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Un delirante informe posiciona a Cataluña de líder y a España de país tercermundista
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ÚLTIMO ESTUDIO DEL CÍRCULO CATALÁN DE NEGOCIOS

Un delirante informe posiciona a Cataluña de líder y a España de país tercermundista

Sostiene que con una secesión "amistosa" Cataluña sería motor de la UE y España, mano de obra barata para competir con Asia: "la Polonia del sur de Europa"

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España y Cataluña pueden salir ganando si se separan amistosamente. Ése es el eje de un voluminoso informe elaborado por el Círculo Catalán de negocios (CCN), una organización empresarial secesionista. El informe rescata datos de múltiples fuentes y elabora también teorías propias del grupo de estudios del CCN, que dirige Albert Macià. En ocasiones, no obstante, se deja llevar por los sentimientos y aboca a España un papel tercermundista reservando para Cataluña una función preponderante en Europa.

Entre las líneas argumentales, por ejemplo, destaca que “se pretende demostrar cómo una bajada salarial significativa (de hecho, ya en curso) puede poner a España en una clara competitividad para sectores industriales que puedan ayudar a equilibrar el desajuste de balanza Europa/Asia. España puede ayudar a reducir la dependencia europea de la producción asiática. Un país con un buen potencial industrial atractivo para todos los inversores internacionales. La Polonia del sur de Europa”. Paralelamente, Cataluña sería uno de los motores de la UE.

El informe cae en cuestiones, cuanto menos, discutibles históricamente, puesto que asegura que Cataluña fue un Estado hasta 1714. “Los motivos para la independencia son en casi todos los casos de base económica y política, a menudo precedidos de un entorno de crisis económica importante. En el caso catalán, es obvio que estamos en la peor crisis de las últimas décadas y que sólo con un Estado podremos salir de ella”.

Advierte el texto de que “pretendemos aportar desde este informe la perspectiva de que a pesar de las turbulencias e incertezas de cualquier proceso de transición del modelo económico y político, la conversión de Cataluña en un Estado independiente es un incentivo real para mejorar la eficiencia económica de una España sin Cataluña, dentro de un entorno de optimización de la competitividad europea y con sinergias y complementariedades evidentes de los modelos económicos dentro de un protoestado europeo”.

También echa en cara que el modelo español “ha favorecido a las grandes empresas del Ibex y no se ha preocupado por las pymes, que son el tejido principal en Cataluña”. Y argumenta que, con Cataluña desgajada, “el Estado español se podrá centrar en desarrollar un modelo que les permita ser viables sin necesidad de una continuada política de subvenciones europeas o el expolio de Cataluña”.

Mejor como amigos

Ironía o no, el informe dice que la independencia “supondría a corto plazo la pérdida de una región rica y la reducción del PIB y del PIB per capita español, aumentaría la tasa de paro y haría crecer la prima de riesgo. La reducción de los precios comporta en cambio una devaluación interna que permite mejorar la competitividad vía precios. España está acostumbrada a los subsidios y recibiría más por el empobrecimiento, con lo que podría potenciar otras regiones industriales”.

No se queda ahí el análisis: “Se conseguiría una mayor estabilidad política en España, ya que la desaparición de Cataluña permitiría eliminar duplicidades y tener un Estado más homogéneo donde se podría potenciar una centralización. Se unificarían los intereses, puesto que sin Cataluña, Madrid sería el centro. No se remaría más en dos direcciones”. Y advierte a continuación de que “si nos hemos de separar, mejor hacerlo cordialmente. La división no ha de ser un drama, puede permitir a España no tener que preocuparse de los temas nacionales catalanes, de la lengua, etcétera”.

En este sentido, subraya que “las reglas de la secesión se han de pactar y es preciso mantener la libertad de circulación del capital y mercancías. Una independencia unilateral y sin buscar otras vías supondría la expulsión de la UE y del área de libre comercio. Todos perdemos. Mientras que si se hace según los cánones democráticos y se mantiene dentro, nadie pierde (ni España, ni Cataluña, ni la UE). No es probable que se expulse a Cataluña del Espacio Económico Europeo con más de 4.000 multinacionales en Cataluña”.

Pero también señala en el apartado La nueva Península Ibérica, que “la independencia catalana podría comportar oportunidades para España, que tiene algunas regiones y sectores anulados por la dinámica catalana”. Admite que, a corto plazo, España perdería capital humano y empresarial y Cataluña mercado, pero hay ventajas: “El eje de conexión con Europa pasaría de Barcelona a Zaragoza, lo que podría favorecer la conexión con Toulouse, un centro innovador europeo”. También favorecería “un aeropuerto en Zaragoza para conectar el norte de España y aligerar Barajas, con conexión del AVE”. Asimismo, “Valencia y Sagunto serían los puertos mediterráneos, con buenas conexiones con Madrid y Zaragoza”.

Trasvasar el Ebro a cambio

Otro de los puntos beneficiosos sería “el trasvase del Ebro a las cuencas más secas del centro y sur de España, que sería más sencillo, aunque habría que respetar un mínimo ecológico para el Delta según las leyes internacionales”. Los empresarios también consideran positivo que las multinacionales ubicadas en Cataluña “podrían trasladarse o crear nuevas filiales en España para el mercado hispano” y que “aumentarían las relaciones con Portugal, ya que ahora Cataluña tiene una fuerte atracción”.

En el análisis que hace de la economía española, señala que “el subsidio agrario, el exceso de funcionarios, la falta de una estrategia de inversión productiva y la economía sumergida han podido agravar la situación. Las diferencias entre el norte y el sur de España se agravan a causa de la actual crisis económica”. Y añade: “Las expectativas de mejora no tolerarían una recuperación de los modelos pasados y se hace inviable pensar que los déficits y las carencias estructurales puedan seguir siendo subvencionados a fondo perdido sinun plan estratégico que haga viable y dignifique las economías más desfavorecidas”.

También detalla que “la productividad industrial catalana es un 10,7% superior a la española gracias a las pymes”, según fuentes de la Encuesta Industrial de la Generalitat y ello contribuye esencialmente “al diferencial del 20% que hay entre el PIB per capita español y el catalán”.

La planificación adecuada de los Estados español y catalán, asegura el texto, sería beneficioso para todos: España sería el puente de Europa con Latinoamérica, mientras que Cataluña, “una zona logística de primer orden”, sería “el eslabón entre el comercio de la economía del Pacífico-China y Europa y generaría altas sinergias con España dentro de las especializaciones y complementariedades de cada economía”. O sea, ocuparía el espacio del eslabón perdido.

España y Cataluña pueden salir ganando si se separan amistosamente. Ése es el eje de un voluminoso informe elaborado por el Círculo Catalán de negocios (CCN), una organización empresarial secesionista. El informe rescata datos de múltiples fuentes y elabora también teorías propias del grupo de estudios del CCN, que dirige Albert Macià. En ocasiones, no obstante, se deja llevar por los sentimientos y aboca a España un papel tercermundista reservando para Cataluña una función preponderante en Europa.

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