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Mas ofrece estabilidad al Gobierno de Madrid a cambio de un nuevo pacto fiscal para Cataluña
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LA OPOSICIÓN ASEGURA QUE CIU OFRECE “INDEPEDENCIA A PLAZOS”

Mas ofrece estabilidad al Gobierno de Madrid a cambio de un nuevo pacto fiscal para Cataluña

La estabilidad del Gobierno de Madrid que puedan garantizar los diputados de Convergencia i Unió (CiU) dependerá del dinero que el Ejecutivo central ponga encima de

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Mas ofrece estabilidad al Gobierno de Madrid a cambio de un nuevo pacto fiscal para Cataluña

La estabilidad del Gobierno de Madrid que puedan garantizar los diputados de Convergencia i Unió (CiU) dependerá del dinero que el Ejecutivo central ponga encima de la mesa. Y no es una cuestión baladí, ya que los nacionalistas catalanes son el tercer grupo del Congreso. Además, el aviso no va sólo para el actual Gobierno, sino para el que salga de las urnas en las elecciones legislativas previstas para primeros del 2012, gane quien gane. Lo dejó ayer meridianamente claro el líder de CiU, Artur Mas, en el debate de investidura del Parlamento catalán. CiU condicionará “nuestra política de estabilidad y gobernabilidad en Madrid a la consecución del pacto fiscal”.

 

Hasta las generales, los nacionalistas trabajarán para rescatar aspectos del Estatuto segados por el Tribunal Constitucional, avanzar en la política de traspasos a la Generalitat y en intentar influir en las decisiones económicas del gobierno. Pero al día siguiente de los comicios sacarán a la palestra el pacto fiscal como condición sine qua non para dar apoyo al Gobierno que salga de las urnas. Su intención es lograr “un pacto fiscal inspirado en los modelos de concierto o convenio económicos” para que la Generalitat pueda gestionar los recursos que se generan en Cataluña.

Artur Mas no entró en detalles, pero las líneas generales son conseguir el traspaso de la recaudación de todos los impuestos, poner un límite a la caja común de la solidaridad que no sobrepase el 4% del PIB de Cataluña y hacer cumplir la disposición adicional tercera del Estatuto de Autonomía, que prevé unas inversiones anuales del Estado del orden del 18,8% del PIB catalán para recuperar la falta de inversiones de las últimas décadas. Para el 2011, sin embargo, están presupuestadas inversiones en esta comunidad de sólo el 15,2%.

Pero el tema del dinero encima de la mesa es sólo el primer objetivo del nuevo Gobierno de la Generalitat. Artur Mas subrayó ayer que “igual que España hizo su transición democrática una vez acabada la dictadura franquista, Cataluña ha de comenzar su transición nacional. Hablo de transición, no de revolución”. Y ello porque “si Cataluña es una nación, y lo será mientras los catalanes lo quieran, y no es simplemente un derivado o un subproducto constitucional, los catalanes tenemos el derecho democrático a decidir lo que nos conviene como pueblo”. En otras palabras, reclama el “derecho a decidir” porque “el pacto constitucional entre Cataluña y el Estado no da más de sí” y porque “el derecho a decidir de un pueblo es el ejercicio de la democracia en estado puro”. Ante ello, ya anunció que “será preciso modificar laLey de Consultar vía referéndum aprobada en la última legislatura para facilitar la participación ciudadana sin necesidad de intervención de los poderes públicos estatales”. Y es que la Ley de Consultas aprobada recientemente prevé que cualquier referéndum ha de contar con el visto bueno del Gobierno central. Todo ello se enmarca en la necesidad de conquistar “nuevas cotas de soberanía” utilizando todos los mecanismos a su alcance, y donde también se incluye la presencia de Cataluña en diferentes foros económicos, en los comités de trabajo de la UE y en la Unesco.

El Gobierno que salga de las urnas, pues, lo tendrá difícil a la hora de ponerse manos a la obra si no tiene mayoría absoluta, porque Mas va a por todas.

Una independencia ‘a plazos’

 

El líder de los socialistas en la cámara catalana, Joaquim Nadal, no dejó pasar la ocasión para pedirle cuentas. Le preguntó hacia dónde quería iniciar su transición. “¿El modelo de transición que ustedes plantean es un camino hacia la independencia a plazos?”, le espetó Nadal. El presidente del grupo parlamentario socialista le achacó que lo único que pretende es un calculado calendario para poder pactar con quien más le convenga tras las elecciones generales y de ahí su ambigüedad en algunos temas. Le pidió, cosa que Mas aceptó, la convocatoria de una cumbre sobre la crisis como primera medida. Y a partir de eso, se dedicó a remarcar las características del catalanismo del PSC.

Peor sentó el discurso de Mas en las filas del PP. Dirigentes populares han estado negociando e intercambiando estrategias durante las últimas semanas para abordar la investidura del líder de CiU. Los populares incluso se habían comprometido a facilitar la investidura en la primera vuelta, con la condición de que Convergència se olvidase del concierto económico con el que los nacionalistas habían insistido durante toda la campaña electoral.

Cierto es que ahora proponen un nuevo pacto fiscal “inspirado en los modelos de concierto” para no entrar en suspicacias sobre la naturaleza del mismo, ya que el concierto sólo existe, constitucionalmente, para el País Vasco y Navarra. Y creen que, en caso de ganar las elecciones y que Mariano Rajoy necesite los votos de CiU, los tendría. “En resumidas cuentas, lo que existe es un problema más de semántica que de fondo”, admite a El Confidencial una fuente convergente. Además, el pacto no distaría mucho del acuerdo de financiación pactado entre el Gobierno central y el Tripartito en esta legislatura, ya que el monto global del dinero a repartir es finito. Lo que intentaría conseguir Mas como plus es la recaudación de los impuestos y el recorte de la aportación al fondo de solidaridad. Pero con las tesis expuestas ayer por el líder convergente, lo que prometía ser un idilio se ha disuelto como un azucarillo en agua. Alicia Sánchez-Camacho, presidenta del PP en Cataluña, descartó ya dar el sí en la primera votación, en la cual el candidato necesita mayoría absoluta. Sánchez-Camacho alertó de la posibilidad de una “fractura social” por los planteamientos soberanistas del líder de CiU y le alentó a centrarse solamente en el discurso económico para salir de la crisis.

Pero las calabazas del PP no serán un serio escollo. El jueves, podrá volver a intentar su investidura como president y entonces le bastará con la mayoría simple. Con que se abstenga cualquiera de los grupos parlamentarios (PSC, PP, ERC o ICV), ya puede salir elegido.

La estabilidad del Gobierno de Madrid que puedan garantizar los diputados de Convergencia i Unió (CiU) dependerá del dinero que el Ejecutivo central ponga encima de la mesa. Y no es una cuestión baladí, ya que los nacionalistas catalanes son el tercer grupo del Congreso. Además, el aviso no va sólo para el actual Gobierno, sino para el que salga de las urnas en las elecciones legislativas previstas para primeros del 2012, gane quien gane. Lo dejó ayer meridianamente claro el líder de CiU, Artur Mas, en el debate de investidura del Parlamento catalán. CiU condicionará “nuestra política de estabilidad y gobernabilidad en Madrid a la consecución del pacto fiscal”.

Artur Mas PSC