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Así querían atentar los yihadistas para sembrar el terror en Cataluña
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el parlamento catalán, también entre los principales objetivos

Así querían atentar los yihadistas para sembrar el terror en Cataluña

Los últimos yihadistas detenidos querían atentar con artefactos caseros en sinagogas, locales regentados por judíos, edificios públicos de la Generalitat y algún hotel de la capital catalana

Foto: Imagen de una de las operaciones contra el terrorismo yihadista en Cataluña (EFE)
Imagen de una de las operaciones contra el terrorismo yihadista en Cataluña (EFE)

El último comando yihadista desarticulado en Barcelona preparaba atentados con artefactos que ellos mismos estaban elaborando con sustancias fáciles de conseguir pero de una gran efectividad. Para ello, se servían de un manual que también fue muy utilizado por la extrema derecha durante la década de los 70 y los 80 del pasado siglo y del que igualmente siguen echando mano los grupos antisistema: el Libro de cocina del anarquista, que explica cómo fabricar sustancias explosivas y bombas caseras tanto de pequeña como de gran potencia. Según fuentes de los Mossos d’Esquadra consultadas por El Confidencial, el modus operandi del grupo Fraternidad Islámica desarticulado en Barcelona es similar al que puedan tener otros grupos radicales en el resto de España debido a la facilidad para obtener sustancias con las que fabricar bombas sin tener que acudir al mercado negro y ser detectados.

En el domicilio de Jacob Orellana, uno de los terroristas detenidos, se encontró una bolsa con nitrato de amonio, una sustancia que se usa en fertilizantes pero que también es un potente explosivo con el que se fabrican bombas caseras. Esta sustancia está considerada explosivo de alto orden, juntamente con el TNT y el RDX. En realidad, fabricar bombas caseras está al alcance de cualquiera comprando productos legales en farmacias o droguerías y mezclándolos convenientemente.

En los manuales intervenidos se describe que el RDX, también llamado cyclonito o C-1 “es uno de los explosivos más valiosos para los militares, ya que tiene 150% más de poder que el TNT y es más fácil detonarlo”. En una jarra con hielo, sal y ácido nítrico se pueden fabricar fácilmente unos cristales en pocos y sencillos pasos. En poco tiempo, añadiendo el nitrato de amonio a los cristales RDX, se insensibiliza el explosivo y se incrementa su poder.

“El nitrato de amonio puede ser hecho por un terrorista de acuerdo con la sección Preparación de Químicos. O quizás éste podría ser robado de algún lugar en construcción, debido a que se usa para estallidos. Es muy estable e insensible al calor y a las descargas eléctricas. La mayor desventaja con el nitrato de amonio, desde el punto de vista de un terrorista, podría ser detonarlo. Un iniciador deberá ser usado parta esto y quizá con una carga aumentadora, como se muestra en el siguiente diagrama”, detallaba el manual.

La sustancia, en realidad, es la más utilizada por los grupos terroristas de todo el mundo porque es fácil de conseguir. Mezclada con combustibles líquidos, se convierte en una máquina de matar. En este caso, se le conoce como ANFO (de sus siglas en inglés Ammonium Nitrate Fuel Oil). El desequilibrado que empotró un coche contra la sede del PP en diciembre pasado, Daniel P.B., había construido un artefacto casero con nitrato amónico mezclado con combustible, al que estaban adosadas dos bombonas de butano, un temporizador y un iniciador formado por varias cerillas. Precisamente fue este el que falló y el artefacto no llegó a explotar.

Un nuevo Oklahoma

El nitrato amónico, combinado con TNT y polvo de aluminio, produce el amonal, uno de los explosivos que utilizaba habitualmente ETA. La organización terrorista vasca compraba el nitrato de amonio y sus propios químicos fabricaban el amonal. Con el nitrato amónico, por ejemplo, se ejecutó también el atentado contra la Asociación Mutua Israelita Argentina en 1994 o el ataque a una oficina federal de Oklahoma en abril de 1995, que destruyó un edificio entero y mató a 168 personas en el atentado más grave ocurrido en los Estados Unidos hasta el 11-S. Ese ataque fue perpetrado por Timothy McVeigh y Terry Nichols, y para llevarlo a cabo utilizaron 2.300 kilos de nitrato amónico mezclados con combustible y nitrometano.

En el domicilio de Jacob Orellana, que había sido guardia de seguridad en una sala de fiestas, también se encontró una cantidad indeterminada de azufre, una sustancia susceptible de ser utilizada para la fabricación de pólvora y de cloratita. El azufre, juntamente con el clorato de potasa, puede servir de base para la fabricación de granadas caseras, a las que se pegan cristales o clavos con cinta aislante, los cuales causan verdaderos estragos al explotar. También se localizaron 25 sacos vacíos de diversas sustancias químicas que pueden ser utilizadas para la fabricación de explosivos, con artefactos similares a las bombas de nitrato amónico.

Sáez propuso en varias ocasiones, durante las reuniones que realizaba el grupo, realizar atentados contra sinagogas y el Parlamento catalán

En casa de Antonio Sáez, que se hacía llamar Aalí, se encontraron escritos llamando a la yihad o guerra santa y una hoja de papel manuscrita “en la que se describe minuciosamente cómo elaborar un artefacto explosivo, así como sus componentes, con un dibujo en la parte inferior situando todas sus partes”. Según las sospechas de los Mossos d’Esquadra, Aalí “habría experimentado por su cuenta con diferentes productos químicos para fabricar un artefacto casero consultando el Libro de cocina del anarquista. El mismo se encontraría ya en fase de preparación de un atentado, intentando determinar un objetivo y un modo de llevarlo a cabo”.

Sáez propuso en varias ocasiones, durante las reuniones que realizaba el grupo, realizar atentados contra sinagogas, locales regentados por judíos, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el Parlamento catalán, “indicando que lo podrían hacer usando una furgoneta en la que fuera camuflados ellos con armas largas y granadas de mano para llevar a cabo su acción”.

Vigilancia detectada

Al margen de las sustancias químicas, Sáez pidió ayuda a Diego José Frías, “una persona con capacidad de conseguir armas y materiales explosivos”. Frías era un neonazi cliente de la peluquería que regentaba Aalí. En su domicilio, se incautó una granada de mano Oramil, modelo R41 de color verde (con 3.500 bolas de acero en su interior), defensas eléctricas, gran cantidad de cuchillos, varias escopetas, una pistola Umarex y un cargador de Cetme para veinte cartuchos. El Cetme es el arma reglamentaria del Ejército español, aunque no se encontró ningún fusil en su poder. En cambio, sí tenía 110 cartuchos del 7.62x51 “de uso civil prohibido”.

Lo que no está claro es el objetivo del atentado. En poder de Said Touay, otro integrante de la célula, se encontraron 10 fotografías de la fachada de un hotel de Barcelona, dosfotos de la comisaría de los Mossos en la plaza de España de esta ciudad y una del centro comercial Las Arenas, en el mismo lugar.

Gonzalo Cabezas, miembro de la organización, fue seguido el pasado 29 de marzo. Ese día, dio vueltas por la zona de Montjuïc (“donde se estaba realizando el final de la Vuelta Ciclista a Cataluña”), pasando por la zona del Estadio Olímpico, las piscinas Picornell y, de vuelta, por delante de otro hotel cercano a la plaza de España. En esa zona “estuvo parado un buen rato”. De la intervención de su teléfono se constató que el grupo sabía que la policía “estaba tras sus pasos”, por lo que “extremó las precauciones durante sus comunicaciones telefónicas, hasta el punto de mantener tarjetas telefónicas ‘seguras’, tal como queda reflejado en la llamada 7817353, de la que se desprende que el señor Cabezas mantiene un stock de tarjetas seguras, al menos dos, para sus comunicaciones seguras (sic) y que sólo utiliza para llamar a ciertos números. El hecho de que su novia haya utilizado la tarjeta equivocada para llamarle ha provocado que ésta ya no pueda volver a usarse, en tanto puede haber quedado contaminada”.

El último comando yihadista desarticulado en Barcelona preparaba atentados con artefactos que ellos mismos estaban elaborando con sustancias fáciles de conseguir pero de una gran efectividad. Para ello, se servían de un manual que también fue muy utilizado por la extrema derecha durante la década de los 70 y los 80 del pasado siglo y del que igualmente siguen echando mano los grupos antisistema: el Libro de cocina del anarquista, que explica cómo fabricar sustancias explosivas y bombas caseras tanto de pequeña como de gran potencia. Según fuentes de los Mossos d’Esquadra consultadas por El Confidencial, el modus operandi del grupo Fraternidad Islámica desarticulado en Barcelona es similar al que puedan tener otros grupos radicales en el resto de España debido a la facilidad para obtener sustancias con las que fabricar bombas sin tener que acudir al mercado negro y ser detectados.

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