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Mas se lanza en brazos de la CUP con un discurso antiespañol y un órdago: o él o nada
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EN HORA Y MEDIA DE DISCURSO NI SIQUIERA NOMBRA LA CORRUPCIÓN

Mas se lanza en brazos de la CUP con un discurso antiespañol y un órdago: o él o nada

En su discurso de investidura, Artur Mas se dejó arrastrar por la necesidad imperiosa de atraerse a la CUP (sin sus votos no será ‘president’) y desgranó lo que piensa hacer en su mandato

Foto: El presidente de la Generalitat en funciones, Artur Mas. (Reuters)
El presidente de la Generalitat en funciones, Artur Mas. (Reuters)

Guiños a los radicales y palos al Estado español. Esos son los dos puntos principales del discurso con el que Artur Mas enfila su investidura, todo bajo el temor a una inhabilitación judicial o incluso a la cárcel, lo que dejó patente varias veces a lo largo de su intervención ante el Parlamento catalán. Sacó pecho arrogándose la legitimidad de ser ‘president’ porque tiene casi el 40% de los votos y más de 1.600.000 sufragios, “lo que nunca ninguna candidatura había conseguido. Por tanto, es un aval democrático muy sólido”.

A continuación, recordó que “ya no somos mayoría silenciosa, sino que hay una mayoría absoluta de independentistas”. Y exageró: “El sí ha ganado con casi el 50% de los votos frente al 40% del no. Con mucho menos, Escocia y Canadá tuvieron su referéndum, porque en una democracia de calidad se hacen las cosas así. Pero en una pseudodemocracia se utilizan la fiscalía, la policía y los tribunales para abortar la voluntad popular”. Es envolverse una vez más en la bandera, porque las previsiones de los tiempos políticos son malos para él.

Precisamente el acabar en la cárcel es una de sus principales preocupaciones. Acabar en la cárcel y que al final eso sea asumido por la ciudadanía y que alguien lo comience a justificar. Lo volvió a recordar luego: “El Estado español promovió querellas por la consulta del 9 de noviembre de 2014. De momento, somos tres los querellados, pero me temo que no seremos los únicos. Esa actitud es la expresión del orgullo imperial de este Estado que no escucha y que tiene tics predemocráticos”. Ya se pone la venda antes de la herida.

Pero tal y como recogía en su programa electoral y ha prometido a la CUP en las negociaciones que tienen este partido y Junts pel Sí (JxS), se comprometió a tener una legislatura de sólo 18 meses, los justos para poner en marcha “estructuras de Estado”. En ese plazo, convocará nuevas elecciones y un referéndum para “aprobar la nueva Constitución Catalana”.

Se dejó arrastrar por la necesidad imperiosa de atraerse a la CUP (sin sus votos no será ‘president’) y desgranó lo que piensa hacer: llevará adelante la “desconexión con España”, creando una Agencia Catalana de la Seguridad Social, una Hacienda catalana y un Banco Central. Daremos salida al proceso que culmine con la Constitución catalana y contaremos con una sociedad civil organizada”, afirmó desde el atril. Pero advirtió a los radicales que “para ello, es preciso que no haya un Gobierno en funciones, sino uno constituido formalmente”. O sea, un órdago en toda regla. O lo votan o no podrá seguir el proceso. Algo de desesperación se atisba tras ese posicionamiento.

Si acaba investido, pondría en marcha una “agenda de negociación con el Estado, con Europa y con organismos internacionales sobre el nuevo Estado. Pero eso sólo con un Gobierno formalmente constituido”. En otras palabras: si la CUP no permite la invesidura, el proceso se rompe.

O subordinación o libertad

Puso, por último, sobre la mesa una dicotomía que ya ha sacado de la chistera en otras ocasiones: “Cataluña está en una encrucijada. Y tenemos que decidir entre subordinación o libertad. La primera es cómoda y tiene un coste. La segunda es incómoda pero tiene un precio. Todos los caminos intermedios no dependen de nosotros, sino de la voluntad del Estado. Esperemos que, si quiere abrirlos, no acaben, como los de los últimos cien años, en callejones sin salida. Porque durante más de un siglo hemos apostado por esas terceras vías siempre en aras de un encaje razonable dentro del Estado, pero tras tantos años de intentos de encaje, ¿dónde estamos ahora?” Es más: subrayó que si Cataluña hubiese tenido un Estado propio, no habría tenido que aplicar los recortes de los últimos años, no habría recortado las pagas a los trabajadores públicos y las pensiones serían mayores. El mundo de ‘Yupi’ hecho carne en la Cámara.

Mas prometió, en otro guiño a la CUP, que la próxima legislatura será la de la liquidación del autonomismo. “El reto consiste en gestionar la autonomía para construir el Estado. Esta legislatura será para transitar de la autonomía al Estado. Cada día un poco menos autonomía y más Estado”.

Afirmó, en otro momento, que la resolución aprobada ayer por la mañana por JxS y la CUP “es fruto del diálogo, de la negociación y del pacto. Cada parte cede en algo para llegar a un todo”. Claro que omitió que ninguno de los otros cuatro partidos participó en ese “diálogo”. Mas también insistió en que “tenemos un mandato democrático” para proclamar la independencia y criticó con dureza la “intolerancia del Estado español de aceptarse como un Estado plurinacional. Tiene intolerancia a la realidad nacional catalana”. Aseguró, asimismo, que “el Estado español no quiere comprender. Quiere destruir” y terminó señalando que el Gobierno español “está políticamente incapacitado para gestionar una cuestión de la magnitud en que se lo plantea la sociedad catalana”.

Sólo convenció a los suyos

Con ello, Artur Mas convenció solo a los suyos. “Ha sido un discurso de Estado. Nuestro reto es pasar de la gestión autonómica al Estado independiente. Y ha dicho lo que llevábamos en el programa de JxS”, justificó Pere Aragonès, diputado de JxS. Aragonès señaló también que “necesitamos un Gobierno y para ello es necesario un presidente que ha de escoger esta cámara y hacemos un llamamiento a la CUP. Ya tenemos la mayoría en las urnas. Pero ahora tenemos la responsabilidad de convertir las letras de la resolución de esta mañana [la resolución que anuncia lo desconexión con España que aprobó el Parlamento ayer por la mañana] en realidad. Por eso hacemos un llamamiento a la CUP a afrontar la realidad y apoyar a Artur Mas”.

El diputado republicano señaló, a este respecto, que “no estamos ante un gobierno normal. Para la independencia necesitamos una mayoría y mucha fortaleza interna. No podemos prescindir de la CUP, pero tampoco de los segmentos que se sienten representados por Artur Mas. Por tanto, hemos de llegar a un acuerdo”. Por último, afirmó que “el Constitucional es un tribunal político que carece de legitimidad, contrario a la independencia”. Y, como no tiene legitimidad, “aunque suspenda y anule la declaración, nosotros seguiremos adelante”. Toda una declaración de intenciones que coincide plenamente con las exigencias de la CUP.

Albert Botran, portavoz de la CUP, por su parte, estuvo de acuerdo en el plan de Artur Mas de transformar la autonomía en Estado. Pero a pesar de esos elementos positivos, ve una “ausencia clamorosa de crítica y autocrítica sobre todo en ámbito de la corrupción. La corrupción ha afectado a credibilidad de la política y puede afectar a credibilidad del proceso por determinados actores y sería muy positivo que quien opta a ‘president’ tuviese claro que ese es un tema por el que no se puede pasar de puntillas. Ha sido decepcionante para nosotros”. La CUP mantiene su no a la investidura, que se votará hoy.

Bastante más dura fue la oposición en pleno. “Es un candidato agónico, desesperado, que busca el apoyo de la CUP, decepcionante, lleno de cinismo, de impotencia y de resignación”, clamó Enric Millo, portavoz del PP. “Se ofrece de manera indigna y se arrastra ante la CUP”, criticó el popular, que subrayó que el discurso de Mas sólo pretendía satisfacer a esa fuerza. “Ha dinamitado los pocos puentes que quedaban entre el Gobierno de Cataluña y de España y hemos escuchado un discurso lleno de cinismo. El señor Mas está incapacitado para gobernar y nos lleva a un laberinto sin salida”, zanjó.

Joan Coscubiela, de Catalunya Sí Que Es Pot, insistió en la “lectura tramposa” de los resultados del 27-S, arrogándose una legitimidad que no le corresponde y enfatizó que “Mas carece de todo tipo de autoridad moral. Ha sido una intervención cínica y farisaica, sobre todo cuando ha obviado los casos de corrupción de Pujol y su familia y de la financiación irregular de Convergència. Nos ha hablado de un país inexistente, de un país sin corrupción. ¡Y hasta se postula como líder de la transparencia! ¡Increíble! He tenido la sensación de que se ha dirigido a la sociedad como si estuviésemos en un estado de amnesia colectiva”. Coscubiela terminó criticando con dureza que “quiere crear unilateralmente un Banco Central, una Hacienda catalana y una Seguridad Social propia incluso en contra de las recomendaciones de su Consejo Asesor para la Seguridad Nacional. ¿Es que el consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, no puede decirle que deje de mentirnos, que eso no es posible?”

“Mas era el consejero del 3%”

También la socialista Eva Granados le volvió a recordar que “no existe mandato democrático independentista. Mas es el problema del futuro político del país. Nos ha llevado a la ruptura y la división y ahora lucha por su supervivencia personal y nos lleva a salirnos de las leyes. Como dijo Iceta en el pleno de la mañana, la desconexión significa la desconexión de la mayoría social, del estado de derecho y de la realidad”.

Criticó también que plantee el dilema de “subordinación o libertad. Le trasladamos que la libertad nace del marco jurídico del que nos dotamos: ese marco se puede reformar, no desobedecer”, aclaró, antes de decir que en materia de transparencia tiene “cero credibilidad. Es el dirigente de un partido acorralado por la justicia, con las sedes embargadas y su tesorero en la cárcel. No tiene interés por las instituciones, sino que ha llegado hasta aquí por una cuestión personal”. Y zanjó: “Ha renunciado a la política, a dirigir un país. Es un ‘president’ derrotado y fracasado”.

Por último, Carlos Carrizosa, portavoz de Ciutadans, fue también particularmente duro. “Le faltó autocrítica. Habló como si no hubiese sido ‘president’, como si no hubiese sido la mano derecha de Jordi Pujol, como si no hubiese disparado la deuda de la Generalitat, como si no fuésemos la comunidad más dependiente del FLA. En hora y media de discurso, no ha mencionado la palabra corrupción ,a pesar de que tiene 15 sedes embargadas, el tesorero preso y que su partido es el partido del 3%. Eso, sin mencionar que él era el consejero de Obras Públicas mientras se cobraba el 3% de las adjudicaciones y que mientras registraban las sedes de las Fundaciones de Convergència, él estaba reunido con Jordi Pujol”.

Para Carrizosa, el de Mas fue “un discurso victimista y él es un “candidato desconectado de la realidad y que no se ocupa de los problemas de la gentes un ‘president’ resignado, agotado, fracasado… no se ve investido y, además, no tiene un proyecto más allá de la independencia. Sólo intenta escapar de sus problemas personales huyendo hacia la independencia”.

Guiños a los radicales y palos al Estado español. Esos son los dos puntos principales del discurso con el que Artur Mas enfila su investidura, todo bajo el temor a una inhabilitación judicial o incluso a la cárcel, lo que dejó patente varias veces a lo largo de su intervención ante el Parlamento catalán. Sacó pecho arrogándose la legitimidad de ser ‘president’ porque tiene casi el 40% de los votos y más de 1.600.000 sufragios, “lo que nunca ninguna candidatura había conseguido. Por tanto, es un aval democrático muy sólido”.

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