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Las monjas 'okupas de lujo' de Belorado le cuestan 360.000 euros a las clarisas
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LAS RELIGIOSAS REBELDES

Las monjas 'okupas de lujo' de Belorado le cuestan 360.000 euros a las clarisas

La orden de las excomulgadas paga unas facturas muy superiores al gasto normal de los conventos de religiosas. El proceso por desahucio se retrasa de nuevo por la recusación de la juez

Foto: Las monjas de Belorado. (EFE/Santi Otero)
Las monjas de Belorado. (EFE/Santi Otero)

Me voy de la Iglesia pero me quedo con los monasterios. De este singular modo podría resumirse la actitud de las monjas de Belorado, que hace un año protagonizaron un inesperado cisma en la Iglesia Católica. La disputa por los edificios es, en realidad, la matriz del conflicto legal que las enfrenta con el arzobispo de Burgos, nombrado hace poco menos de un año Comisario Pontificio y administrador de los conventos que las religiosas se niegan a abandonar.

Y mientras el procedimiento de desahucio se resuelve -estaba convocada una vista para la próxima semana que se ha aplazado por la recusación de la juez que han presentado las religiosas- la orden de las clarisas sigue pagando las facturas. Nóminas, seguros sociales, cuotas de cotización, préstamos, sanciones administrativas, suministros, proveedores… En este primer año de cisma, las exmonjas de Belorado le han costado a su antigua orden 360.000 euros, según información del Comisario Pontificio. Una cantidad desorbitada para los usos habituales en los conventos de clausura, tal y como reconoce sor Carmen Ruiz, secretaria de la Federación de Clarisas de Nuestra Señora de Aránzazu. A su juicio, los más de 20.000 euros mensuales que tiene que afrontar su orden, correspondientes a gastos ocasionados por las monjas de Belorado, "es muchísimo, sobre todo teniendo en cuenta el tamaño de la comunidad".

La propiedad de los monasterios -el de Belorado y el de Derio- está en el centro del conflicto. Las monjas cismáticas piden que las dejen vivir en paz, pero en los edificios que han ocupado históricamente, y que no les pertenecen. Por su parte, el obispo de Burgos, Mario Iceta, "les desea lo mejor", pero siempre y cuando la Iglesia recupere sus bienes. "Tenemos infinita paciencia y llegaremos hasta el final", aseguró en Briviesca tras responder ante el juez por una denuncia de las monjas.

Las religiosas rebeldes se ven a sí mismas como víctimas de una gigantesca confabulación que quiere impedirlas salir adelante. Y en la que no dudan en lanzar ataques virulentos contra el Comisario Pontificio. "Iceta es un lobo con piel de cordero", asegura Sor Berit en un video distribuido esta semana con motivo del aniversario del cisma. "Tiene varios rostros", remacha Sor Paloma en otra entrevista grabada. En un creativo giro argumental, la exabadesa, Sor Isabel de la Trinidad, apela al ‘espíritu de acogida’ que pregona la Iglesia para quejarse de que a ellas no se las aplica. "Pero tenemos la seguridad de que estamos en Dios", afirma. Según su visión, todas las dificultades que están afrontando son pasos en el camino hacia la plenitud.

Foto: Las exmonjas del Monasterio de Belorado (Burgos) Susana Mateo (sor Sión, c) y Zaida Pinar (sor Myriam, izda), acompañadas por su abogado Enrique García. (EFE/Santi Otero)

Una de las religiosas que ha permanecido del lado de la Iglesia de Roma, sor Amparo, recordaba estos días cómo la revuelta de sus excompañeras clarisas fue toda una sorpresa. "Ellas lo tenían todo planeado, pero el capítulo de la Comunidad no sabía nada". La religiosa atribuye la deriva de sus antiguas compañeras a la influencia del excomulgado padre Pablo de Rojas. "Hablaba mal del obispo y del Papa y yo no estaba de acuerdo". Al final, tras varios desencuentros, tuvo que abandonar el monasterio. "Cogí mi rosario y me fui con un gran dolor", recuerda la clarisa.

¿Cómo pueden las religiosas pensar que pueden seguir viviendo en los monasterios tras abandonar la Iglesia? Aquí se hace necesario volver al cisma, y al modo como fue justificado hace un año. Argumentos que se han mantenido y retocado estos días en los que las religiosas han presentado una nueva edición de su ‘Manifiesto Católico’, un documento de más de 80 páginas en el que, básicamente, las monjas de Belorado afirman que ellas son la verdadera Iglesia católica y que los herejes son todos los demás. A su juicio, desde la muerte de Pío XII, la sede de San Pedro en el Vaticano sigue vacante pues ninguno de sus sucesores ha sido un Papa legítimo. Ni Juan XXIII, culpable de haber convocado el Concilio Vaticano II, ni Pablo VI, ni Juan Pablo II, ni Benedicto XVI ni, por descontado, Francisco. El documento explica detalladamente las herejías de cada cual. Incluso las del malogrado Juan Pablo I, que apenas ejerció unos meses.

Foto: Sacerdotes en Roma. (Getty/Christopher Furlong)

Las monjas de Belorado se ven a sí mismas como los galos de la aldea de Astérix, defendiéndose del invasor, y esa posición de víctimas las ha granjeado simpatías. El restaurante que han puesto en marcha en Arriondas -y que es atendido por tres de las religiosas desplazadas hasta allí- y un criadero de perro de raza son las dos últimas ideas que han concebido para lograr recursos que las permitan salir adelante. "Tienen como ganarse la vida y les deseo lo mejor", aseguró Iceta, quien recalcó que la Iglesia mantiene las puertas abiertas para que puedan regresar. No obstante, el obispo no ocultó que su mayor preocupación son las hermanas de más edad, que han dedicado toda su vida a la Iglesia. "Me gustaría que murieran católicas", manifestó esta semana. El problema es que las ex clarisas están convencidas de que ahora ya lo son, que las verdaderas católicas son ellas.

La maraña judicial circula en doble dirección. Por un lado, la Iglesia lucha en los tribunales para recuperar el uso de unos inmuebles que le pertenecen, lo que implican desalojar a las monjas cismáticas. Pero también las monjas han presentado sus propias denuncias, dirigidas fundamentalmente contra el obispo de Burgos y Comisario Pontificio al que han acusado de coacciones, administración desleal y revelación de secretos.

Iceta subrayaba el miércoles lo paradójico de ser acusado de administración desleal por quienes le niegan potestad como administrador. Y explicaba que no había revelación de secretos sino transparencia con los gastos que la Iglesia estaba teniendo que asumir en este conflicto. Y, precisamente para no poder ser acusado de coacciones, el obispo de Burgos ha garantizado el pago de unas facturas que, en cuanto ‘cismáticas’, deben resultarle especialmente dolorosas. "La actuación del Comisario Pontificio, al que compete el deber de administración, no ha implicado en ningún caso la constricción de derechos ajenos", proclamaba el Arzobispado de Burgos en una nota de prensa.

Foto: Tres monjas de Blorado abandonan los juzgados, donde mantienen una guerra judicial con el arzobispo de Burgos. (EFE/Santi Otero)

Todo podría terminar con el desahucio de las religiosas, pero también eso parece un poco más lejos ahora tras el último conejo que los letrados de las monjas cismáticas se han sacado de la chistera: una recusación contra la juez. "Parece una estrategia para ganar un mes más", aseguró el Comisario Pontificio antes de saber que, en efecto, la treta había dado resultado. El juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Briviesca suspendía el jueves el juicio por desahucio hasta que la Audiencia Provincial resuelva la recusación. Parece claro que las monjas rebeldes están dispuestas a resistir con uñas y dientes. Es difícil saber hasta dónde podrán llegar con sus ardides legales, pero parece obvio que el obispo de Burgos necesitará paciencia.

Me voy de la Iglesia pero me quedo con los monasterios. De este singular modo podría resumirse la actitud de las monjas de Belorado, que hace un año protagonizaron un inesperado cisma en la Iglesia Católica. La disputa por los edificios es, en realidad, la matriz del conflicto legal que las enfrenta con el arzobispo de Burgos, nombrado hace poco menos de un año Comisario Pontificio y administrador de los conventos que las religiosas se niegan a abandonar.

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