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Mas suplica una reunión con la CUP para que le convierta en 'president'
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PIDE A LA CUP UNA REUNIÓN PARA DECIDIR EL APOYO

Mas suplica una reunión con la CUP para que le convierta en 'president'

Tras hora y media de discurso, ni mencionó la palabra 'corrupción', lo que luego le echaron en cara todos los partidos, sin excepción. En las réplicas, quedó meridianamente claro que está 'marcado'

Foto: Antonio Baños entre Oriol Junqueras y Artur Mas en las escaleras del Parlament después de la votación. (Foto: Reuters)
Antonio Baños entre Oriol Junqueras y Artur Mas en las escaleras del Parlament después de la votación. (Foto: Reuters)

Artur Mas agota sus posibilidades pese al rechazo a su investidura ayer lunes. El líder convergente hizo una última súplica a la CUP desde el atril del Parlamento: “Si ustedes y nosotros sumamos 72 escaños (62 de JxS y 10 de la CUP), y nos hemos puesto de acuerdo para llevar adelante el proceso [se refiere a la presentación de la resolución de desconexión presentada el pasado lunes], ¿por qué no nos reunimos los 72, votamos y decidimos si apoyan mi investidura?”. Fue una declaración de amor con los demás grupos de testigos mudos, sin voz ni voto. Pero desde su escaño, Antonio Baños se limitó a sonreír. Solo él decidirá cuándo y para qué habrá reunión.

Pese a perder la votación por 62 a 73, el jueves volverá a insistir en el tema, autoconvencido de que “tenemos legitimación para iniciar el proceso de desconexión con España”. Aurtur Mas no convence, pero tampoco desiste, aunque la oposición en pleno le acusara ayer de “falta de credibilidad” mientras él sacaba pecho. Su carrera secesionista no hace olvidar los escándalos de corrupción que le persiguen, un asunto por el que pasó de puntillas en su discurso de investidura. Tras hora y media de intervención, ni mencionó la palabra ‘corrupción’, hecho que le recriminaron todos los partidos, sin excepción. Está marcado y solo los suyos le apoyan.

Inés Arrimadas, líder de Ciutadans y de la oposición, se lo recordó en su turno. “¿Tienen algo que ver las investigaciones judiciales con su cambio ideológico? Le puedo mostrar titulares donde dice que la independencia es un concepto antiguo y oxidado y el señor Jordi Pujol, igual. Resulta que ustedes abrazan el independentismo después de que se sepa que les investigan. ¿Tienen algo que ver los procesos en marcha? ¿Es una casualidad o una causalidad?”, inquirió Arrimadas. Le recordó también, como luego hicieron otros portavoces, que Convergència tiene 15 sedes embargadas, el tesorero en prisión y está bajo sospecha en el caso 3%.

Lluís Rabell, líder de Catalunya Sí que es Pot, le recordó: “Puede encajar su responsabilidad jurídica, pero en un país normal, un partido así se va a la oposición y no aspira a gobernar. Un partido de estas características no puede pilotar la transición”. Incluso el socialista Miquel Iceta le recriminó: “Ciertamente, prometió punto y aparte en la corrupción. Pero para hacer un punto y aparte, será preciso primero saber qué ha pasado y quién es el responsable. No queremos ‘borrón y cuenta nueva’, queremos saber qué ha pasado, queremos saber si hubo o no financiación irregular de su partido y sus funciones. Queremos saber si los procedimientos de adjudicación de obra pública estaban blindados contra el trato de favor, como usted decía”.

¿Y cómo reaccionó Mas? Diciendo que ya habla mucho sobre corrupción en el Parlamento y siempre acudió a hablar de ello cuando se lo pidieron. Pero rizó el rizo cuando, visiblemente molesto, respondió a la representante de Ciutadans que “cuando conviene, el Estado destruye. Le puedo decir cómo funcionan las fuerzas policiales, cómo funcionan algunos confidentes y cómo se utilizan fondos reservados para pagar a confidentes que luego cuentan mentiras. Porque así funcionan algunas unidades policiales”. Sabe de lo que habla, porque a su partido llegó en el mes de julio una cinta en la que un confidente policial reconoce que su acusación contra el consejero de Empresa, Felip Puig (al que acusaba de pedirle un soborno del 5% en una inversión), era todo un montaje de la Udef. Lo curioso es que el supuesto confidente había sido un hombre que había hecho negocios con el hermano de Puig y acudió voluntariamente a la policía a declarar, sin que lo hubiesen buscado expresamente.

Nada contra España

El portavoz del PP, Xavier García Albiol, dirigió su discurso por otros derroteros. Lo acusó de “cinismo político”, de que “no tiene autoridad moral ni política para iniciar un proceso de ruptura”, de practicar el victimismo, y calificó su discurso con cuatro conceptos: “Debilidad, sumisión, iras y odio a España”. Aquí le respondió el ‘president’ matizando que “mi controversia no es con España, sino con el Estado español como estructura administrativa. De odio contra España, nada de nada. No se puede sentir odio contra quien tienes lazos fraternales políticos, culturales e históricos. No tenemos nada contra España y usted no debe utilizar esa palabra”.

Albiol, no obstante, insistió en que “ha convertido a España en enemigo imaginario, un supuesto Estado opresor que está en contra del pueblo catalán. Nunca había oído a ningún líder político rehuir tanto de sus responsabilidades”. Asimismo, le recriminó que “con mentiras, ha intentado tapar su incapacidad de gestionar y gobernar, buscando enemigos ajenos”. El popular también subrayó que España ha impedido la quiebra de Cataluña “destinando más de 50.000 millones de euros los últimos tres años para pagar a funcionarios y proveedores e invirtiendo en infraestructuras más de 33.000 millones de euros en los últimos 20 años". Por último, le pidió que, ya que no quiere saber nada con el PP, negocie con PSC o Ciutadans su investidura antes de depender “de un partido antisistema como la CUP”. Porque precisamente le acusó de sumisión a los radicales, “antisistemas con planteamientos estrafalarios e inasumibles”.

En cambio, la corrupción, que había sido la principal crítica de la CUP el lunes tras el discurso de Mas, casi desapareció ayer del discurso de Antonio Baños, líder de esta formación. Los radicales basaron su crítica en cuestiones mucho más formales, conscientes de que si insisten en machacar con la corrupción, no podrán aceptar la investidura de Artur Mas ni de nadie de Convergència. Y ello significaría nuevas elecciones en el primer trimestre de 2016. Así pues, Baños dirigió sus disparos hacia la gestión de los últimos años, con la política de austeridad y los recortes como protagonistas de los dos gobiernos de Mas.

“Empieza la miseria”

Baños le dejó claro que “la crisis económica es crisis social para nosotros. Usted dice que ha acabado la crisis. Quizá para ustedes. Para nosotros, empieza la miseria. Este proceso se llama capitalismo y es incompatible con la vida”. Clarificados estos principios, el líder de la CUP señaló que “la desobediencia es posible" pero que “un Estado propio no garantiza una vida digna”. Solo hizo una referencia a los continuos escándalos que van saliendo para pedir a Mas que, parafraseando a Bakunin, asuma las responsabilidades que le tocan; solo esas.

Pero sí admitió que “la corrupción está en el ADN del sistema y viene del 78. El proceso es la prueba: el pacto histórico de taparse las vergüenzas unos a otros saltó por los aires desde que este país decidió ser rebelde. El proceso no es un producto de la corrupción, sino que es el que levantó la corrupción. Desveló una práctica estructural y descubrió la dilación y manipulación de datos fiscales y policiales como armas contra el proceso independentista”. Eso sí, le advirtió de que “el proceso no se encalla. Todos somos necesarios pero nadie es imprescindible. Vuelva usted el jueves [refiriéndose a que mañana jueves se realizará la segunda votación de investidura, en la que Mas solo necesita la mayoría simple]”. Baños también aludió a que “la Monarquía y los organismos conservadores” son el enemigo a batir. “Si nos amenazan, que sepan que no nos dan miedo. Que entre quien quiera por la Diagonal o por el puente aéreo, pero que no intente parar el proceso. Es inevitable: de aquí saldremos con la República catalana y no nos moveremos de esta Cámara aunque nos inhabiliten”.

El presidente del grupo Junts Pel Sí (JxS), Jordi Turull, omitió luego toda referencia a la corrupción, calificó la próxima legislatura de “excepcional e histórica”, criticó al Estado español por no haber querido ceder en el tema del concierto fiscal y, más tarde, del referéndum, y afirmó que “el Estado español nos trata como a súbditos, no como a ciudadanos. Nos ataca institucionalmente. Nos quiere cuando pagamos, pero cuando levantamos el dedo para pedir algo, nos insulta y amenaza”. Advirtió también de que “el futuro político de Cataluña no lo decidirá ningún tribunal, sino los ciudadanos de Cataluña en un proceso democrático, cívico y pacífico” y redundó sobre acusación de Mas de que España solo responde judicialmente a Cataluña. ”Pero donde ellos ponen querellas, fiscales y tribunales, nosotros ponemos democracia, urnas y papeletas”.

Turull afirmó también: “Las amenazas y el miedo no nos pararán, y culminaremos el proceso con la aprobación de la Constitución. La independencia no va de banderas, ni de ideologías, ni de lenguas, ni de origen. Va de vivir mejor”.

La súplica a la CUP

Pero el que no le acusa de connivencia con la corrupción reniega de la gestión de sus gobiernos. Los suyos lo defienden con uñas y dientes: “Supo dar la cara y tomar decisiones complejas y eso lo avala para ser ‘president”, destacó Turull. Los rivales se ensañan con él: “Aplicó con gran convicción las políticas de austeridad y los recortes, presumiendo de ejemplo de austeridad en el sur de Europa”, clamó Rabell. El propio Mas llegó a compararse con Syryza. “Su partido también se rompió, convocaron elecciones y ganaron y luego aplicaron las políticas de austeridad. ¿Por qué a ellos se lo aceptan y a mí no?”, le inquirió a Rabell.

Artur Mas agota sus posibilidades pese al rechazo a su investidura ayer lunes. El líder convergente hizo una última súplica a la CUP desde el atril del Parlamento: “Si ustedes y nosotros sumamos 72 escaños (62 de JxS y 10 de la CUP), y nos hemos puesto de acuerdo para llevar adelante el proceso [se refiere a la presentación de la resolución de desconexión presentada el pasado lunes], ¿por qué no nos reunimos los 72, votamos y decidimos si apoyan mi investidura?”. Fue una declaración de amor con los demás grupos de testigos mudos, sin voz ni voto. Pero desde su escaño, Antonio Baños se limitó a sonreír. Solo él decidirá cuándo y para qué habrá reunión.

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