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Ecce Homo 2.0: un empresario aragonés se retrata como san Matías en una iglesia del siglo XII
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Condenado por estafa en 2019

Ecce Homo 2.0: un empresario aragonés se retrata como san Matías en una iglesia del siglo XII

Eduardo Lacasta sufragó los arreglos de la Ermita de San Miguel de Latre, entre ellos la pintura, y pidió que se le retratase junto a los apóstoles sin contar con la autorización de la Diócesis de Jaca. Los vecinos se quedaron atónitos

Foto: Un empresario causa escándalo al pintarse como san Matías en una ermita románica de Huesca. (EFE/Javier Blasco)
Un empresario causa escándalo al pintarse como san Matías en una ermita románica de Huesca. (EFE/Javier Blasco)
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En el mes de octubre, un grupo de vecinos de Latre, una de las ocho pedanías de Caldearenas (Huesca, 237 habitantes), desbrozaba los alrededores de la Ermita de San Miguel cuando identificaron la presencia de un pintor que trabajaba en la lonja exterior de la parroquia, una edificación románica del siglo XII. Extrañados, una vez que el hombre acabó su cometido, se acercaron al templo. Su perplejidad creció exponencialmente. El fresco de San Matías tenía ahora un nuevo rostro: la del empresario aragonés Eduardo Lacasta. El grupo de vecinos no daba crédito y el correveidile hizo su trabajo: en los corrillos de lugareños ya no se hablaba de otra cosa. "Las pinturas, honestamente, están muy bien hechas porque el pintor es un artista", reconoce una vecina de la localidad, pero advierte entre risas: "El problema es que este señor es el menos indicado para representarse como un santo".

No es la primera vez que la figura de Eduardo Lacasta se ve envuelta en una polémica. El aragonés es el propietario de Fincas Atlanta, un negocio inmobiliario, y fue condenado en 2019 por defraudar 45 millones de euros a la Agencia Tributaria, al Gobierno de Aragón y al Ayuntamiento de Zaragoza, además de a diferentes particulares. Aunque la pena impuesta fueron 16 años y medio de cárcel, consiguió, a través de un acuerdo con la Fiscalía, reducir su condena a 6 años de prisión por un delito continuado de estafa, otro de insolvencia punible, otro delito contra la Hacienda Pública y por pertenencia a un grupo criminal. Finalmente, solo pasó tres meses en prisión y pagó una indemnización de 6,6 millones de euros.

Lacasta, quien no es vecino del municipio, pero sí un devoto de la parroquia del pueblo, decidió este año sufragar de su propio bolsillo algunos arreglos en la Ermita de San Miguel. Entre ellos, la pintura de la lonja exterior de la iglesia. Sin embargo, según relata el Obispado, no recibió el visto bueno del párroco, quien le aclaró que primero debía pedir autorización a la Diócesis de Jaca. Anteriormente, Lacasta había arreglado algunos desperfectos y sí obtuvo el visto bueno del Obispado. Pero, para esta ocasión, el empresario decidió, sin tener la autorización, contratar a un pintor para que se pusiera manos a la obra y añadiera elementos decorativos al techo de la lonja.

placeholder Imagen de Eduardo Lacasta en el fresco de la Ermita de San Miguel. (EFE)
Imagen de Eduardo Lacasta en el fresco de la Ermita de San Miguel. (EFE)

En la pequeña localidad el revuelo estaba servido y la indignación de los vecinos crecía por momentos. Cuando la noticia llegó al Ayuntamiento, el alcalde no daba crédito. "Se mosqueó mucho", recuerda la vecina y puntualiza: "Es que justamente él, condenado por delito de estafa... es lo que más ha indignado a la gente". Pasados los meses, la mujer reconoce que "para la mayoría, al final se quedó como un cachondeo". Sin embargo, no todos olvidaron tan rápido el episodio.

Otra de las vecinas decidió llevar el caso a la Dirección de Patrimonio del Gobierno aragonés. Los trabajadores del ente público se personaron hasta en dos ocasiones para comprobar el estado de las pinturas, pero solamente pudieron avisar a la Diócesis de Jaca porque, al no estar catalogado como un Bien de Interés Cultural, la iglesia no depende de ellos, sino del propietario del Obispado. La Diócesis de Jaca responde a este medio que "se trata de unas pinturas no autorizadas" y que pronto se reunirán con el pintor para saber qué materiales utilizó y con la Dirección General de Patrimonio de Aragón para tomar una decisión al respecto. Según apunta EFE, el delegado de Patrimonio de la Diócesis de Jaca asegura que el empresario reconoce estar arrepentido, pese a haberlo hecho "con la mejor intención".

La Ermita de San Miguel se ha convertido estos días en la atracción de Aragón tras descubrirse la pintura, que a muchos ha recordado a la restauración del Ecce Homo de Borja. Sin embargo, el aluvión de miradas no es habitual en el municipio. "Estamos dejados y en la Ermita ya solo se celebran bautizos y entierros", reconoce la mujer.

En el mes de octubre, un grupo de vecinos de Latre, una de las ocho pedanías de Caldearenas (Huesca, 237 habitantes), desbrozaba los alrededores de la Ermita de San Miguel cuando identificaron la presencia de un pintor que trabajaba en la lonja exterior de la parroquia, una edificación románica del siglo XII. Extrañados, una vez que el hombre acabó su cometido, se acercaron al templo. Su perplejidad creció exponencialmente. El fresco de San Matías tenía ahora un nuevo rostro: la del empresario aragonés Eduardo Lacasta. El grupo de vecinos no daba crédito y el correveidile hizo su trabajo: en los corrillos de lugareños ya no se hablaba de otra cosa. "Las pinturas, honestamente, están muy bien hechas porque el pintor es un artista", reconoce una vecina de la localidad, pero advierte entre risas: "El problema es que este señor es el menos indicado para representarse como un santo".

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