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Jordi Pujol obliga a buscar un intérprete para declarar sobre su herencia ante el juez
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MANOS LIMPIAS PEDIRÁ PRISIÓN PROVISIONAL

Jordi Pujol obliga a buscar un intérprete para declarar sobre su herencia ante el juez

¿Quién tiene la superioridad moral de juzgar a Pujol? De ahí que el interrogatorio de este martes lo llevase por su terreno. Para empezar, no habló castellano

Foto: Jordi Pujol y Marta Ferrusola entrando a los juzgados (EFE)
Jordi Pujol y Marta Ferrusola entrando a los juzgados (EFE)

“¡Me he dado el gustazo de insultarle!”. Así se expresaba este martes un ciudadano –edad media, elegante, bien vestido, con cartapacio en la mano– a la salida de la Ciudad de la Justicia. Acababan de salir del recinto judicial Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrusola, entre una nube de cámaras y policías que acordonaban su paso y evitaban que los curiosos se les acercasen. Más que reos parecían estrellas de cine, al menos en los primeros metros desde su salida del ascensor. Y luego, el infierno. El elegante ciudadano del comentario deshizo por un momento el corrillo que tenía con dos hombres y una mujer y se acercó lo que pudo al matrimonio. “¡¡Ladrones!! ¡¡Lladres!! ¡¡Chorizos!! ¡¡Xoriços!! ¡¡Delincuentes!!”, coreaba, al unísono con otros ciudadanos a los que sorprendió el espectáculo de los Pujol intentando llegar al coche oficial. Lo que no sabían los increpantes es que hacían bien en decirle lo que pensaban en los dos idiomas.

Porque los Pujol son monolingües. El expresidente de la Generalitat y su esposa no hablan castellano ni en la intimidad. Se presentaron ante el juez con el mismo encono con que Pujol encaró su comparecencia en el Parlamento catalán, donde se permitió el lujo de abroncar a los diputados. ¿Quién tiene la superioridad moral de juzgar a todo un Jordi Pujol? De ahí que el interrogatorio de este martes lo llevase por su terreno. Para empezar, se negó a hablar en castellano. Y a poco de comenzar, el fiscal pidió la interrupción de la vista para poder llamar a un traductor porque el que un día fue “español del año” había olvidado uno de los idiomas que, dicho sea de paso, también es oficial en su tierra.

Vídeo: Pujol declara durante dos horas

Luego, su abogado, Cristóbal Martell, cuya máxima habilidad es la negociación entre bastidores, le aconsejó que no contestase a las preguntas de la acusación popular de Manos Limpias. “Claro, es que sabía que nuestras preguntas lo iban a poner en un compromiso”, explicó a El Confidencial Miguel Bernad, portavoz de Manos Limpias, que se desplazó a Barcelona para la cita judicial.

Un ‘colega’ de banquillo

Dentro de la sala, Pujol fue lo más etéreo posible. No desmintió nada ni aportó nada. Sí reveló algún dato nuevo, como que la supuesta herencia de su padre, Florenci Pujol, en 1980, fue encomendada a un amigo de la familia y persona de confianza para que la gestionara: Delfí Mateu. El susodicho había tenido despacho en Banca Catalana y era uno de los 25 encausados en el caso Banca Catalana, el primer gran escándalo que sacudió a los Pujol en los años 80. En otras palabras, el gestor de esa fortuna no era estrictamente un colaborador del iaio Florenci, sino que era otro viejo conocido del propio Jordi Pujol. Fuentes cercanas a la familia Pujol detallan a este periódico que Mateu gestionó la herencia hasta el año 1992 (el antiguo directivo de Banca Catalana murió en 1993). Ese año, tomó las riendas de la misma Jordi Pujol Ferrusola, el hijo mayor. Es entonces cuando se reparte el dinero, que hasta entonces había sido invertido junto, y se abren ocho cuentas: una a nombre de Marta Ferrusola y siete a nombre de cada uno de los hijos del clan.

Las fuentes consultadas por El Confidencial señalan que el legado del abuelo fue de una cantidad en dólares equivalente a 140 millones de pesetas, “pero en aquel momento el dólar estaba a 70 pesetas. En el momento del reparto, la peseta se había devaluado mucho y al cambiar la herencia de dólares a pesetas ya se había multiplicado, puesto que la divisa cotizaba ya a más del doble. En concreto, correspondieron a cada uno 62 millones de pesetas. Esa cantidad era la resultante de la revalorización del dólar y de los beneficios obtenidos con las inversiones financieras que había hecho Mateu”. De ahí que, en su comparecencia, el expresidente dijese a la magistrada Balfagón que la fortuna legada había sido de 140 millones, que luego se convirtieron en 500 millones de las antiguas pesetas.

Las inversiones financieras desde el año 1992 provocaron luego que la cantidad que correspondía a los miembros del clan siguiese creciendo y todos ellos obtuviesen cuantiosos beneficios hasta llegar aproximadamente al millón de euros veinte años después. Es decir, que sus cuentas habían engordado desde casi 400.000 euros en 1882 (los 62 millones de pesetas que les correspondían a cada uno) a las enormes cantidades que tenían en 2014, cuando terminaron de regularizar su situación (Marta Ferrusola y tres hijos declararon el pasado mes de julio tener 3,4 millones de euros en sus cuentas andorranas; el resto de los vástagos ya había retirado el dinero o regularizado su situación).

¿Y por qué Pujol hizo esto? Reiteró que su padre Florenci tenía miedo y quería preservar el futuro económico de su familia. Dicen los cenáculos políticos que ese temor atávico a la ruina le viene de cuando el padre de Florenci, Ramiro Pujol, se arruinó hace un siglo con sus negocios de corcho en el Empordà. Debió ser entonces cuando la familia adoptó la mítica frase “Juro que nunca más volveré a pasar hambre” de Lo que el viento se llevó, pero aplicable a su realidad catalana: “Juro por Dios que nunca más volveré a quedarme sin dinero”.

Los hijos responsabilizan al padre

En la sala del juzgado, los únicos satisfechos fueron los Pujol y su abogado. “No desmintió ninguna acusación. No aportó nada. Dijo que tenía unas anotaciones manuscritas de su padre sobre esa herencia, pero no las entregó. Ni documentos que avalasen lo que dice, ni anotaciones de cuentas ni documento complementario alguno. Alegó que los había olvidado. Todo fueron generalidades”, explica Miguel Bernad.

Vídeo: Los millones de la familia Pujol

Su esposa, Marta Ferrusola, se negó a declarar, conforme prevé la ley. Pero sus hijos sí lo hicieron. Aseguraron que nunca se habían preocupado de la herencia y que durante años era su padre, Jordi Pujol i Soley, el que manejaba todo junto con el bróker que la administraba. Marta, Pere y Mireia (que a la salida del juzgado se dispersaron para despistar a la prensa) aseguraron que conocían la existencia de ese legado pero que estaba invertido en un fondo y que era el patriarca quien lo controlaba. Paradojas de la vida: el entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, el hombre que debía vigilar por el bien común y por que se cumpliese la ley lo más equitativamente posible, era quien manejaba el dinero evadido al fisco. El zorro guardando el gallinero. Aun así, los hijos del matrimonio evitaron dar cifras.

“Decepcionante, muy perjudicial. Pensamos que al final Pujol iba a presentar algún documento, iba a explicar algo creíble y a aclarar algunas cosas, pero se limitó a repetir lo de siempre. Nuestra impresión es que está muy tocado”, remata Miguel Bernad. Manos Limpias ha hablado con la Fiscalía para intentar pedir explicaciones de otra manera: estudian la presentación de una acusación por blanqueo de capitales, una acusación más seria que la de evasión o fraude fiscal. En cuanto estén perfiladas las líneas maestras de esa acusación, pedirán la retirada del pasaporte, el bloqueo de las cuentas y la prisión preventiva para Pujol. “Lo pediremos en diligencia de prueba”, advierte la acusación. En la calle, mientras se alejaba el matrimonio Pujol Ferrusola, un corrillo comentaba con toda normalidad la falta de ética del clan. “Me ha sentado muy bien ese abucheo. Creo que esto es la muerte civil de esa familia”. No deja de ser una reflexión a la puerta de un juzgado, pero cargada de intención.

“¡Me he dado el gustazo de insultarle!”. Así se expresaba este martes un ciudadano –edad media, elegante, bien vestido, con cartapacio en la mano– a la salida de la Ciudad de la Justicia. Acababan de salir del recinto judicial Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrusola, entre una nube de cámaras y policías que acordonaban su paso y evitaban que los curiosos se les acercasen. Más que reos parecían estrellas de cine, al menos en los primeros metros desde su salida del ascensor. Y luego, el infierno. El elegante ciudadano del comentario deshizo por un momento el corrillo que tenía con dos hombres y una mujer y se acercó lo que pudo al matrimonio. “¡¡Ladrones!! ¡¡Lladres!! ¡¡Chorizos!! ¡¡Xoriços!! ¡¡Delincuentes!!”, coreaba, al unísono con otros ciudadanos a los que sorprendió el espectáculo de los Pujol intentando llegar al coche oficial. Lo que no sabían los increpantes es que hacían bien en decirle lo que pensaban en los dos idiomas.

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