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CiU se echa al monte forzado por el 11-S: “Iremos a un proceso secesionista”
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SU OBJETIVO YA NO ES EL PACTO FISCAL

CiU se echa al monte forzado por el 11-S: “Iremos a un proceso secesionista”

No hay vuelta atrás. Cataluña está decidida a poner toda la carne en el asador para montar su propio Estado, aun a riesgo de quedar fuera

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CiU se echa al monte forzado por el 11-S: “Iremos a un proceso secesionista”

No hay vuelta atrás. Cataluña está decidida a poner toda la carne en el asador para montar su propio Estado, aun a riesgo de quedar fuera de la Unión Europea. Eso es, al menos, el sentir mayoritario en la cúpula de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Los nacionalistas son conscientes de que el éxito de la manifestación independentista marca un antes y un después en las relaciones con España. Y de que, a partir de ahora, sus planteamientos soberanistas están más legitimados.

“No nos sorprendió el éxito de la manifestación del 11-S, entre otras cosas, porque desde hace año y medio, desde que Artur Mas fue elegido presidente de la Generalitat, ya habíamos advertido que nuestro objetivo era iniciar la transición nacional de Cataluña. Luego, en el congreso de Reus del pasado mes de marzo, aprobamos una moción reivindicando que nuestra meta era conseguir un Estado propio. Ahora, el éxito de la manifestación refuerza nuestra idea de la transición nacional”, dice a El Confidencial Josep Rull, secretario de Organización de Convergència.

El dirigente nacionalista explica que la gran manifestación del 10 de julio del 2010 (que encabezó en el entonces presidente de la Generalitat, José Montilla) era una protesta “del catalán cabreado”. En ella, subraya, “España estaba presente como elemento negativo. Pero en estos dos años, no se entendió el mensaje que Cataluña quiso dar al Gobierno central. Se nos ignoró. Así, hemos llegado a la manifestación de este 11 de septiembre, donde, a diferencia de la del 10-J, España ni siquiera estaba presente. No hubo elementos negativos. Ésta fue una manifestación en positivo, con ilusión y esperanza colectiva en la independencia, sin crispación”.

Se inicia, pues, una nueva etapa, con un salto cualitativamente importante en la estrategia nacionalista. “Hubo una protesta inequívoca que reclamaba libertad. Lo lógico es que se nos concedan los instrumentos que solicitamos para expresar esta voluntad popular. Lo que debe hacer España es aprender del Reino Unido, donde hay un proceso pactado para establecer cómo canalizar las reivindicaciones nacionales de Escocia. Que un proceso así no meta miedo a nadie, porque tanto si España se opone como si no, lo haremos. Éste es el terreno donde Convergència se mueve ahora”, añade Rull.

Como telón de fondo, se vislumbra la reunión que Artur Mas y el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, tendrán el próximo día 20 para hablar del pacto fiscal. Y Mas llegará a Madrid “con mucha fuerza”, sabiéndose respaldado por una amplia mayoría parlamentaria y por millón y medio de personas que clamaron por la independencia en las calles de Barcelona este 11 de septiembre.

Las reglas han variado

Pero hay más: las reglas de juego, según los nacionalistas, han variado. “En la anterior etapa, hacíamos mucho hincapié en el pacto fiscal, que es un instrumento para llegar al objetivo, que era la Hacienda propia. En esta  etapa que ahora comienza, haremos menos hincapié en el instrumento y más en el objetivo. Y ello porque la manifestación nos ha dicho que tiremos recto. Por tanto, nuestra intención es construir un Estado para Cataluña y la Hacienda propia será un primer paso”.

Desde el PP, sin embargo, advierten de los peligros de fractura social que puede provocar una aventura secesionista. “Artur Mas ha de tener en cuenta el efecto boomerang que puede provocar su estrategia. Si te pasas de frenada, corres el riesgo de que te adelanten por otro lado. Lo malo es que Mas se siente ungido por la Historia y tiene a su alrededor a un grupo de gente que no le invita precisamente a la ponderación y a la reflexión”, dice a El Confidencial un miembro de la cúpula popular.

Los socialistas también arremeten por su lado. El líder del PSC, Pere Navarro, exigió ayer a Artur Mas que diga claramente si es partidario de la independencia o no. Y situó a su partido en un marco federalista. En una declaración que ayer hizo pública, Navarro reflexionó sobre el éxito de la manifestación. Dijo que el PSC había hecho bien no convocando a sus militantes a asistir, aunque algunos de ellos lo hiciesen a título individual, y se despachó a gusto contra el ‘president’ catalán: “El resultado de la manifestación, impulsada desde el Gobierno y animada por el propio Artur Mas, obliga al Gobierno y a CiU a abandonar definitivamente la ambigüedad ante el pueblo de Cataluña y a posicionarse claramente sobre cuál es su camino, el del pacto fiscal y por tanto el de la negociación con España, o el de la independencia. El President tiene la obligación de dar una respuesta clara a la ciudadanía sobre esta cuestión”.

Precisamente la principal acusación que hacen los populares a los convergentes también es la indefinición sistemática en sus planteamientos. ”Que Artur Mas diga claramente si quiere independizarse. Y si quiere poner fronteras con Aragón, con Valencia, con las Baleares. Y si quiere salir de la Unión Europea y del euro. Nosotros defendemos una Cataluña dentro de España. Pero CiU lo que ha hecho es un montaje fabuloso con la independencia que ahora se le ha ido de las manos”, dicen en la cúpula del PP.

Acoso de los secesionistas

En el otro extremo del arco ideológico, sus rivales también acosan a los convergentes. Por una parte, está Solidaritat Catalana per la Independència (SI). Dos de sus diputados, Uriel Bertran y Alfons López Tena arriaron ayer la enseña española en el Parlamento autonómico, aunque poco después fue restituida a su lugar. Los independentistas exigen a Mas que, visto el clamor de la marcha, proclame unilateralmente la independencia, aunque, de todas formas, en el próximo debate de política general de la cámara presentarán una moción para la ruptura con España.

El presidente de Esquerra Republicana (ERC), Oriol Junqueras, fue un poco más comedido y exigió ayer a Mas un referéndum independentista. Los republicanos tratarán de copar el segmento soberanista que les había robado CiU en las últimas elecciones, aprovechando la indefinición de los convergentes. Se trata, en realidad, de recuperar los votos que le habían prestado a sus rivales.

Los otros socios de CiU en el pacto fiscal, Iniciativa per Catalunya (ICV), en cambio, no consideran prioritaria la independencia (creen que ha de concitar entre el 70 y el 80% de la población para tirar adelante un proceso secesionista), aunque sí defienden el “derecho a decidir”. Su líder, Joan Herrera, pidió ayer a Mas que escuche a la gente que salió a la calle el 11-S, pero que escuche también a la que clama contra los recortes. Y le recriminó: ”Es incompatible pedir estructuras institucionales catalanas con la destrucción del Estado del bienestar. No es posible reclamar unas estructuras propias con menos salud, una peor educación y menos servicios sociales”.

Ante el aluvión de ataques desde todos los sectores, los populares creen incluso que Mas puede meterse en un callejón sin salida si insiste en crear un Estado propio. “Para empezar, a finales de mes habrá el debate de política general y le van a plantear una moción independentista. A ver qué hace CiU entonces y si secunda los planteamientos secesionistas. Por otro lado, puede tener problemas con su socio Duran Lleida. ¿Qué hace Duran ahí? A Unió, esa deriva no le reporta nada. Además, no es un partido independentista”.

Desde las filas democristianas, se rebaja el tono rupturista de Convergència. “En su congreso del mes de marzo, ya habían aprobado una moción sobre el Estado propio y no pasó nada. Por tanto, no hay ninguna novedad”, señalan a este diario fuentes de Unió. El partido de Duran no ha celebrado ningún cónclave interno para valorar el 11-S y la estrategia futura. Ni espera celebrarlo en un futuro próximo, porque dice que las posturas y las hojas de ruta no han sufrido variación alguna tras la manifestación independentista. Pero algo se mueve en casa de sus socios de Convergència.

No hay vuelta atrás. Cataluña está decidida a poner toda la carne en el asador para montar su propio Estado, aun a riesgo de quedar fuera de la Unión Europea. Eso es, al menos, el sentir mayoritario en la cúpula de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Los nacionalistas son conscientes de que el éxito de la manifestación independentista marca un antes y un después en las relaciones con España. Y de que, a partir de ahora, sus planteamientos soberanistas están más legitimados.