¿Placas solares en los embalses? Dos alcaldes de Pirineos se adelantan al próximo debate rural
El Gobierno abre la puerta a la instalación de parques fotovoltaicos en embalses públicos. Aragón ya trabaja en un plan para blindarse y evitar que entornos naturales privilegiados se vean afectados: "Es una idea de bombero"
Son innumerables los casos de pueblos españoles en los que la agricultura y la ganadería han dejado paso a otras formas de ganarse la vida. En algunas ocasiones es el turismo y en otras, los ingresos llegan hasta los hogares a través de las energías renovables. Enormes campos que otrora eran de cultivo son ahora la base sobre la que se sustentan grandes explotaciones eólicas o fotovoltaicas.
Al respecto hay debate, especialmente entre los vecinos de los municipios a cuya puerta llama una empresa energética con una suculenta oferta para cambiar tierras por dinero y después instalar allí molinos o placas solares. Algunos, habitualmente herederos que han perdido el arraigo, suelen optar por el dinero; mientras que otros, que suelen coincidir con aquellas personas que viven todo el año en el pueblo, se resisten a entregar la esencia del lugar.
Al tratarse de zonas rurales de las que no suele acordarse nadie, las energéticas es fácil que se lleven el gato al agua. Sin embargo, a partir de ahora el debate va a llegar también a pueblos que, lejos de estar en enclaves olvidados y sin mucho atractivo, tienen en sus embalses y pantanos un activo turístico y recreativo. El pasado 9 de julio, el Gobierno abrió la posibilidad de que se instalen plantaciones fotovoltaicas sobre los pantanos de titularidad pública. La resistencia a esta idea no ha tardado en llegar y lo hace con especial contundencia desde el Pirineo aragonés.
Imagine unas montañas. En el centro del paisaje, un embalse de agua azul. Al fondo, un pueblo. La estampa es de postal. En Sallent de Gallego tienen estas vistas con solo asomarse a la ventana. A los pies de este municipio está el embalse de Lanuza, célebre por el festival Pirineo Sur y las actividades de recreo acuático, como el kayak, que allí, en medio de un entorno natural imponente, se pueden realizar. Este embalse encaja con el perfil sugerido por la normativa del Gobierno y, quizá por eso, el presidente aragonés, Jorge Azcón, se apresuró a advertir desde allí que su Ejecutivo ya está preparando una norma para blindar sus pantanos de los huertos solares flotantes.
"No estamos para ideas de bombero", zanja Jesús Gericó, el alcalde de Sallent de Gallego, quien en conversación con El Confidencial, muestra sus dudas de que los embalses sean los lugares idóneos para este tipo de proyectos. "No voy a consentir, con los vecinos de la mano, que pongan una planta así aquí", subraya el primer edil, que lamenta que desde "los despachos de Madrid" se pueda plantear una alternativa así.
"Aquí ya tenemos centrales hidroeléctricas en los embalses, por lo que ya generamos energía renovable. No vamos a ser los paganos de nadie", resuelve Gericó, quien recuerda el esfuerzo que se ha tenido que hacer en la zona durante décadas para encontrar un motor económico que ahora se asienta sobre el turismo y las pistas de esquí que coronan el municipio.
¿Otro cambio de vida? Nunca
En sintonía está Jesús María Uriz, alcalde de Panticosa, donde también disfrutan, directa e indirectamente, de los embalses de Lanuza y Búbal, dos de las láminas de agua bajo las que se articula la zona. Rememora, sin embargo, cómo las gentes del Valle de Tena tuvieron que reciclarse cuando se construyeron estos embalses que ahora les dan un retorno como atractivo turístico: "Es una verdadera aberración plantearlo, más después de ver cómo se ha cambiado la forma de vida en esta zona. Aquí se hizo una reconversión económica importante años atrás. Esta zona era ganadera y pasó a vivir del turismo".
"Aquí ya tenemos centrales hidroeléctricas en los embalses y ya generamos energía renovable. No vamos a ser los paganos de nadie"
Uriz insiste, según su opinión, en el daño que una explotación de este tipo puede hacer en aquellos embalses que ahora sean un reclamo turístico. "La gente que compra vivienda aquí o que viene de turismo lo hace por el paisaje. Y es evidente que no es lo mismo asomarse a la ventana y ver una lámina de agua en medio de las montañas que un mar de placas solares", desarrolla el alcalde.
Trascendiendo a los pueblos afectados en los Pirineos, y según los datos que maneja el Gobierno de Aragón, la región es la cuarta comunidad autónoma de España en producción de energía renovable (13,5% del total nacional), por detrás de Castilla y León, Castilla-La Mancha y Andalucía. De igual modo, fuentes del Ejecutivo aragonés insisten en que la región es la segunda con mayor cuota de producción de energía renovable, alcanzando el 82% de la producción total.
Además, y como sugiere Uriz, antes de acudir a colocar placas en los pantanos, puede haber otros enclaves menos turísticos o con menor valor medioambiental, donde también pueda sacarse rendimiento a las horas de exposición a la luz solar. "En invierno, y a esta altitud, que estamos a 1.100 o 1.200 metros, tenemos muchos días de nieve y las placas iban a quedar cubiertas. Entiendo que igual en otras zonas tiene más sentido. En Monegros, que es prácticamente un desierto, mira si hay hectáreas para poner placas…".
Desde el Ministerio de Transición Ecológica, dirigido por Teresa Ribera e impulsor de la medida, aseguran que "este tipo de instalaciones son beneficiosas tanto para la producción energética como para el medioambiente" y destacan que son más provechosos que sus "equivalentes en tierra". Igualmente, indican que, como mucho, estos huertos solares podrán ocupar el 15% de la superficie embalsada.
En cualquier caso, y aunque Aragón desarrolle una normativa que pueda proteger a sus embalses de las placas solares, el decreto del Gobierno que autoriza esta alternativa hará que este debate, tarde o temprano, llegue a otros pueblos en distintos puntos de la geografía nacional, concretamente allí donde haya un pantano o embalse de titularidad pública. Son 105 los susceptibles.
Habrá que ver, en ese momento, si la partida la ganan los partidarios de preservar su entorno virgen o si se imponen otros intereses. Lo que está claro es que habrá debate.
Son innumerables los casos de pueblos españoles en los que la agricultura y la ganadería han dejado paso a otras formas de ganarse la vida. En algunas ocasiones es el turismo y en otras, los ingresos llegan hasta los hogares a través de las energías renovables. Enormes campos que otrora eran de cultivo son ahora la base sobre la que se sustentan grandes explotaciones eólicas o fotovoltaicas.