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La CUP aprieta a Esquerra y promete su apoyo si Romeva o Junqueras son candidatos
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LOS RADICALES ESPERAN QUE SE ROMPA JUNTS PEL SÍ

La CUP aprieta a Esquerra y promete su apoyo si Romeva o Junqueras son candidatos

Gabriel asegura que Romeva y Junqueras obtendrían apoyo unánime de su formación y no descarta dar el sí a otros candidatos de Convergencia, como la vicepresidenta en funciones, Neus Munté

Foto: Tres diputados de la CUP, durante la rueda de prensa posterior al consejo político. (EFE)
Tres diputados de la CUP, durante la rueda de prensa posterior al consejo político. (EFE)

Los duros de la Coordinadora d’Unitat Popular (CUP) ganaron el pulso interno sobre la investidura de Artur Mas como nuevo ‘president’. El líder convergente no contará con su aval: la CUP se abstendrá en la investidura, lo que coloca a Mas a las puertas de un monumental fracaso si no consigue dos votos de otra formación. O eso o se aparta de la circulación y permite que haya otro presidente de consenso, opción que no ha pasado por su cabeza. La tercera posibilidad que le queda es dejar pasar el plazo y convocar elecciones, que serían a primeros de marzo. Fuentes del Govern han informado de que Mas hablará por primera vez mañana en el Palau de la Generalitat después del veto de la CUP a su investidura como presidente catalán.

“Lo malo es que Mas se piensa que el proceso es él y nadie más que él. La CUP se lo dijo de todas las maneras durante los últimos meses: hay que encontrar a alguien que no sea Artur Mas. Pero tanto él como sus socios, como si oyesen llover”, explica a El Confidencial una fuente cercana a la cúpula de la organización radical.

La diputada de la formación radical Anna Gabriel hacía declaraciones en este sentido esta misma mañana en Catalunya Radio y apuntaba a Oriol Junqueras o a Raül Romeva como sustitutos ideales.

La animadversión a Artur Mas ha llevado a Gabriel a plantear la posibilidad de que sea otro miembro de su partido el que lidere el 'procés' hacia la independencia. La número dos se refería a Neus Munté, la vicepresidenta en funciones, sindicalista, y con un perfil más social y por lo tanto más cercano a la CUP.

30 a favor, 36 en contra

A media mañana de ayer domingo ya se sabía lo que iba dar de sí la asamblea. Haciendo una extrapolación de los resultados territoriales, daba la votación final: 30 votos a favor de la investidura, 36 en contra y una abstención. De hecho, en las fichas que confeccionaron había un error que daba un voto de más a las delegaciones territoriales, contabilizando un total de 68 sufragios, cuando en realidad eran 67 los presentes con derecho a voto. “Los delegados venían a la reunión con un mandato, no a emitir su voto particular. Lo que se estuvo discutiendo desde que comenzó la reunión del consejo político era cómo plasmar el 'no', si con la abstención de los 10 diputados o con la fórmula de cinco votos a favor y cinco en contra”, explica otra fuente cupera. Al final, se decidió que se abstendrán.

La CUP no investirá a Artur Mas presidente de la Generalitat catalana

Con la victoria de los ‘duros’, sin embargo, se abre un futuro repleto de incógnitas. En los documentos internos de la formación, se apunta a que una de las primeras consecuencias (que, además, califican de positiva) de esta negativa es “la probable ruptura de JxS ante unas nuevas elecciones autonómicas, lo que abre un escenario de debilitamiento de CDC, que podría perder la hegemonía política en Cataluña a favor de ERC”.

El segundo punto fuerte es “la ruptura con el chantaje político de CDC de ‘sin Mas no hay proceso’, debido a su influencia en la pequeña y mediana burguesía catalana”. El tercero, el “previsible crecimiento electoral de la CUP por el flanco izquierdo por el mantenimiento de uno de sus principales activos, la coherencia discursiva, a pesar de la presión política y mediática”. Otro argumento positivo es “la oportunidad de ensanchamiento de la base independentista por la izquierda”. Y, por último, la “acumulación de fuerzas en torno al espacio de la unidad popular creado a partir de las luchas por los derechos sociales, contra la corrupción y la defensa de la sanidad y la educación pública, universal y gratuita”.

Coalición de izquierdas

Pero desde las filas de Convergència, Esquerra e incluso de la mal llamada ‘sociedad civil’, o sea, la Asamblea Nacional Catalana (ANC), o de Òmnium Cultural, la decisión supo a cuerno quemado. En las organizaciones de las que echó mano Artur Mas para movilizar a los ciudadanos, la prioridad ahora será que no se rompa JxS, aunque en Esquerra una parte de su militancia nunca vio con buenos ojos la alianza con Artur Mas. Consintieron la coalición para el 27 de septiembre en aras de la “unidad” del independentismo, pero vistos los resultados, será difícil que quieran repetir coalición.

La CUP, sin embargo, no cierra la puerta a abandonar sus siglas y presentarse en una coalición con Podemos. Además, creen que esa coalición podría ganar las elecciones, quedando por encima de ERC (si se presenta en solitario) y relegando al tercer puesto a Convergència Democràtica (CDC). Es más, los cuperos creen que la ruptura de JxS les reforzaría, porque la no reedición de esa coalición “ayudaría a clarificar la mayoría de izquierdas. El mantenimiento del voto de estas opciones por separado y un aumento del voto de la candidatura donde participase la CUP reafirmaría la opción de ruptura en clave independentista y la hegemonía de la izquierda en el proceso hacia la independencia”. El propio Lluís Rabell, líder de Catalunya Sí que es Pot (que engloba a ICV y Podemos), señaló tras conocer el veto a Mas que “la CUP ha mantenido la palabra dada. Es preciso formar una mayoría de progreso que haga posible el rescate ciudadano, el proceso constituyente y el referéndum”.

Los radicales no desdeñan tampoco que, ante el varapalo a Mas, CDC retorne “a posicionamientos moderados y pactistas y de reencuentro con Unió“

En los propios documentos internos de la formación radical, se reconoce que el no a la investidura significa “la invalidación del hecho plebiscitario de las elecciones autonómicas del 27-S”. También se considera negativa la “pérdida de la oportunidad de desplegar la declaración del inicio del proceso hacia la creación de la República Catalana, juntamente con su anexo, y retraso de la aplicación del plan de choque”. Los radicales no desdeñan tampoco que, ante el varapalo a Artur Mas, Convergència retorne “a posicionamientos moderados y pactistas y de reencuentro con Unió, lo que acabaría de deshacer el ‘soberanismo transversal'. Asimismo, existe la posibilidad de “una pérdida de incidencia del Govern si se rehacen puentes entre soberanistas y partidos no independentistas” y una “posibilidad de ascenso mayor de Ciutadans”.

‘Guerra’ entre independentistas

Pero lo que ha provocado la decisión de este domingo es el inicio de una auténtica ‘guerra’ dentro de las filas independentistas, que ya se venía larvando desde hace semanas. El presidente de la ANC, Jordi Sánchez, fue el primero en lanzarse al cuello de los cuperos. “A todos los que confiaron en la ANC cuando pedimos el voto a cualquier opción independentista el 27-S y hoy os sentís engañados, os pido perdón”, dijo en un tuit.

Y la presidenta del Parlamento y expresidenta de la ANC, Carme Forcadell, metió su baza: “Siempre he pensado que, al final, la CUP ayudaría a hacer realidad el mandato democrático del 27-S. No fue así. Me equivoqué y mucho”.

Y eso que tres días antes no dudaba en señalar que “pase lo que pase, el proceso continúa porque somos muchos, cada día más, y continuaremos sumando”.

Y Oriol Junqueras, líder de ERC, lanzaba nada más conocer el resultado: “Nunca nos cansaremos, nunca abandonaremos, nunca nos rendiremos. No lo hemos hecho nunca. Y nunca lo haremos. ¡Seguimos!”.

Las huestes cercanas a Artur Mas salieron de caza política en la tarde de ayer. “Aviso urgente a la caverna: reíd, reíd, malditos, pero ni los pecados de 100 Pujoles frenarán el proceso de liberación del pueblo catalán”, decía Pilar Rahola. O Miquel Calzada, ‘Mikimoto’, el responsable de los fastos del Tricentenario: “Esta vez hemos hecho leña, pero ningún problema, lo volveremos a levantar y en marzo lo descargaremos con más solidez que nunca. ¡Visca Catalunya lliure!”. Incluso el actor republicano Joel Joan se destapó: “Ahora sí. Que saquen la estelada de su logo y pongan la hoz y el martillo. Y ahora también que Mas demuestre el líder que es y mueva ficha”.

La oposición, en cambio, aplaudió la “coherencia” de los cuperos, empezando por Sociedad Civil Catalana (SCC). Pero quien hizo una lectura más punzante de la situación fue Esther Niubó, portavoz del PSC, echando mano de las tesis de la propia CUP: “Ahora se comprobará si lo que estaba en cuestión era la independencia o si el gran tema era Mas, que también podría dar un paso a un lado en beneficio del proceso”. Pero todos coinciden en una cosa: Artur Mas comienza a ser un cadáver político. Y eso en un fin de semana en el que no hubo ningún muerto en las carreteras catalanas.

Los duros de la Coordinadora d’Unitat Popular (CUP) ganaron el pulso interno sobre la investidura de Artur Mas como nuevo ‘president’. El líder convergente no contará con su aval: la CUP se abstendrá en la investidura, lo que coloca a Mas a las puertas de un monumental fracaso si no consigue dos votos de otra formación. O eso o se aparta de la circulación y permite que haya otro presidente de consenso, opción que no ha pasado por su cabeza. La tercera posibilidad que le queda es dejar pasar el plazo y convocar elecciones, que serían a primeros de marzo. Fuentes del Govern han informado de que Mas hablará por primera vez mañana en el Palau de la Generalitat después del veto de la CUP a su investidura como presidente catalán.

Artur Mas Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)
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