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Los partidos catalanes fomentan el miedo a sus rivales para espolear a sus votantes
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LOS CANDIDATOS PRACTICAN LA 'ALTEROFOBIA'

Los partidos catalanes fomentan el miedo a sus rivales para espolear a sus votantes

Miedo en las tribunas, miedo en las calles, miedo en el país. Pero, sobre todo, miedo en los mítines. Los candidatos catalanes son los agoreros del

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Los partidos catalanes fomentan el miedo a sus rivales para espolear a sus votantes

Miedo en las tribunas, miedo en las calles, miedo en el país. Pero, sobre todo, miedo en los mítines. Los candidatos catalanes son los agoreros del miedo. En un sentido amplio de la palabra, lo que practican en los albores de la campaña electoral es la alterofobia -no en el sentido étnico, sino social-, el desprecio por el otro, la crítica persistente y la simplificación del rival en un conjunto de tópicos. Sus mensajes se dividen mitad y mitad entre la explicación del programa propio y la alerta sobre sus rivales. Es la estrategia del miedo.

 

Convergència i Unió (CiU) advierte sobre el miedo a “padecer” un nuevo Tripartito. El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) utiliza el miedo a que vuelvan los ejecutivos “oscurantistas” de CiU y a que Artur Mas no se defina claramente por un pacto con ERC o bien por uno con el PP. De ahí su lema “ni de derechas ni independentistas”. Subrayan especialmente la convicción de que el favorito a ganar las elecciones (o sea, Mas) tiene una agenda oculta con compromisos inconfesables y de ahí su calculada ambigüedad en muchos temas: los recortes de plantilla, los recortes en prestaciones sociales, las privatizaciones, los pactos postelectorales... El candidato socialista, José Montilla, advirtió ayer que sólo hay tres opciones para el 29 de noviembre: un gobierno de CiU secuestrado y esposado por el PP, una coalición CiU-ERC o un gobierno socialista.

Pero el propio Artur Mas ya lo repite en sus mítines: la campaña del PSC está basada en generar temor. “Para dar miedo a la población de Cataluña, dicen que CiU quiere la independencia y al mismo tiempo dicen que pactaremos con el PP”, y contraataca exigiendo una “campaña en positivo”. Pero es precisamente esa indefinición la que mete miedo al PSC: el día después, CiU puede levantarse independentista, porque necesita pactar con ERC, o levantarse autonomista, porque ha de pactar con el PP. Y el socialista Montilla insistió ayer en sus tesis: "Si la izquierda no se mueve, gana la derecha, sea David Cameron en el Reino Unido, Sarah Palin y el Tea Party en Estados Unidos, Mariano Rajoy o Artur Mas".

Hay una cosa en la que han coincidido socialistas y populares, una alerta lanzada tanto por José Montilla como por la candidata popular Alicia Sánchez-Camacho: el temor a que un hipotético Gobierno CiU-ERC “puede fraccionar el país”. Incluso ERC salió públicamente a criticar a su socio de Ejecutivo por infundir miedo a la gente. Un alto dirigente del PP señala a este diario que “el independentismo no es el principal tema de la campaña, pero sí importante, porque dependiendo del contexto en el que quede el mapa político catalán en estas elecciones, se puede avanzar en esa línea con los pactos poselectorales de CiU y ERC, lo que representaría una fractura social”. Ése es el miedo que azuza el PP, similar a lo que opina Ciudadanos.

“El PSC ha renunciado a la centralidad”

La batalla, por tanto, es feroz, especialmente entre los dos principales rivales, CiU y PSC. “Ésta es una campaña que acabará en unas elecciones donde sólo podrá gobernar un partido”, dice a El Confidencial Francesc Homs, diputado y muñidor del programa electoral de Artur Mas. Y añade: “El PSC ha renunciado a la centralidad y ha comenzado una campaña muy agresiva, muy dirigida a los suyos”.

No es para menos. Los datos demuestran que la abstención castiga fuertemente a los socialistas. “Hace unas semanas, los sondeos apuntaban a que el Tripartito se hundía y que ello era culpa, en gran parte, de ERC, que ya tenía un punto de salida muy difícil -razona Homs-. Pero ahora apuntan a que es el PSC el gran perjudicado, el que puede perder en resultados y en términos políticos”.

Desde las filas socialistas, se ha comenzado a ver un rayo de esperanza. De las encuestas que vaticinaban un resultado de menos de 30 diputados (actualmente tiene 37), se ha pasado, según el CIS, a 33 escaños. Es un respiro. Montilla admitió que "donde voy, noto que ha empezado la reacción de los socialistas, noto que vamos a más". A su lado, estaba el ministro de la presidencia, Ramón Jáuregui. “Ya se ha iniciado la movilización del electorado socialista. El PSC está subiendo y las expectativas de CiU se estancan o bajan”, dijo también ayer el director de campaña de José Montilla, Jaume Collboni, tras conocer el resultado de los sondeos. Para Collboni, “estamos en el buen camino, estamos haciendo un gran esfuerzo de movilización y esperamos aprovechar al máximo estos quince días de campaña para arrastrar  a los miles de indecisos que todavía hay en Cataluña”.

Esquerra, por su parte, arrancó su campaña poniendo en la picota el miedo a que el PP controle la situación si los votantes independentistas no acuden a las urnas. Es también el espíritu del lema de la campaña socialista del 2008, cuando las largas sombras de Aznar, Rajoy y compañía inundaban los carteles electorales con la insinuante Si tú no vas, ellos vuelven. El propio candidato republicano, Joan Puigcercós, acusó a los populares de “hacer del miedo su bandera”. Y, en parte, es cierto. El Partido Popular atiza el miedo al independentismo latente en CiU y a su posible alianza con los republicanos que llevaría a la “fractura de la sociedad catalana”.

Por su parte, Iniciativa per Catalunya (ICV) pone el énfasis en el miedo a la derecha. Jordi Miralles, líder de EUiA (la rama catalana de IU, que va coaligada con ICV) fue imaginativo tras el inicio oficial de la campaña: alertó de la llegada de Artur Manostijeras, en alusión al convergente Mas, que prepara recortes en sanidad, educación y política social. Es lo que podría haber definido como arturfobia, para redondear la advertencia. Y Ciudadanos, como no podía ser de otro modo, aviva el fuego del miedo al nacionalismo, reconvertido en independentismo después del 28-N.

La esperanza de ERC y la promesa del PP

En ERC, los sondeos del CIS también han supuesto un rayo de esperanza, porque el batacazo no es tan grande como se esperaba y, además, podría continuar siendo la tercera fuerza política catalana, por delante del PP. “En 2006, el CIS fue quien más se aproximó a los resultados finales de las urnas -subrayó ayer el portavoz republicano, Ignasi Llorente-. Pero el PP suele tener voto oculto y, por tanto, es preciso seguir trabajando para evitar una reedición del pacto entre CiU y PP”.

El ex ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, por su parte, arremetió contra Mas. “Tenemos el compromiso de que no pactaremos en ningún caso con el PP. Querríamos conocer también cuál es la opinión del señor Artur Mas, si pactará o no con el PP, o si pactará con ERC”, subrayó. Tanto él como su compañero Collboni coinciden en que las propuestas de Mas son vagas, etéreas, difusas, ambiguas. “Que se explique”, insisten. Y dejó clara la postura del PSC ante un referéndum independentista: si Montilla gobierna, utilizará “las responsabilidades jurídicas y legales para evitarlo”.

Pero cargó también contra Mariano Rajoy, que defendió con uñas y dientes el Contrato de Integración para los inmigrantes presentado por la candidata popular, Alicia Sánchez-Camacho, que propone que el que se quede sin trabajo vuelva a su país de origen. “Si tan buena le parece la propuesta de la señora Camacho, que llame a Esperanza Aguirre y que ésta expulse a todos los inmigrantes ilegales que tiene. No hace falta que espere al 28 de noviembre”.

Pero los populares no están por la confrontación con los socialistas, sino por difundir la alerta sobre el peligro de un frente independentista en la Generalitat. Aún así, Sánchez-Camacho prometió ayer destinar “un 10% de la recaudación de los bonos de la Generalitat, 300 millones de euros, para pagar 240 euros anuales a los pensionistas catalanes”, con el objetivo de que no pierdan poder adquisitivo, ya que más de la mitad de estos pensionistas “están viviendo bajo el umbral de la pobreza”. Y eso porque, según dijo, “Zapatero les ha congelado las pensiones con el recorte social más grande de la historia, con el apoyo de Artur Mas”. A su lado, Rajoy sonreía.

Miedo en las tribunas, miedo en las calles, miedo en el país. Pero, sobre todo, miedo en los mítines. Los candidatos catalanes son los agoreros del miedo. En un sentido amplio de la palabra, lo que practican en los albores de la campaña electoral es la alterofobia -no en el sentido étnico, sino social-, el desprecio por el otro, la crítica persistente y la simplificación del rival en un conjunto de tópicos. Sus mensajes se dividen mitad y mitad entre la explicación del programa propio y la alerta sobre sus rivales. Es la estrategia del miedo.

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