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CiU enfría el ‘proceso’: si no hay consulta el 9-N, las elecciones serán… “cuando toque”
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MAS QUIERE LIBERARSE DE LA PRESIÓN DE ERC

CiU enfría el ‘proceso’: si no hay consulta el 9-N, las elecciones serán… “cuando toque”

El proceso catalán toma nuevo rumbo: no habrá ni consulta ni elecciones anticipadas. Pero sí cautela y enfriamiento de las urgencias independentistas

Foto: El presidente fundador, Jordi Pujol (c), junto al secretario general, Josep Antoni Durán Lleida (i), y el presidente, Artur Mas (d). (EFE)
El presidente fundador, Jordi Pujol (c), junto al secretario general, Josep Antoni Durán Lleida (i), y el presidente, Artur Mas (d). (EFE)

El proceso catalán toma nuevo rumbo: no habrá ni consulta ni elecciones anticipadas de carácter urgente. Pero sí mucha cautela. Y enfriamiento de las urgencias independentistas. O de ‘congelación’ en algunas de las reivindicaciones soberanistas. Las cosas se harán, pero a su debido tiempo.Tanto nacionalistas como independentistas piensan ahora que la precipitación es la peor enemiga del proceso catalán. “Si hacemos las cosas con urgencia, el proceso fracasará. O vamos despacio, consolidando cada paso, o Cataluña no será jamás independiente”, explica a El Confidencial un alto cargo nacionalista.

La cúpula de CiUmira ahora desde la distancia el futuro de Cataluña y comienza a diseñar una estrategia propia sin que vaya a remolque de ERC o de la Asamblea Nacional Catalana (ANC). El presidente de la Generalitat, Artur Mas, no quiere ser rehén de nadie en los próximos meses. “La hoja de ruta no cambia. Lo dijo el president la misma noche de las elecciones: no habrá paso atrás y la próxima meta es convocar una consulta para el 9 de noviembre”, asegura a este diario una fuente de la dirección de Convergència.

Varias fuentes de Convergència y del Gobierno catalán consultadas por este diario, sin embargo, coinciden en que hay pocas o nulas esperanzas de que el 9 de noviembre se pueda celebrar el anunciado referéndum. Un alto cargo convergente incluso reconoce a El Confidencial que “cada vez que el Gobierno central niega una cosa a Cataluña, el número de independentistas sube en 200.000 personas. De modo que se lo hagan mirar antes de cerrar las puertas a un diálogo y darnos otra vez la espalda”.

Pero pocas dudas caben de que Mariano Rajoy no facilitará ningún resquicio legal para que se celebre la consulta, por lo que, en tal caso, el plan B sería la convocatoria de unas elecciones autonómicas anticipadas a las que se quiere imprimir un sesgo “plebiscitario”. Incluso un sector de ERC pretende que esas elecciones se celebren a finales de este mismo año o en el primer trimestre del 2015.

‘Piano, piano’

Sin embargo, en el Gobierno catalán se miran las cosas con prudencia. Y, evidentemente, con distinta mentalidad. “Nosotros echaremos el resto para que haya consulta en noviembre. Si el Estado español no nos escucha, se volverán a equivocar. Y a partir de ahí, la gente será llamada a votar en unas elecciones…cuando toque. Es el president quien lo dirá”, advierte una fuente gubernamental con el punto de mira puesto en los republicanos. O sea, piano, piano.

Y eso porque, una vez evidenciada la imposibilidad de celebrar el referéndum, habrá un periodo de reflexión, un impasse durante el cual “tendrá que haber varias reuniones de los partidos que apoyan el proceso para ver qué camino tomamos. Nosotros mantenemos nuestro compromiso de no mover ficha sin contar con ellos”. Sobre el calendario, habrá que prever esos movimientos; posiblemente, se alarguen hasta el primer trimestre del año que viene. Y entonces ya estarán encima las elecciones municipales.

¿Podrá esa demora molestar a los republicanos? No tiene por qué. Artur Mas, CiU y el Gobierno catalán han hecho lo imposible por intentar celebrar la consulta, pero no ha sido posible llevarla a cabo con un mínimo de garantías. Por tanto, no habrá nada que reprocharles. La sucesión de hechos, sin embargo, juega a favor de los convergentes, que esperan dar la vuelta a la tortilla en las próximas autonómicas y volver a ser la primera fuerza política.

En estas elecciones europeas, ERC dio la sorpresa y ganó los comicios con más de 594.000 votos, mientras que CiU se tuvo que conformar con un segundo puesto al haber obtenido 548.718 sufragios. Y en las municipales, los republicanos pueden hacerse con la mayoría de los ayuntamientos, aunque los grandes seguirán en manos de CiU o PSC.

Retomar el liderazgo

Desde el domingo, los dirigentes de CiU se han reunido varias veces. Convergència por un lado, Unió por otro y ambos partidos juntos y revueltos. Y el análisis que hacen de las elecciones es “muy positivo”. Advierten que los resultados “no se pueden extrapolar a unas autonómicas por dos motivos fundamentales: ERC recibió de forma masiva un voto descontento del PSC, que se hundió por ello. Y, además, no se presentaba la CUP [fuerza que sacó tres diputados en las últimas autonómicas]. Si esta formación hubiese concurrido, CiU habría ganado claramente las europeas”.

Además, hay otros factores a tener en cuenta: “Nosotros llevamos cuatro años de duros ajustes, tomando medidas drásticas y haciendo mal a mucha gente, aunque sin intención. Por si fuera poco, todos los partidos que gobiernan Europa han sufrido descalabros en estas elecciones, mientras que nosotros subimos 100.000 votos desde las anteriores. Eso quiere decir que nos estamos resituando en el mapa electoral. A partir de ahora, con los síntomas de recuperación económica, los ciudadanos comenzarán a ver los frutos de las medidas que hemos tomado y eso nos supondrá que aumentará la confianza en nosotros, por lo que podremos volver a liderar el panorama político catalán”.

Otra de las fuentes consultadas subraya que los resultados de estas elecciones “refuerzan el proyecto catalán, porque más del 60% del voto se ha ido a partidos que defienden el derecho a decidir: CiU, ERC, ICV y Podemos. Por tanto, volvemos a tener un mandato claro, clarísimo del pueblo catalán”.

El proceso catalán toma nuevo rumbo: no habrá ni consulta ni elecciones anticipadas de carácter urgente. Pero sí mucha cautela. Y enfriamiento de las urgencias independentistas. O de ‘congelación’ en algunas de las reivindicaciones soberanistas. Las cosas se harán, pero a su debido tiempo.Tanto nacionalistas como independentistas piensan ahora que la precipitación es la peor enemiga del proceso catalán. “Si hacemos las cosas con urgencia, el proceso fracasará. O vamos despacio, consolidando cada paso, o Cataluña no será jamás independiente”, explica a El Confidencial un alto cargo nacionalista.

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