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Laporta ‘investigó’ por medio mundo a sus enemigos cuando era presidente del Barça
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EL BARÇA camufló MILES DE EUROS EN ESPIONAJE

Laporta ‘investigó’ por medio mundo a sus enemigos cuando era presidente del Barça

Durante años, la cúpula del FC Barcelona vivió en una auténtica paranoia sospechando posibles conspiraciones para eliminar a Joan Laporta

Foto: Joan Laporta y Sandro Rosell. (Efe)
Joan Laporta y Sandro Rosell. (Efe)

Durante años, la cúpula del FC Barcelona vivió en una auténtica paranoia sospechando posibles conspiraciones para eliminar a Joan Laporta. De ahí que tanto empleados del club como intermediarios futbolísticos, posibles rivales del presidente azulgrana o simplemente cualquier sospechoso de hacerle sombra estuviesen bajo la lupa de los detectives contratados por el club. Tanto el director general, Joan Oliver, como el director de seguridad, Xavier Martorell, alimentaron esa sensación y dieron luz verde para contratar investigaciones que, en ocasiones, se tornaban hilarantes por lo simples o lo chapuzas que llegaban a ser. Todo ello, claro, camuflándolo como si fuesen trabajos cotidianos para el Barça, aunque a veces estos no tuviesen nada que ver con la actividad normal del club.

Dos de estas investigaciones hacían referencia a dos hombres que habían estado cerca de Laporta: Sandro Rosell, que había dimitido como vicepresidente un año más tarde de llegar al club como tándem de Laporta; y Ferran Soriano. Ambos fueron investigados por medio mundo intentando destapar cualquier negocio sucio. Laporta y los responsables del club no repararon en gastos a la hora de ordenar las pesquisas.

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Sandro Rosell se lleva la palma en estas investigaciones, ya que fue uno de los más perseguidos por los detectives. Sobre él existe un preinforme y cuatro informes. El primero, de 11 páginas, fue la vigilancia de su domicilio desde el 8 al 16 de mayo del 2008. En la contabilidad del club figura su factura de 9.034,06 euros como “investigación robo 2”. El segundo informe es un seguimiento del 27 de mayo al 1 de junio, por el que se cobraron 6.818,77 euros. Con posterioridad, hay otro de 15 páginas con los negocios de Sandro Rosell y de su familia facturado como “seguimiento jugador” y que costó 38.575,03 euros. De ellos, 4.000 euros fueron gastados en Brasil, ya que días después se realizó un informe ampliatorio de 9 páginas con información obtenida en el país sudamericano, donde la fiscalía investigaba algunos negocios de Rosell.

De hecho, hay dos facturas por más de 38.000 euros: la número 22 vencía el 26 de junio de 2008 y tenía como referencia el informe 19.279. La número 54 tenía su vencimiento el 15 de octubre del 2008 y contenía exactamente los mismos conceptos que la anterior y la misma referencia. La factura llevaba fecha del 10 de octubre, un día en el que Método 3 emitió al Barça 23 facturas por un total de 253.923,39 euros. Cada una de ellas se había extendido por 152 horas de trabajo, a las que había que sumar diversos gastos extras. Lo curioso es que la de junio fue justificada como “auditoría de seguridad” en la propia factura y la de octubre como “control hurto en instalaciones”. Las otras facturas se extendían por “seguridad señor Laporta” y se facturaban los días de seguimiento a razón de 900 euros por día, además de gastos como kilometraje, gasolina, material gráfico o “mantenimiento del servicio”.

La obsesión de la conspiración

Ferran Soriano era otra de las obsesiones de Laporta tras dimitir como vicepresidente tras la moción de censura del 2008. Su amplio informe llevó a los detectives a un puñado de paraísos fiscales a la búsqueda de escándalos. El informe costó al Barça la friolera de 54.198,68 euros y en la factura correspondiente se puso como concepto “consultoría de seguridad”. En la contabilidad general del club, no obstante, se le cambió el concepto y aparece como “falsificación merchandising”. En la investigación de Soriano se invirtieron 177 horas (se facturaba a 125 euros la hora) y se pagaron cantidades que oscilan entre los 600 y los 12.000 euros por gastos en países por los que fue seguido, como Estados Unidos, Holanda, Suiza, Bélgica y Curaçao.

El promotor de la moción de censura, Oriol Giralt, también fue profusamente investigado. Hasta 11 informes existen sobre sus movimientos. Los informes 19.178, 19.180 y 19.181, que costaron 17.156,40 euros cada uno, fueron facturados como “auditoría de seguridad”. Pero en la contabilidad oficial del Barça figuran como “investigación actividad nocturna jugador”. El 19.190 (un informe con datos sobre el hermano de Oriol Giralt), se camufló como “contravigilancia presidente (horaria)” y costó 1.276 euros. El 19.197, que consistió en un seguimiento de Giralt (incluso llegaron a obtener la factura de la reserva de un salón de hotel para dar una rueda de prensa) se pagó como “barrido múltiple” a las arcas del club: 12.631,61 euros. El 19.221, que costó 12.678,31 euros, se facturó como “seguridad señor Laporta” y se contabilizó finalmente como “falsificación Internet”.

Lo que trataba de conocer Laporta era si Sandro Rosell, que entonces todavía no se había postulado como presidenciable, estaba en contacto con Giralt. De ahí que los investigadores tratasen de identificar todas las personas que habían tenido algún contacto con uno y con otro para dilucidar si podía ser el correo que demostrase la conspiración contra el entonces presidente culé.

De ahí que el informe 19.228 se realizase sobre un intermediario futbolístico que había sido visto en una ocasión en la oficina de Rosell y luego en la mesa que recogía firmas para la moción de censura. Este informe fue camuflado como “falsificación Internet”, aunque costó sólo 1.740 euros. El informe 19.293, sobre el padre del anterior intermediario, costó 2.900 euros y fue contabilizado como “contravigilancia varios días”. Y, por último, otro informe sobre Juan Ignacio Prat, un socio crítico con Laporta y con Cruyff que tenía un blog culé fue camuflado también con el mismo concepto. Costó 5.987,92 euros. De Prat se revisaron antecedentes penales (no tenía), propiedades suyas y de su esposa y se aportaron los balances de sus empresas y una radiografía de sus socios. En un informe ampliatorio, la agencia envió al Barça el historial laboral histórico del socio protestón.

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El intermediario sospechoso

Especialmente importante es también un amplio informe de 43 páginas sobre el agente de futbolistas Josep Maria Minguella, de quien dice que “está procesado por falsificación y complicidad en un pleito que mantienen abierto los jueces Renaud Van Ruymbeke y Françoise Desset” y que fue condenado a un año de cárcel en España por estafa en 1984. El informe detalla, asimismo, gran cantidad de traspasos en que las empresas internacionales de Minguella habían participado, así como algunas incidencias con diferentes equipos o bien con Hacienda. Curiosamente, una de las investigaciones se realizó en Brasil, donde se descubrió en una operación policial de la Interpol un montón de documentación que sacaba a la luz al testaferro de Minguella en aquel país e incluso un préstamo que el propio Minguella había realizado al Palmeiras para contratar a Paulo Nunes. El informe incorpora misivas y faxes entre Minguella y sus colaboradores y en una ampliación posterior se añade un gráfico realizado con fotografías de futbolistas y la red empresarial y de intereses del intermediario.

El rastro de Minguella fue seguido no sólo por Brasil, Luxemburgo y algunos países europeos, sino también por Uruguay y Bahamas. En este informe, los detectives invirtieron 197 horas y la factura fue extendida al Barcelona por el concepto de “Presidencia. Verificación financiera” por 41.445,03 euros. En la contabilidad oficial, se anotó como “investigación soporte en litigio”.

El amigo peligroso

Los amigos de Laporta no se libraron de la vigilancia. El club encargó un informe sobre Fermín García, amigo del presidente azulgrana que tenía un restaurante donde este iba a veces y con quien frecuentaba locales como Luz de Gas u Oliver & Hardy. García fue, además, quien le montó la inauguración del lujoso piso que Laporta compró en plena Diagonal de Barcelona tras recibir 3 millones de euros de una empresa uzbeka. Dos detectives se hicieron pasar por clientes y trabaron conversación con el hotelero. En el informe se detallan algunas intimidades de Laporta que les contó su amigo después de hacerle beber cuatro whiskeys con cola, además de narrarles episodios y anécdotas ocurridas durante la presidencia de aquel, como que se fueron a jugar un partido de fútbol de madrugada el Camp Nou en día de la final en Roma o que viaja en jet privado con el presidente del Barça. “En suma, es un riesgo claro para el presidente”. Por si fuera poco la entrevista fue grabada con cámara oculta. El club pagó 4.999,52 euros pero escondió el informe como si fuera un “barrido de tres salas”.

Unos días antes, en noviembre del 2009, los detectives habían seguido a la brasileña Flavia Massoli, que hacía poco que había roto sentimentalmente con Laporta y que demandó al club por despido improcedente. La siguieron hasta la sala Otto Zutz y unos días más tarde a una cena con un conocido. En el informe, detallan la conversación que mantuvieron: “Por ahora, no quiere tocar más la prensa y la situación la tiene angustiada. Por tanto, únicamente está el riesgo laboral”, zanja el informe. Este fue incorporado a la contabilidad del Barça como “informe riesgos jugador” en diciembre del 2009, aunque en la factura de la agencia figuraba “seguridad señor Laporta”. Se pagó por este seguimiento 1.496,40 euros.

Otro informe, relativo a la “Mujer X” (así aparece en el mismo) llevó a los investigadores a un hotel de Andorra, donde los empleados (se aportan fotografías y vídeos ocultos) no reconocieron las fotografías que les enseñaban. Los detectives querían verificar si la mujer se había alojado en ese establecimiento los días 28 y 29 de diciembre del 2009. La factura de este informe, del 7 de enero del 2010, fue extendida como “control jugador” y en la contabilidad oficial figura un solo nombre: Gerard Piqué. La investigación sobre la Mujer X costó a las arcas del Barça 2.382.87 euros.

Durante años, la cúpula del FC Barcelona vivió en una auténtica paranoia sospechando posibles conspiraciones para eliminar a Joan Laporta. De ahí que tanto empleados del club como intermediarios futbolísticos, posibles rivales del presidente azulgrana o simplemente cualquier sospechoso de hacerle sombra estuviesen bajo la lupa de los detectives contratados por el club. Tanto el director general, Joan Oliver, como el director de seguridad, Xavier Martorell, alimentaron esa sensación y dieron luz verde para contratar investigaciones que, en ocasiones, se tornaban hilarantes por lo simples o lo chapuzas que llegaban a ser. Todo ello, claro, camuflándolo como si fuesen trabajos cotidianos para el Barça, aunque a veces estos no tuviesen nada que ver con la actividad normal del club.

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