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El programa electoral de ERC: un comisario para Cataluña y un puesto en el BCE
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El programa electoral de ERC: un comisario para Cataluña y un puesto en el BCE

Delirio independentista. Así se puede definir la propuesta europeísta que lleva en su programa electoral Esquerra Republicana de Catalunya

Foto: El presidente de ERC, Oriol Junqueras (Efe)
El presidente de ERC, Oriol Junqueras (Efe)

Delirio independentista. Así se puede definir la propuesta europeísta que lleva en su programa electoral Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que tiene una estrategia perfilada para convertirse, a corto plazo, en un nuevo Estado de la UE. Lejos de ser expulsada de Europa, Cataluña revolucionará las instituciones comunitarias.

Es el cuento de la lechera de Oriol Junqueras, que deja poco margen a la interpretación. A saber: Cataluña tendrá derecho a un miembro en la Comisión Europea, a un asiento en el Consejo de la UE, a aumentar hasta 16 el número de eurodiputados en el Parlamento comunitario, a tener un comisario con cartera (tendrá responsabilidad sobre un área sectorial) y a tener un representante en el Banco Central Europeo.

“Esta nueva cuota de representación de Cataluña en la Eurocámara representará un aumento de un 114% según el estudio del think tank europeo Centre Maurits Coppieters The ascent of autonomous regions. Además, Cataluña pasaría a formar parte del creciente grupo de Estadios pequeños en el Consejo Europeo, cada vez más decisivos a la hora de articular mayorías de decisión y minorías de bloqueo, tal y como se establece en el Tratado de Lisboa”, asegura el texto del programa con el que los republicanos concurren a las elecciones del próximo 25 de mayo.

Para empezar, los republicanos sacan pecho y parten de la base de que no hay bemoles a expulsarlos de la UE. “Es impensable que la UE ofrezca a Ucrania sumarse al proyecto europeo y, al mismo tiempo, querer excluir a los europeos de Cataluña con quienes llevan casi 30 años de trabajo conjunto. En un momento de debilidad del europeismo, lo que menos interesa a la UE es perder miembros”, dice el programa.

El texto es un dechado de tópicos y de máximas a mayor gloria de Cataluña. “Los Estados miembros, incluido el español, en defensa de los intereses de sus ciudadanos y sus empresas, serán los primeros interesados en que la República Catalana siga dentro de la UE. Los gobiernos de Estados como Francia, Alemania y el Reino Unido protegerán a sus empresas para que no haya, en ningún momento, ningún vacío legal y que tengan plena continuidad dentro de la UE. ¿Se expondrán a que sus empresas tengan que pagar aranceles? ¿O que sus trabajadores no se puedan establecer en nuestro país sin trabas? ¿Les interesa que marche un contribuyente neto a las arcas comunitarias? A la UE no le interesa tener una posible Noruega en un territorio del sur del continente que cuenta con un gran potencial económico y comercial y una situación estratégica, que es la octava economía de la Unión y contribuyente neto a sus arcas”, explica sin ambages el programa.

Las contradicciones

Los republicanos aseguran que los tratados europeos “no dicen absolutamente nada sobre los efectos de la independencia de un territorio que ya forma parte de la UE respecto a su continuidad en la UE. Las interpretaciones de la Comisión Europea [todos sus dirigentes han advertido que Cataluña quedaría fuera de la Unió si se independiza] no son jurídicas, sino políticas y responden a presiones de la diplomacia española”.

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Esquerra, no obstante, va más allá y afirma que Cataluña “cumplede sobras los principios para seguir formando parte de la UE” y que, en todo caso, “se habrán de renegociar cuestiones menores, como las cuotas de representación en el Parlamento Europeo, en el Consejo de la UE y en la Comisión Europea, o la contribución a los presupuestos”. Advierte, al mismo tiempo, que España también tendría que renegociar su permanencia, puesto que será la misma, territorial y económicamente, que en el momento del ingreso.

No obstante, entra en flagrante contradicción porque, después de admitir que las presiones españolas son las que obligan a los continuos pronunciamientos antisecesionistas de los dirigentes comunitarios, minimiza la fuerza que pueda tener España en Bruselas: “Tampoco es creíble la amenaza de veto permanente del Estado español a un hipotético reingreso de Cataluña en la UE. Los vetos se han de justificar: un hipotético ánimo de venganza del Estado español no es un motivo válido para dejar a Cataluña fuera de la UE”. Y añade más tarde en tono amenazador: “Lo que también hemos de preguntar a la UE es si podrá mantener como socio a un Estado, España, que pone trabas al ejercicio de la democracia [en referencia a que no deja celebrar el referéndum independentista]”.

Las cuatro fases

La formación independentista identifica cuatro fases para el reconocimiento internacional de la República Catalana: una fase previa donde se buscan complicidades y se explica el proceso (fase actual), el acto formal de constitución, el reconocimiento internacional propiamente dicho y la inserción en los principales organismos internacionales. Advierte, por ello, que “comenzamos el nuevo país en estas elecciones europeas”.

Su hoja de ruta es que los diputados electos pidan al Parlamento europeo “que se posicione al lado de la democracia y del derecho a votar de la ciudadanía de Cataluña, que al mismo tiempo es ciudadanía europea”.

Después del posicionamiento de esta institución y de intentar conseguir una declaración escrita, pretende presentar una propuesta “para reformar los Tratados europeos y que regulen de forma clara la pertenencia a la Unión de un territorio que se escinde de un Estado que ya forma parte de la Unión y la conservación de la ciudadanía europea de sus habitantes. El objetivo es evitar el vacío jurídico actual y tener instrumentos para encajar en la ampliación europea casos como el escocés o el catalán, que nada tienen que ver con los casos de ampliación ordinaria”.

Hacia la declaración unilateral de independencia

ERC prevé también “una tarea de información y aproximación a otras instituciones europeas, como el Consejo de Europa y la OSCE y a los principales organismos de estudio y equipos de especialistas (think tank)”. Paralelamente, se utilizarán “instrumentos informales” para apoyar la independencia, como los pronunciamientos públicos a favor de la misma por parte de la Alianza Libre Europea (ALE), en la que se encuadrará ERC. Y ello, porque “otras familias políticas como los Verdes o los Liberales se han pronunciado también claramente a favor del derecho a decidir de Cataluña y de la consulta del 9N”.

En este mismo sentido, quiere “desarrollar una acción de convencimiento puerta a puerta de los 751 diputados de los diversos grupos del Parlamento europeo a favor del ejercicio del derecho a decidir de Cataluña”. O “articular una red de apoyos internacionales al proceso en el ámbito de la sociedad civil paneuropea y de observadores cualificados del referéndum del 9N”.

Para generar complicidades, es importante dejar patente “que antes del actual proceso se ha intentado todo para encontrar un encaje de Cataluña en el Estado que respete la particularidad nacional y cultural y permita el normal desarrollo social y económico”. Y se ha de convencer a los europeos que “el Estado se ha enrocado y no tienen ninguna intención de moverse y de permitir la expresión democrática de la gente sobre su futuro político, Estos dos últimos aspectos pueden llegar a justificar la unilateralidad política en el proceso. Aquí cabe recordar que la opinión del Tribunal Internacional de Justicia sobre Kosovo establece claramente que no hay nada en el derecho internacional que prohíba las declaraciones unilaterales de independencia”.

Delirio independentista. Así se puede definir la propuesta europeísta que lleva en su programa electoral Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que tiene una estrategia perfilada para convertirse, a corto plazo, en un nuevo Estado de la UE. Lejos de ser expulsada de Europa, Cataluña revolucionará las instituciones comunitarias.

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