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ERC apremia a Mas para que convoque elecciones antes de que CiU se recupere
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ALERTA ANTE EL RETROCESO DEL INDEPENDENTISMO

ERC apremia a Mas para que convoque elecciones antes de que CiU se recupere

Los datos fríos de la encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO, el CIS catalán) juegan a favor de Artur Mas y apoyan su estrategia:

Foto: Artur Mas y Oriol Junqueras, tras su reunión. (Efe)
Artur Mas y Oriol Junqueras, tras su reunión. (Efe)

Los datos fríos de la encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO, el CIS catalán) juegan a favor de Artur Mas y apoyan su estrategia: poco a poco, Convergència i Unió (CiU) va remontando terreno frente a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Mientras el director del Ceo hacía públicos los datos de la última encuesta oficial, el presidente catalán se reunía en el Parlamento autonómico con el líder republicano, Oriol Junqueras. Y éste no está dispuesto a darle tregua al President: “Necesitamos obtener el mandato democrático definitivo y, por tanto, confiamos que en los próximos días y semanas se materialice la convocatoria de elecciones”. Vamos, algo así como el viejo refrán de “amiguitos sí, pero la vaca por lo que vale”.

Si hemos de hacer caso a la intención directa de voto, antes del 9N un 21,4% de catalanes votarían a ERC si al día siguiente se celebrasen elecciones autonómicas, mientras que sólo un 13,8% votarían a CiU. Hoy, esos porcentajes han variado: la intención de voto de ERC es de un 17,2% frente al 14% de CiU. El PSC baja del 5,8 al 4,8%, el PP pasadle 2,2al 1,8; ICV va del 3,7 al 3,9; Ciutadans pasa del 6,2 al 5,5 y la CUP pasa del 6,2 al 4,4%. O sea, los casi 8 puntos que los republicanos sacaban a los convergentes se han quedado en algo más de tres.

Otra cosa es si se celebrasen elecciones generales: Esquerra sufriría un importante descalabro, pasando del 18,4 al 11,9% mientras que CiU pasaría del 11,3 al 11,2% y los socialistas subirían del 6,9 al 7,9%. Los populares también se recuperarían y sacarían un 3,4% frente al 3,8% que les daba el sondeo de hace mes y medio. Republicanos y convergentes, pues, estarían en un empate técnico ante la aplastante victoria de los primeros hace escasas semanas.

Fuentes de CiU señalaron a El Confidencial que las encuestas sólo son eso: encuestas. La verdad se encuentra únicamente en las urnas. “Ahora no es el momento de encuestas, sino de trabajar o para sacar adelante el país y que los catalanes puedan decidir su futuro. Además, los sondeos son volátiles y cambian mucho de un día para otro. Lo único que hacen es marcar tendencias, pero no son infalibles”, señalaron las fuentes.

El propio portavoz parlamentario convergente, Jordi Turull, aseguró que con esos resultados en la mano “los ciudadanos dan por superada la etapa de la Cataluña autonómica y quieren decidir su futuro político”. Y ello porque los datos apuntan a que la mayoría de la población defiende aún un cambio en el estatus político.

La caída del independentismo

Pero lo cierto es que el independentismo pierde fuelle. Eso es lo que se trasluce de la encuesta: El 36,2% de los encuestados afirma que Cataluña tendría que ser un Estado independiente, mientras que el 18,9% se decanta porque sea un estado federal dentro de España y el 21,8%, una comunidad autónoma. Aquí es donde salta la sorpresa. Hace mes y medio, antes de la pseudoconsulta del 9N, los partidarios del Estado independiente eran el 45,3% y los federalistas sólo llegaban al 22,2%.

Además, el 45,3% no quiere que Cataluña se convierta en un Estado independiente frente al 44,5% que sí lo quiere. Pero en la anterior encuesta oficial los que votarían sí a un Estado independiente eran el 64,2% y los que votarían no eran el 19,7%. Ello representa un peculiar dilema: o el CEO se ha pasado en la cocina de la encuesta o algo muy profundo se mueve en el espectro político.

Cierto es que no es lo mismo lo que uno prefiera que lo que votaría a una pregunta determinada sobre si refrendarían un Estado independiente, pero la lectura que se hace de ambas preguntas es muy similar.

Ante estas dos variables (recuperación de CiU frente a Esquerra y retroceso del independentismo), a ERC no le queda otra solución que pisar el acelerador. Los expertos en comunicación advierten que una tensión elevada durante un largo periodo de tiempo acaba por cansar a los ciudadanos. Y eso es lo que parece que está ocurriendo en Cataluña. De hecho, tanto los partidos soberanistas como la “sociedad civil” lleva tres años de máxima tensión. Varios representantes de partidos políticos reconocen a El Confidencial que “el electorado independentista ha estado movilizado al 100% desde 2010. Incluso en el 9 de noviembre [cuando Artur Mas realizó la pseudoconsulta independentista] la movilización era máxima”. En aquel momento, algunos expertos vaticinaron que el independentismo había tocado techo. Si con el ensanchamiento de la base electoral (podían votar los mayores de 16 años, así como los inmigrantes) y con la movilización en todos los ámbitos, espoleada por las organizaciones cívicas, los partidos soberanistas, los Ayuntamientos (mayoritariamente en manos de los independentistas), las diputaciones (en manos de CiU, el Parlamento y el Gobierno autonómico no se consiguió sobrepasarla barrera del 30% del voto es que no hay mucho más que rascar.

Tras su reunión de ayer con Mas, Junqueras no quiso poner palos en las ruedas a las relaciones entre CiU y ERC. Aseguró que “el papel de ERC en unas elecciones es irrelevante. Lo que es relevante es la suma de todos aquellos que estamos firmemente comprometidos con la independencia del país”. Y que su aspiración es que los partidarios de la independencia sumen una mayoría. Ésa era también la respuesta de CiU hasta hace poco, cuando perdía detalle en las encuestas frente a Esquerra. Pero resulta inapelable que el suflé independentista se desinfla día a día. ¿Hasta cuándo podrán mantener los soberanistas la máxima tensión para que su electorado esté movilizado al 100%?

Porque hay algo que tiene que hacer reflexionar a los políticos catalanes: el 41,7% de los ciudadanos ve la situación política catalana “mala” y el 20,1% la ve “muy mala”. Además, sólo el 17,5 % la ve “mejor” que hace un año mientras que el 44,5 % la ve “igual” y el 35,5 % la ve “peor”. Aún así, la percepción es más positiva que la que hay sobre la política española: el 51,3% de los catalanes la ve “muy mal” y el 37,8% la ve simplemente mala. Y esa pésima percepción de la política es una responsabilidad compartida de la que ninguno de los protagonistas del proceso catalán puede escabullirse.

Los datos fríos de la encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO, el CIS catalán) juegan a favor de Artur Mas y apoyan su estrategia: poco a poco, Convergència i Unió (CiU) va remontando terreno frente a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Mientras el director del Ceo hacía públicos los datos de la última encuesta oficial, el presidente catalán se reunía en el Parlamento autonómico con el líder republicano, Oriol Junqueras. Y éste no está dispuesto a darle tregua al President: “Necesitamos obtener el mandato democrático definitivo y, por tanto, confiamos que en los próximos días y semanas se materialice la convocatoria de elecciones”. Vamos, algo así como el viejo refrán de “amiguitos sí, pero la vaca por lo que vale”.

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