el tiempo o se truncará el idilio a las primeras de cambio. De momento, el inicio fue normal: nada más ser investido, Puigdemont saludó efusivamente a Artur Mas y a Oriol Junqueras, y con menos efusividad a Anna Gabriel, portavoz de la CUP. Luego, pronunció solo unas palabras de agradecimiento y terminó con un sonoro "Visca Catalunya Lliure!" (¡Viva Cataluña Libre!).
En su discurso de investidura, el sucesor de Artur Mas desgranó sus prioridades, que son en esencia la continuidad de la hoja de ruta (que su antecesor ya había consensuado y pactado con la CUP y que esta no hubiese permitido variar ahora) hacia la independencia. Hubo algunos tics que dejan en el aire muchas preguntas y demasiadas incógnitas. “Todos sabemos el encargo que nos hicieron los ciudadanos", clamó. Y añadió que “la culminación del proceso nos necesita a todos. Hemos de ir convenciendo y ensanchando la base por la independencia. Todos estamos convocados”. Este aserto confluye con la aseveración de Artur Mas de que “lo que las urnas no nos han dado, lo hemos conseguido con la negociación”.
Por esa regla de tres, Puigdemont lo tiene claro: “Unas elecciones en marzo eran una enmienda a la totalidad a quien no se lo merece. El pueblo de Cataluña no se lo merece. No merece ser enmendado lo que dijo en las urnas”. O sea, lo que digan las urnas es lo de menos: el pasteleo en los despachos es lo auténticamente democrático.
La estrategia, pues, sigue siendo la misma. “En este proceso debemos tener las herramientas que nos faltan desde hace años. Hoy sabemos que si no tenemos esas herramientas [que deben culminar el proceso], perderemos todas las posibilidades de atender a las personas como se merecen. Dejaremos de ser una nación para convertirnos en una resignación. Mi programa político es hijo de esta cultura que se rebela contra la resignación”.
Las prioridades
De ahí que desgranase algunas de sus prioridades, hijas del ‘espíritu del 9-N’, o sea, de la declaración rupturista que aprobaron en el Parlamento catalán el pasado 9 de noviembre JxS y la CUP. Las principales medidas rupturistas que se planteaban las sigue teniendo como prioridad: da por asumida la hoja de ruta rupturista, esencialmente la “apertura de negociaciones con el Estado español y la UE del inicio del proceso de secesión y la finalización del diseño de estructuras de Estado, como la Agencia Catalana de la Seguridad Social, la creación del Banco Central Catalán, la de la puesta en marcha de la Hacienda catalana, con un Consejo Fiscal, la promulgación de un anteproyecto de Proceso Constituyente y la aprobación de la Ley de Transitoriedad Jurídica". Incluso prometió una nueva Ley Electoral “que interprete los deseos de la sociedad de hoy y del futuro” y la división de Cataluña en seis partidos judiciales y con estructuras internacionales.
Fue épico cuando recordó que en el siglo XV ya hubo una “asamblea de gente de Cataluña que se rebeló contra otra gente que nos oprimía y coartaba la libertad”. Puigdemont subrayó que este es “el último tramo del proceso, el más complejo e incierto. Pero lo culminaremos con éxito y para eso os necesitamos a todos”.
“No son épocas para timoratos ni para los que les tiemblen las piernas, sino para asumir compromisos y retos”, señaló Puigdemont en su discurso
Lo dejó claro: en esta etapa de senda rupturista (“Este será el Gobierno de la posautonomía y de la preindependencia”, matizó) “no son épocas para timoratos ni para los que les tiemblen las piernas, sino para asumir compromisos y retos”. Y subrayó: “Nos dejaremos la piel con modestia y autoexigencia para culminar con éxito el proceso”.
[Álbum: la investidura del 'president', en imágenes]
Como Artur Mas, Puigdemont pecó de la ausencia de autocrítica. Nada de corrupción, palabra maldita para determinados políticos catalanes. Todos los líderes le sacaron a relucir esa clamorosa ausencia. Incluso Anna Gabriel, portavoz de la CUP, que le recordó que “las repúblicas se construyen sin corrupción y en los Països Catalans hay 601 imputados por corrupción, lo que es un escándalo”.
A Gabriel le faltó también autocrítica. Presentó el humillante pacto firmado con JxS como una victoria. “Esta es una legislatura de ruptura, de cambios, de transformaciones, de retos. Recupera de forma clara un reflejo claro de la voluntad popular, de la gente de la calle. No es un acuerdo de vencedores y vencidos. A los ilusos enterradores de la CUP, les decimos que acabamos de perimetrar el guion y los actores de una etapa clave para la construcción de una República soberana”. Gabriel habló de tres pilares básicos para dar apoyo a Puigdemont, como la ruptura con España, el inicio del proceso constituyente y la implementación del plan de choque social. Y eso porque, añadió, “esta sociedad tiene hambre de justicia, democracia y soberanía”.
“El mundo, pendiente de nosotros”
La portavoz independentista agradeció a la Generalitat que se hubiese retirado de las acusaciones en varios procesos contra okupas; aseguró, dirigiéndose a Mas, que nunca hubo ningún interés personal contra él y advirtió: “A partir de hoy, daremos señales inequívocas en forma de luchas colectivas que nunca pueden depender de una persona”. Parafraseando también al expresidente, aseguró: “Tenemos al mundo entero pendientes de nosotros”. Ahí es nada.
La líder de la oposición, Inés Arrimadas (Ciutadans), calificó a Puigdemont como “el Mas de lo mismo”. “Usted, como Artur Mas, cree que los políticos en el siglo XXI podemos estar por encima de las leyes democráticas y de la justicia. Es más de lo mismo. Usted no puede representar a todos los catalanes y hemos visto su escaso respeto por otros ciudadanos, ya que no le ha dado tiempo a borrar sus tuits, especialmente uno que decía que los invasores serán expulsados de Cataluña”.
También le reprochó que no hablase “del 3% ni de corrupción, porque ¿sabe usted que el segundo problema más importante para los catalanes es el de que nos roben desde las instituciones?”. Y, como Mas, no fue de cabeza de lista por su demarcación, sino el número tres por Girona. “Usted es un presidente puesto a dedo para un desafío ilegal que no cuenta con la mayoría social”.
Por último, rechazó que firmase con la CUP “un cordón sanitario a todos los grupos de la oposición. Y entre todos los grupos de la oposición, tenemos más votos que JxS y la CUP. Hacer un cordón sanitario a estos grupos no es digno. Si usted cree que es normal, no está preparado para ser presidente de todos los catalanes”. Le avisó, eso sí, de que “un Gobierno que incumpla las leyes [como está previsto en la declaración del 9-N] no puede ser representativo y no puede exigir que se respeten sus leyes, algunas injustas y que nos afectan en el día a día”. Y zanjó: "A nosotros tampoco nos temblarán las piernas y también nos dejaremos la piel, pero la diferencia es que nosotros vamos a respetar las leyes, las resoluciones democráticas y a todos los catalanes, incluso a los que no piensan como nosotros”.
“Tráfico de diputados”
El socialista Miquel Iceta lamentó “la subasta” de la Presidencia de la Generalitat y el “tráfico de diputados”, lo que “democráticamente es objetable o feo”. Recordó a Mas que sus palabras de que ha corregido en los despachos lo que salió de las urnas “es inquietante” y lanzó a Puigdemont una batería de preguntas, lamentando el “espíritu de división” y el “cordón parlamentario”, aunque le planteó las prioridades del PSC para dar un apoyo a su Gobierno: creación de empleo y reactivación económica; defensa del Estado de bienestar; combate contra la corrupción, y resolver el encaje de Cataluña en España.
Lluís Rabell, representante de CSQEP, le acusó de ser “hijo del discurso político de Jordi Pujol” y que “no sabemos en qué consiste este proceso. Asistimos a la estrategia de CDC, un partido en caída libre. Además, no han ganado el plebiscito. Ustedes tienen un mandato, pero no para llevar a cabo una secesión unilateral. Y el plan de choque ya tenía medidas comprometidas pero no realizadas por CDC”. Rabell vaticinó que “no habrá ninguna clase de desconexión. No hay legitimidad democrática para hacerla. No hay suficiente ciudadanía y no se hace con trampas parlamentarias. De manera unilateral no se puede montar una agencia de la Seguridad Social. ¿Y cree usted que montaremos unas aduanas unilaterales? La ruptura unilateral no solo es ilegal. Tampoco es legítima. ¿De qué desconexión está hablando? Es una engañifa, una fanfarronada que nadie se cree. Y si usted se lo cree, es un iluso”.
El líder del PP, Xavier García Albiol, incidió en que no podrá llevar adelante la independencia. Le afeó que los catalanes se hayan avergonzado "con situaciones esperpénticas y las más vergonzosas de la democracia”, y subrayó que Artur Mas y la CUP se han humillado mutuamente. Le aseguró que “el Gobierno de Rajoy dejó muy claro que ahora que la situación de las cuentas públicas se está equilibrando, se puede plantear ese nuevo modelo de financiación más justo, un sistema que dé más recursos económicos para atender a prioridades siempre que no pretenda marcar un hecho diferencial con otros territorios y que vayan destinados a escuelas o a la sanidad, no a abrir embajadas ni a iniciar el proceso de separación”.
También advirtió: “Nadie va a coartar las libertades de aquellos que no comulgamos con el independentismo. Cataluña continuará siendo España, mal que les pese a usted y a sus compañeros de viaje. Nadie nos va a dividir y a separar. Llevamos muchos siglos juntos como para que un grupo de señores que no representan la mayoría de Cataluñla lo pongan en riesgo”. En su turno de réplica, le recalcó que los independentistas solo tienen un 48% de votos y los no independentistas tienen el 52%.
En la réplica -personalizada-, Puigdemont aclaró poco: se reafirmó vagamente en la hoja de ruta y en que asume el plazo de 18 meses para construir la república catalana (“nos hemos comprometido por un periodo excepcional, transitorio e irrepetible para el proceso que nos ha encargado la ciudadanía”). También aseguró que no situará a las instituciones catalanas fuera de la ley y enfatizó que “no queremos ser encajados en España. Queremos tener una relación normal”.
Cataluña ya tiene nuevo timonel: Carles Puigdemont, alcalde de Girona y presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI). Ninguna sorpresa: 70 votos a favor, 63 en contra y dos abstenciones (así lo contó en directo El Confidencial). La CUP cumplió la primera parte de su trato y le ‘prestó’ ocho votos. Dos diputados cuperos (Gabriela Serra y Josep Manel Busqueta) se abstuvieron. Es el inicio de una extraña amistad entre la derecha catalana y una formación eminentemente anticapitalista y antisistema. Solo las asambleas de la CUP dirán si esa amistad puede perdurar en el tiempo o se truncará el idilio a las primeras de cambio. De momento, el inicio fue normal: nada más ser investido, Puigdemont saludó efusivamente a Artur Mas y a Oriol Junqueras, y con menos efusividad a Anna Gabriel, portavoz de la CUP. Luego, pronunció solo unas palabras de agradecimiento y terminó con un sonoro "Visca Catalunya Lliure!" (¡Viva Cataluña Libre!).
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